SOCIEDAD
24°ANIVERSARIO DEL ATENTADO A LA AMIA

Horacio Caride: "Cuando llegué ni me imaginaba el horror que iba a encontrar"

El actual jefe informativo de Radio Mitre recordó cómo fue realizar la cobertura para ese medio y la difícil tarea de contar a la audiencia la tragedia en primera persona.

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El periodista Horacio Caride recuerda cómo fue la cobertura del atentado a la sede mutual de la AMIA, ocurrido el 18 de julio de 1994. | CEDOC

El reloj marcaba las 9:53 la mañana del 18 de julio de 1994. En ese minuto, el estallido de una bomba en la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) ubicada en Balvanera, se convertiría en el mayor ataque terrorista que vivió la Argentina. 85 muertos, 300 heridos y 24 años de impunidad, es en la actualidad el saldo de esa tragedia.

Horacio Caride, quien en ese momento se desempeñaba como cronista de Radio Mitre, donde ahora ocupa el cargo de jefe informativo de la emisora, dialogó con PERFIL acerca de lo que fue contar, desde los escombros literalmente, el atentado. La importancia del medio como un servicio a las personas, y la rigurosidad a la hora de dar la información en un caso de esta magnitud, son dos de las premisas que remarca el profesional.

—¿Qué recuerda de la cobertura que hizo el 18 de julio del '94 en la sede de la AMIA?
—No fue una cobertura tradicional. En ese momento yo era movilero de radio y, acostumbrado a diferentes coberturas, recuerdo una como similar por el riesgo que había de alguna manera: el alzamiento cara pintada de (Mohamed Alí) Seineldín. Pero, la gran diferencia de esta cobertura es que cuando uno llegó al lugar ni se imaginaba del horror que se iba a encontrar. Llegué alrededor de una hora después de la explosión y estaba mi compañero Carlos Bianco que fue el primero en llegar porque la sede de la AMIA quedaba cerca de la radio. Su relato ha quedado como algo emblemático por lo crudo y emotivo que fue, en ese momento en el aire estaba Néstor Ibarra. Bianco no era movilero pero como estaba cerca de la radio y los demás estábamos lejos como para llegar inmediatamente, la cuestión fue que él hizo el primer relato que quedó emblemático. Fue un relato además del de un periodista, el de alguien conmovido por una situación absolutamente dramática que marcó la historia de la Argentina.

AUDIO DE  CARLOS BIANCO

—Ya había hecho la cobertura dos años atrás de lo que fue el atentado a la Embajada de Israel, ¿en qué se diferenció con el de la AMIA?
—Cubrí lo que fue el atentado a la Embajada de Israel (1992), por lo cual creía que la historia no iba a volver a repetirse. Lo que sentí en AMIA fue una idea y una dimensión más dramática del dolor humano porque ahí había gente que pertenecía a la mutual judía, otros que habitaban desde la comunidad en sus alrededores con comercios o viviendas, o que pasaban en forma casual ese día por ahí. Me encontré con muchísimas historias que se fueron cruzando y en un primer momento la radio sirvió como un servicio, primero para contactar a los familiares con las víctimas. Recuerdo que cuando llegué había mucha anarquía de movimientos, uno podía llegar hasta los propios escombros de la mutual y unos minutos después ya se hizo cargo todo lo que es el cordón de seguridad interno de la AMIA, colaborando para que no se llegara a adulterar ningún tipo de posible prueba.

—¿Cuál es el recuerdo más nítido de esa jornada?
—Fueron muchas horas de cobertura, estuve hasta la madrugada porque fueron incesantes las tareas de rescate. Uno de los recuerdos grabados a fuego que tengo son los silencios profundos que había que guardar para poder ayudar y colaborar con los brigadistas que inmediatamente escuchaban algún susurro, un grito, o un hilo de respiración y estaba ahí socorriendo con perros y personas especializadas. Como cronistas lo que hicimos fue vincular a la gente en medio de su dolor con algo de información, de la que podía haber, y poner de relieve una página en primera persona con lo que uno sentía y también tratando de desligarse pero era difícil porque no era una cobertura habitual. El que escucha el relato de Bianco se da cuenta de que no es una crónica habitual sino que es alguien que está quebrado con el dolor tratando de discernir lo que estaba pasando casi en el mismo momento que estaba sucediendo.

—¿Qué se decía en un primer momento acerca del hecho?
—Eran todas cuestiones desgarradoras, donde la gente quería saber en las primeras horas si estaban sus familiares vivos, heridos o muertos. Había muy poca información al respecto en esas horas, después se fue sistematizando como se pudo en medio de tantos desorden y caos y también había versiones innumerables sobre las cuales también cada uno trataba de usarlas de la forma más responsable supongo. Elementos caóticos clásicos de tironeros entre cronistas para ver quién podía obtener más información y algunos que decían haber encontrado partes de la combi que había estallado pero nada comprobable en ese momento, sino crónicas en caliente y vivenciales.

—¿Qué significó el atentado para la Argentina?
—En mi visión significó que la Argentina ya no estaba blindada desde esa concepción de un país absolutamente periférico a, en este caso, el terrorismo. Podía estar aislado a otros eventos pero al terrorismo ya no, eso quedó demostrado en el primer atentado (Embajada de Israel). El segundo me parece en forma más descarnada porque pegó más en lo social que el primero aún, por la cantidad de muertos. Y que, la política en aquel entonces del gobierno de (Carlos) Menem nos dejaba con ciertos trazos estratégicos que había hecho, muy vulnerables a esa posibilidad todavía de tener el terrorismo internacional entre nosotros que después se corrió por otras cuestiones geopolíticas.

—El ataque marcó un punto de inflexión en la historia del país...
—Me parece que marcó un antes y un después indudablemente y, luego, el siempre estado de perpetuidad e impunidad en este país donde nunca se termina de conocer del todo las cuestiones de conclusiones finales de quiénes fueron , para qué y por qué. Sí hay por ejemplo indicios muy fuertes y sospechosos y procesados, pero no hay una condena firme y es un tema que todavía inclusive no tiene un lineamiento único y una política de estado entre todos los partidos políticos por lo cual, siempre se utiliza de acuerdo a la ideología de cada uno y hay muchas mezquindades al respecto que todavía no se cerraron al producir un fallo definitorio y conclusivo para los familiares de las víctimas que murieron allí.

—¿Cree que en algún momento habrá justicia?
—Es muy difícil porque por datos de la realidad que parecen ante este drama, subalternos o menores, tampoco tenemos una justicia con celeridad y efectiva. Está cruzada en este caso por mucho interés políticos, por lo cual me parece que a estos años que se cumplen es muy difícil creer que vaya a haber. Ojalá que sí, pero me parece difícil.

—¿Por qué es importante recordar todos los años el atentado?
—Es un concepto de integración del dolor humano, es decir ,el dolor humano no tendría por qué delimitarse a una idea, una religión o una procedencia determinada, sino que siempre que haya muerte producto de violencia y de discriminación e intolerancia, me parece que eso tendría que unir a toda una sociedad. Me da la impresión que más allá de personalidades que se solidarizan, en la memoria colectiva ha pasado como una forma de proceso de anestesia y como muchos otros temas medio al costado y al olvido. Por eso me parece bueno que los periodistas lo recordemos y tratemos de reactivar esa memoria y ojalá que quede en un hecho de justicia plena pronto y que no se vuelva a repetir, pero como dije soy bastante escéptico al respecto.

Reconocimiento. El martes, la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) y el Foro de Periodismo Argentino (FOPEA) entregó un reconocimiento al Valor y la Memoria a un numeroso grupo de periodistas que cubrieron el ataque a la entidad comunitaria desde el mismo lugar de los hechos. Entre los que recibieron la mención, se encuentra Caride.

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Idea y producción: Ursula Ures Poreda 

Edición: Felipe Leibovich.

Redacción: Florencia de Sousa

Multimedia: César Calvo

Diseño: Marcelo Parajó