PERIODISMO PURO
Entrevista

Julio Zamora: "Por primera vez el peronismo tiene un presidente sin la imagen de gran caudillo"

Habla cotidianamente con Axel Kicillof y Santiago Cafiero, pero casi no dialogó en este tiempo con Alberto Fernández. Pese a ser intendente por el Frente de Todos, gobierna un municipio con una sociología similar a la de Juntos por el Cambio en CABA, Vicente López o San Isidro, y proviene de un justicialismo que tiene en Tigre mucho de partido vecinal. Cree en el rol del Estado como motor de la salida y está preocupado por los sectores medios vulnerados en la pandemia. De algo está seguro, que la Argentina que llega necesitará consensos y racionalidad.

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“La pandemia va a terminar; luego habrá una caída mayor. Después llegará la recuperación económica”. | Dubini

—Fuiste abogado laboralista, asesor de uno de los gremios más importantes, La Fraternidad. Con esa doble experiencia, la de abogado laboralista y ahora como intendente con más de una década de función pública, ¿cómo imaginás que va a afectar la pospandemia el empleo?

—Esta crisis pandémica va a generar cicatrices en nuestra sociedad. Todas las actividades y las políticas públicas van a estar atravesadas por la salud. No se tratará de que nosotros tengamos una buena vivienda. Los trabajadores deberán tenerla: los públicos y los privados. El tema sanitario va va a estar vinculado al de vivienda, a la política del empleo. Va a atravesar la política pública de los Estados. Esta crisis pandémica es global, no es atinente solo a los argentinos. Hay dos andariveles. Uno es el de la pandemia: la focalización de este virus se dio en el Conurbano y en la Ciudad de Buenos Aires. El otro es del empleo y de la situación de vulnerabilidad de muchos sectores de la población.

—¿Cuántos comercios había en Tigre antes de la pandemia, cuántos cerraron y cuántos creés vos que van a quedar cuando concluya?

—Tenemos bajas de aproximadamente unos 700 comercios.

“La labor de Alberto Fernández es construir esa etapa institucional de nuestro movimiento.”

—¿Sobre cuántos?

—Sobre un total de 10 mil. Una baja importante.

—¿Proporcionalmente menos que en otros municipios?

—Hubo altas y bajas en un contexto en que el comercio se precarizó. Hay nuevos, pero con calidad desmejorada respecto a los anteriores. Eso habla de una precarización de la actividad comercial en nuestro municipio. En lo que se refiere al empleo, la situación eclosionó no solo con la pandemia.

—¿Cuántos comercios había en 2007, 2008, y cuántos hay hoy?

—La cantidad se mantuvo relativamente. Pero Tigre tiene características especiales. Es un municipio con un crecimiento demográfico superior al promedio de la Provincia. Aparte del crecimiento demográfico normal de las ciudades, Tigre ha sido receptor de muchos vecinos que vieron en nuestra comunidad un lugar para vivir. Vecinos que vinieron a instalarse en barrios cerrados. Eso hizo que Tigre creciera un poco más de la media de la provincia de Buenos Aires.

“Kicillof tiene una actitud de enfrentar los problemas, cosa que no pasaba con Scioli ni con Vidal.”

—Las previsiones de caída del Producto Bruto para este año superan el 12%, algo nunca visto, superior a 2001. ¿Puede haber algún tipo de eclosión que pueda significar un problema social, además del económico y sanitario?

—Hay dos riesgos. Uno está vinculado a la inseguridad. El otro está vinculado a la cuestión social, a la situación de muchos vecinos en nuestras comunidades. A diferencia de otras etapas, como la de 2001, en estos momentos tenemos un Estado presente. El Estado está presente a través del gobierno nacional, mediante el IFE, mediante los ATP, mediante medidas como la tarjeta alimentaria. Medidas que se llevan adelante en la provincia de Buenos Aires, que significan triplicar la ayuda alimentaria a los establecimientos escolares, o medidas impositivas. Sostienen la situación. A diferencia de otras etapas de la Argentina, nos encuentra con un Estado presente en las tres jurisdicciones.

—Mario Ishii, del que se habló mucho en estos días, hace un mes nos dijo que para fin de agosto se podría producir una eclosión social. No por hambre, sino por bronca, angustia, pérdida de empleos. Cuestiones que el Estado no puede solucionar.

—La situación de José C. Paz es diferente de la de otros municipios.

—Es el más pobre junto con Florencio Varela. Tigre es el más rico junto con San Isidro y Vicente López.

—El nuestro tiene la característica de contar con un sector de clase media fuerte. Pero hay un sector bajo importante. Sucede junto a un sector de alta concentración de la riqueza que influye y tiene mucha importancia en nuestra comunidad. Incide la impronta en los barrios cerrados de los años 90.

—Aunque no sea en tu municipio, ¿existe la posibilidad real de un hartazgo que produzca el cisne negro que representa una eclosión social? ¿O es un fantasma, como el de muchos diciembres? Jorge Macri, tu colega de Vicente López, nos habló de esos fantasmas.

—Cada diciembre estamos con mucha preocupación y atentos a cualquier desborde. No es la misma situación que ahora. No creo que pase. No conozco todas las herramientas económicas que van a venir en la pospandemia para recuperar la economía. Si hay algo que nos dejó en claro esta pandemia es que sin un Estado presente la vida de nuestros ciudadanos se desmejora. El presidente de la Nación hará el mayor esfuerzo apenas termine esta larga cuarentena.

“Las elecciones de medio término llegarán en un momento en que la economía va a empezar a crecer.”

—¿No temés que los esfuerzos del Estado resulten insuficientes y queden heridas que generen alguna eclosión?

—Eso sería la negación de la política. El Estado debe estar presente para solucionar los problemas de nuestros ciudadanos. Es importante la colaboración y articulación público/privada en la elaboración de políticas. En un mundo plagado de desigualdades, donde la riqueza está cada vez en pocas manos, hay pensadores que plantean soluciones vinculadas a la renta, a la capitalización de los recursos, en el sentido de llevar prosperidad a todos. Es inmoral un mundo donde la gente pasa hambre. El capitalismo, pensado en términos más clásicos, no da respuestas para todos. El desafío que tenemos los argentinos y el mundo global es poder llevar prosperidad para todos.

—En el reportaje a Mario Ishii, dijo que hacía la vista gorda con los comerciantes que abrían durante la pandemia, incluso durante la cuarentena más estricta. ¿Los intendentes, en las crisis, apelan a formas de paternalismo en su estilo?

—Es verdad; porque cuando el Estado dicta una norma, debe tener consenso social. La aplicación estricta en un AMBA con muchas particularidades hace que la norma sea inaplicable. Muchos tuvimos actitudes contemplativas, porque tenemos mayor proximidad con la realidad que viven nuestros comerciantes y quizá dimos algunos permisos tácitos.

“Muchos intendentes tuvimos actitudes contemplativas con los comerciantes durante la pandemia.”

—Naciste en Rosario, una ciudad a la que la droga afectó particularmente. ¿Cómo fue avanzando el tema en Tigre en este lapso que llevás al frente del municipio?

—Avanzó con mucha fuerza. Lo vemos en nuestros barrios, sobre todo en los más humildes. Pero también está en sectores muy acomodados. Se dan muchos operativos y cuestiones vinculadas al accionar federal. El tema evolucionó y llegó a nuestros jóvenes. Eso es lo más lamentable.

El intendente de Tigre, Julio Zamora, en la entrevista con Jorge Fontevecchia.
“Alberto Fernández no recibe órdenes de Cristina. Tenemos que pasar de ser un frente heterogéneo a uno con premisas. Argentina necesita de una etapa de racionalidad y de consensos”. (Foto: Marcelo Dubini)

—Muchos de tus colegas intendentes decían que el aumento del delito de los últimos sesenta días tenía que ver con personas que estaban detenidas y fueron liberadas de las cárceles por el coronavirus.

—Tuvimos algunos casos. La situación en estos dos meses se fue normalizando. Quienes salieron de prisión y volvieron a delinquir fueron detenidos por nuestro servicio de protección ciudadana.

—¿Eso paró?

—En Tigre tuvimos un aumento de casos, pero en delitos menores. En todo este año no tuvimos en Tigre muertes o asesinatos en ocasión de robo. El dato más importante o más mensurable, que es el del robo de automotores, disminuyó ostensiblemente. Tuvimos cero robos de automotores en marzo y abril, tres en mayo y dos desde ese momento hasta hacer esta entrevista.

“En las elecciones la gente hará un balance de la efectividad del Gobierno ante la pandemia.”

—¿Disminuyó el delito en Tigre?

—La pandemia es la causa de la disminución drástica del robo de automotores. Arrancamos en el año 2007 con 120 robos de automotores por mes y llegamos a la prepandemia con un total de 8 y 10 autos por mes robados. Con la pandemia hubo una paralización.

—Y si no hay autos en la calle, se roba menos.

—Llegamos a cero robos durante dos meses. Ahora tuvimos dos robos este mes. Es una manera de medir los delitos en Tigre. En Tigre se dan delitos menores, escruches (N de R: el ingreso a viviendas vacías), robo de bicicletas, de cortadoras de pasto, de garrafas, algún manoteo en la vía pública, pero hasta ahora no tenemos robos con violencia, como se dio en otros lugares.

—Tigre fue el primero que comenzó con centrales de monitoreo de cámaras de seguridad. De hecho, esto hizo trascender a Sergio Massa y le permitió ganar sus primeras elecciones a nivel provincial. Los otros municipios, de hecho, imitaron la estrategia. ¿Es la causa de que Tigre tenga menos crimen que el resto del Conurbano?

—Por supuesto. Es más que una sola acción. Se trata del resultado del desarrollo del Programa de Protección Ciudadana, que tiene muchas fases. Una de las primeras fue la instalación de cámaras. En un primer momento se instalaron cien cámaras, el sistema fue creciendo. Hoy tenemos 2 mil cámaras de seguridad distribuidas en el distrito; incorporamos muchos móviles. Tenemos más de cincuenta móviles recorriendo las calles de Tigre.

 

—¿Eso es policía municipal?

—Estrictamente no es policía municipal. Son agentes de la Provincia contratados por el municipio como “policía adicional”, como se denomina en el convenio, para coadyuvar en la tarea que tiene la provincia de Buenos Aires. Uno de los roles de su jurisdicción es la seguridad.

—¿O sea que Tigre paga con recursos propios a la Provincia para tener mayor cantidad de efectivos policiales?

—Exactamente. Además de eso, tenemos un total de 60 mil vecinos conectados al sistema Alerta Tigre, un botón de seguridad que está en los teléfonos fijos y en los inteligentes. Eso nos permite contar con más ojos vinculados a la seguridad; el vecino, ante cualquier tema de inseguridad propio o ajeno, puede comunicarlo al municipio. Así también se fortalece la participación ciudadana en el control de la seguridad pública.

—¿Te parece correcto el planteo de Sergio Berni, ministro de Seguridad de la Provincia, para que vuelvan a tener una participación intensiva las fuerzas federales en el Conurbano?

—Por supuesto. Venimos trabajando mucho con la Prefectura Naval. Hay 150 efectivos de esa fuerza en nuestro municipio. No tenemos mucha presencia de Gendarmería, pero sí de Prefectura. Trabajamos articuladamente con ellos.

—¿El avance del delito en el Conurbano no se da en Tigre o se da en mucha menor medida?

—La definición es lo segundo: se da en menor medida.

—¿Como sucede en San Isidro o Vicente López?

—Son distritos del Conurbano que desarrollaron sistemas de seguridad que nos permiten estar mejor. No quiere decir que estemos bien. Quizás un vecino que sufrió un hecho de inseguridad lea este reportaje o lo vea por televisión y diga que no es así. Cuando la inseguridad le toca a uno, es el 100% del delito que lo afecta.

—¿La alternativa de desarrollar mejores sistemas de seguridad tiene que ver con la cantidad de recursos del municipio por la alta concentración de personas de alto poder adquisitivo?

—También incide la voluntad política. Es un tema que nosotros pusimos en la agenda.

“La gente está angustiada y con mucho cansancio respecto a la cuarentena.”

—José C. Paz y Florencio Varela no tienen recursos como para hacerlo.

—Nosotros determinamos una sobretasa del 10% que se aplica y va a un fondo afectado a la seguridad pública. Eso nos permitió desarrollar un sistema que hoy no es óptimo pero es aceptable para las condiciones del Conurbano.

—¿Cómo está la situación del coronavirus hoy respecto del resto del AMBA? Hubo algunos brotes, como el del Barrio San Jorge.

—Pertenecemos a lo que se denomina Región Sanitaria V. En el promedio de la región estamos relativamente bien. Tenemos 2.137 infectados y 36 fallecidos. Es la foto en el momento que hacemos esta entrevista. Antes de la crisis del barrio San Jorge estábamos en una condición mejor. Habíamos pasado a verificar lo que pasaba en el barrio: Pero a la semana siguiente hubo un infectado. A partir de ahí hubo una velocidad de contagio increíble, que nos hizo poner en alarma e ir con todos los recursos municipales, provinciales, nacionales. También estuvo el ministro de Desarrollo Social de la Nación, Daniel Arroyo.

—¿Cómo está la situación?

—Creciendo, pero relativamente estable. Tenemos una cantidad de infectados diarios de aproximadamente sesenta personas.

—¿Hace un mes cuántas había?

—Unas treinta personas.

—Se duplicó en un mes. ¿Cuál es la proyección actual?

—Se duplicó, sí. Por lo que veo en la calle, percibo que va a seguir creciendo un poco más. Hicimos 40 mil visitas domiciliarias, en el marco del programa Detectar. Allí saltan muchos casos.

—¿Cómo están en materia de ocupación de camas de terapia intensiva?

—En cuanto al sistema público, contamos con el Hospital Provincial de Pacheco Magdalena V de Martínez, que tiene un 80% de ocupación. Tuvo momentos de crisis porque se requirieron muchas camas por parte de las obras sociales, tanto de PAMI como de obras sociales privadas.

—¿También de otros municipios?

—Es un hospital provincial, van vecinos de otros municipios también.

—Ochenta por ciento es mucho.

—Tigre es un distrito con casi 500 mil habitantes. Veremos si el próximo censo confirma ese número, pero es lo que calculamos. El hospital de Pacheco tiene 140 camas. Por el coronavirus, ese número se redujo a 68, porque hay habitaciones que pueden recibir a una sola persona. Un sistema de salud pública que no cuente con las camas necesarias para los vecinos es inviable.

—¿Qué sucede con quienes recurren a la medicina privada? ¿Se atienden fuera de Tigre?

—Una carencia de Tigre es que no tiene una oferta privada de salud. Solamente hay un proyecto de Swiss Medical que va a aportar al sistema.

—El fundador de Nordelta, Eduardo Costantini, decía que no había ni siquiera un respirador artificial. ¿Quienes viven en barrios cerrados asumen atenderse fuera de Tigre?

—Exacto. La gente de Nordelta hoy cuenta con un policonsultorio con distintas especialidades de atención, pero no un hospital. No solo Nordelta: ningún vecino de Tigre tiene un hospital privado de calidad para atenderse.

—Tuviste que despedir al secretario general y de Economía del municipio, Fernando Lauría, que fue detenido por violar la cuarentena para participar en un encuentro de pádel en un club de Pilar. ¿Qué le dijiste?

—Era un funcionario muy valioso. Aportó mucho en su carácter de contador público.

—Era casi el principal funcionario del municipio.

—Sí. Pero no podíamos pedirles a nuestros vecinos el cumplimiento de la cuarentena y tener un funcionario que hubiera tenido esa actitud. Priorizamos el respeto a nuestros ciudadanos.

—¿Cómo explicó los hechos?

—Dijo que fue un error, como el que cometió Juan José Méndez, el secretario de Transporte de la CABA.

—¿El funcionario de Larreta que se autoimpuso la multa de 5.400 pesos?

—Exactamente. En Tigre hay medios que potencian algunas cuestiones. No deberían haber puesto a Lauría de frente y de perfil. Es algo que surgió de medios que no ven en Tigre un municipio amigable.

—También tuviste que enfrentar en Tigre una caravana de autos en contra de la cuarentena el 25 de mayo. En ese momento dijiste: “Tenemos cámaras que identifican a las personas que hicieron la manifestación y las pusimos a disposición de la Justicia”. ¿Hay delito en eso?

—El rompimiento de la cuarentena es un delito. Nosotros no determinamos que haya sido un delito. Pero sí tuvimos muchas llamadas denunciando la situación.

—Eventualmente sería una contravención.

—Hay que ver el contexto. Había muchos vecinos que protestaban contra esa manifestación. Nos marcaban que debíamos hacer algo contra ese supuesto rompimiento. Hicimos lo habitual en casos así ante denuncias de vecinos: poner a disposición de la Justicia ese hecho para que evalúe si constituye o no constituye un incumplimiento de la norma penal.

—¿La gente ya no aguanta más la cuarentena?

—La gente está angustiada y con mucho cansancio con respecto a la cuarentena. Y eso sucede en un marco muy complejo porque estamos frente a un aumento de casos. No podemos tirar por la borda todo el esfuerzo que se hizo. Estos más de cien días nos sirvieron para anticiparnos y generar un contexto sanitario y social para atender la crisis. Generamos el centro de aislamiento, pudimos reconvertir un hospital con treinta camas para atender a nuestros vecinos. Rediseñamos la ayuda alimentaria con los nuevos actores que antes no venían en búsqueda de alimentos.

—La clase media baja que antes era autosustentable.

—Exactamente. Tuvimos que llegar a eso. Lo hicimos con ayuda del Estado nacional. A eso sumamos una orientación de nuestros recursos destinados ahora hacia cuestiones básicas como salud, seguridad, la cuestión de la recolección de residuos, básicamente.

“Este año no tuvimos muertes o asesinatos en ocasión de robo. Tenemos 2 mil cámaras de seguridad.”

—¿El germen de eclosión estará en personas de clase media vulneradas?

—De esos sectores pueden venir reclamos legítimos en función de la situación en que se encuentran. Hay un presidente de la Nación con visión muy amplia y de apoyo a los sectores mayoritarios de la Argentina, y que va a estar a la altura de las circunstancias. Va a haber políticas activas para proteger a esos sectores.

—¿Cómo será el protocolo para Tigre el lunes 3 de agosto, cuando se acabe esta fase actual?

—Conviviremos largo tiempo con la pandemia. Por lo tanto, tenemos que hacer los esfuerzos necesarios para atacar o enfrentar estos dos desafíos: el sanitario y el económico. No podemos dejar que la economía se caiga. Nuestros ingresos municipales tuvieron una reducción de entre un 20% y un 25%. Ya elaboramos protocolos de actuación. Nos faltan muchos más, vinculados especialmente al turismo.

—¿Veinticinco por ciento de caída de los ingresos implica 25% de déficit?

—Bajamos costos y salarios de funcionarios; también los de los grandes contratos del municipio: el de obras verdes y otras obras públicas. No hacemos obras públicas este año. Tampoco están en marcha actividades deportivas, culturales o vinculadas al turismo.

—¿Cuál sería entonces el déficit?

—No tenemos déficit. Lo que entra es lo que sale. Nos ajustamos a la realidad económica del municipio. ¿Eso implica que en el futuro vamos a estar bien? No: cuando tengamos que iniciar actividades, vamos a tener que rediseñar nuestro presupuesto.

—¿Cómo afectará a las elecciones la crisis económica inevitable, más allá de las ayudas del Gobierno?

—Lo que habrá que analizar es el resultado de la pandemia. Cuál es el balance de la sociedad sobre la administración de la pandemia. Qué hicieron los gobiernos nacionales, provinciales y locales. Eso creo que va a ser un dato importante.

—¿Será más importante que la economía?

—Sí, porque será sobre algo más importante que la economía, que es la vida. Son los ciudadanos quienes evaluarán positivamente la actuación del gobierno nacional. También incidirán las políticas que desarrolle nuestro presidente a partir de la cesación de la crisis. Las elecciones llegarán seguramente en un momento en que la economía va a empezar a crecer.

—Crecer respecto de este año.

—La pandemia va a terminar; luego habrá una caída mayor. Después llegará la recuperación económica.

—Néstor Kirchner atendía personalmente a los intendentes del Conurbano. ¿Alberto Fernández reproduce el mismo mecanismo?

—No hablé con Alberto Fernández, salvo cuando visitó la planta de Volkswagen.

—¿Por qué recibe y atiende a otros intendentes y no a vos?

—No me parece que sea una cuestión discriminatoria. Simplemente no se dio la oportunidad. Pero sí charlé con el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero. También con otros funcionarios.

“Lo que nos diferenció con Sergio Massa fue la mirada sobre lo que significó el macrismo en el poder.”

—¿Te llevás mejor con Axel Kicillof?

—Me llevo muy bien con Kicillof. Es un dirigente muy cercano. Lo pude comprobar en la crisis de San Jorge. Nos hablábamos todos los días, estaba al tanto de la situación. Tiene una actitud interesante. Es un gobernador que no flota. Vimos a muchos gobernadores que ataban su suerte a la del presidente.

—¿Te referís a Daniel Scioli concretamente, de quien se decía que, siendo acuanauta, flotaba?

—Sí. También sucedió con María Eugenia Vidal. Y pienso que Kicillof tiene la actitud de decir las cosas, de plantear los problemas.

—¿La diferencia estaría en que Kicillof tiene un perfil autónomo de Alberto Fernández, cosa que no pasaba con Scioli y Vidal, que dependían del presidente?

—No es que sea diferenciado. Pero sí pone en valor el rol del gobernador de la provincia de Buenos Aires. No se trata de desafiar al Presidente, sino de sacar a la provincia de su postración. La coparticipación actual hace que la provincia no sea viable. El gobernador intenta poner en agenda esa situación. No solo ante el Presidente, sino ante todos los gobernadores.

—Vidal sí enfrentó al gobierno nacional en cuanto a la modificación de la coparticipación.

—Participé en esa primera etapa, pero no tuvo persistencia en ese reclamo. En su primera etapa, Vidal sí hizo una conferencia de prensa y nos invitó a los intendentes. Lograr una nueva coparticipación debe ser una política de Estado para los bonaerenses.

El intendente de Tigre, Julio Zamora, en la entrevista con Jorge Fontevecchia.
“Personas liberadas por el coronavirus que volvieron a delinquir: fueron detenidos por el servicio de seguridad ciudadana”. (Foto: Marcelo Dubini)

—¿Cómo te llevabas con Vidal?

—Bien. Conversé con ella cuando terminó su mandato. También lo hice durante su gestión. Obviamente teníamos diferencias en lo político, hablábamos cada uno desde su lugar. La relación fue buena, con ella y los con funcionarios de su gobierno también.

—Jorge Ferraresi dijo en esta serie de reportajes que Vidal fue la peor gobernadora de la historia y luego Grindetti y Jorge Macri dijeron que era la mejor. ¿Cuál es tu opinión?

—Los extremos en política son siempre inconvenientes. Vemos que hay dirigentes que hablan de independencia para sus provincias, que hacen acusaciones sin mucho fundamento sobre el asesinato del ex secretario de la vicepresidenta, por ejemplo. La Argentina necesita de una etapa de racionalidad y de consensos. La gobernadora hizo lo que pudo en una provincia que es inviable. Ni más ni menos. Sus antecesores podrían haber hecho mejor las cosas porque la Provincia no estaba en la situación en que estuvo cuando ella gobernó. No fue ni la mejor ni la peor gobernadora. No son formas de catalogar a un dirigente político.

—Dicen que Máximo Kirchner califica el vínculo de cercanías y desavenencias entre el Presidente y la vicepresidenta diciendo que son como Pimpinela: se acercan y se alejan continuamente. ¿Cuál será el futuro de la coalición?

—El espacio del Frente de Todos es heterogéneo, con distintas visiones, espacios políticos y dirigentes. Por primera vez el peronismo tiene un presidente de la Nación sin la imagen de gran caudillo. Eso creo que aporta a la construcción democrática.

—Alguien que podría no ser peronista.

—Eso va a aportar mucho a la construcción democrática de nuestro espacio. Estamos ante un hombre que tiene valores, que entiende muy bien el rol de la ex presidenta de la Nación, su valor simbólico y político. Sabe de su peso político dentro del espacio. Un tránsito que está administrando muy bien. No recibe órdenes de ella. Administra el espacio de una manera muy inteligente.

—¿Qué significa culturalmente para el peronismo no tener un caudillo como presidente?

—Ese es el gran desafío, que nos va a permitir horizontalizar nuestro espacio político, darle contenido democrático. Los partidos políticos en la Argentina deben tener vida interna. Mi experiencia personal en el último cierre de listas es un punto a tener en cuenta. Los partidos políticos que no permiten la discusión democrática dirimiendo las diferencias mediante elecciones democráticas no contribuyen a su fortalecimiento. Es el gran debate que nos debemos. Pertenezco al Partido Justicialista y pretendo que mi partido sea orgánico. Que sea un partido con hombres y mujeres capacitados, que respeten nuestros principios. Cuando un ciudadano decida votar por el Partido Justicialista, debe pensar que va a defender el trabajo, a las pymes, a los sectores más vulnerables. Muchas veces la ciudadanía no tiene muy en claro eso. Lo que vota son personas. Es una etapa de fortalecer los partidos políticos.

—Alberto Fernández se refiere a sus “locos” y los “locos de la oposición”. Es la misma figura que utiliza Horacio Rodríguez Larreta para referirse a la parte más radicalizada de su coalición. Parecería que en la coalición gobernante son más radicalizados. ¿Es posible que esos “locos” de la coalición gobernante se queden cristalizados en esa perspectiva y en el futuro terminen generando un partido político aparte, una escisión? ¿O ser parte del Gobierno los irá tornando razonables?

—Depende mucho del liderazgo que alcance el Presidente. Es el gran desafío que tenemos en la etapa de construcción. Este frente heterogéneo tiene que pasar a ser uno con premisas. Hay cuestiones en las que debemos estar todos de acuerdo. También es muy sano que haya diferencias. Nuestro presidente debe intentar que las discusiones se den hacia adentro del espacio. Y solo en último caso, y cuando sea muy explícito, anunciarlas públicamente. No contribuye que estemos todo el tiempo diciéndole a nuestro presidente si hizo bien o mal, ni que tenga todo el tiempo que dar ese tipo de explicaciones.

—Si la tarea de Alberto Fernández fuera institucionalizar al peronismo como partido: que se voten ideas y no personas, ¿el peronismo se convertiría más en un partido que en un movimiento?

—El movimiento siempre es importante; el partido es la herramienta. Esa herramienta tiene que tener una tarea democrática. Lo que hace el movimiento es aunar sectores de poder: las organizaciones sindicales, las empresarias, nuestras pymes, también a ese nuevo actor que son los movimientos sociales.

—¿Le pasará al peronismo lo mismo que a los radicales, que con la experiencia en el gobernar, con los años, se convirtió en un partido institucional que trascendía a los candidatos?

—Hay cuatro etapas: la etapa doctrinaria, la de la toma del poder, la dogmática propia de los partidos y movimientos y, finalmente, la etapa institucional. La labor de nuestro presidente es construir esa etapa institucional de nuestro movimiento.

“Tuve que despedir al secretario general y de Economía del municipio porque no cumplió la cuarentena.”

—¿A qué momento de la historia del peronismo le corresponde el adjetivo de “dogmático”?

—Fueron varios, sobre todo el primer peronismo. Fue una etapa en la que se actuaba según los principios del dogma.

—¿Ese dogmatismo volvió en la última presidencia de Cristina Kirchner?

—Hubo un momento en que el movimiento representado por Cristina tuvo una acción centrípeta. Hubo muchos dirigentes que no nos sentíamos parte de la construcción del espacio: lo mismo pasó con sectores sindicales y políticos.

—¿Fue el origen del Frente Renovador?

—Fue lo que dio origen en su momento al Frente Renovador.

—¿Se puede aplicar a tu relación con Sergio Massa aquello que decía Plutarco: “Mal favor le hace el discípulo al maestro continuando discípulo”?

—Hay algo de eso. Tengo un gran respeto por Sergio Massa, por todo lo que construimos juntos. Llegó un momento en nuestra construcción en el que hubo evaluaciones diferentes sobre cómo nos posicionábamos ante el macrismo consolidado en el poder. Nos parecía que tendríamos un gobierno neoliberal por mucho tiempo más. Así es como trazamos caminos distintos, pero en un mismo espacio. Desde el año 2017 y en cuestiones internas, que aluden a la conducción de lo que fue el Frente Renovador en Tigre, tomé distancia. Construí consensos junto a distintos sectores de lo que era Unidad Ciudadana y del peronismo histórico, pensando en la unidad. El resultado es una fuerza sólida tanto desde el punto de vista político como desde el punto de vista de nuestra gestión municipal. Allí se bifurcaron los caminos.

—Fue en 2017, cuando Cristina fue candidata a senadora.

—Mi espacio político evaluó que hasta ese momento habíamos sido de algún modo funcionales a Mauricio Macri.

—Si Cristina iba por un lado, Randazzo por otro y el Frente Renovador aparte, ¿eran funcionales al macrismo?

—Es la evaluación que hicimos para iniciar el camino de la unidad.

“Algunas normas en un AMBA con tantas particularidades sociales son impracticables.”

—Vos asumiste primero por renuncia de Sergio Massa.

—Exacto.

—Pero las primeras elecciones que vos ganás fueron en 2015. Fuiste candidato del Frente Renovador con 43% de los votos. En ese momento competiste contra Sergio Szpolski, del Frente para la Victoria, que tuvo 26%, y Cambiemos, con Eduardo Casaretto, que llegó a un 23%. En 2019, juntos llegaron al 56%. Igual Cambiemos aumentó: porque pasó el 34% en 2019... Veo que te sonreís cuando menciono a Szpolski...

—Fue una campaña muy pintoresca.

—¿Por qué?

—Teníamos a un candidato que entraba con altavoces al municipio, que hablaba con los empleados, que hacía un juego muy raro de la política, con consignas propias de otros ámbitos. No era un candidato tradicional. Luego, hicimos la unidad con mis colegas de Unidad Ciudadana y ellos me contaron detalles curiosos. Los sábados no hacía campaña por su condición religiosa. Y eso ponía mal a quienes eran sus compañeros.

—¿Sergio Massa quiso en 2019 que la candidata fuera Malena Galmarini, su esposa?

—Ese fue el origen del conflicto.

—¿Cómo lo resolvieron?

—Hasta último momento estuvimos frente a una situación crítica. Nos ofrecían algo así como “un boleto de colectivo” por participar dentro del frente. Nos pareció injusto. No solo por la democracia, sino porque fuimos protagonistas en la construcción de la unidad.

—¿Iban a ir divididos? ¿Vos por un lado y Malena por el otro?

—Sí.

—¿Quién los unió?

—Hubo una labor quizá más explícita del actual presidente de la Nación. También incidieron otros dirigentes, que no puedo nombrarlos, porque no tengo pruebas.

—Convencieron a Sergio para que no fuera Malena.

—Lo convencieron de que la condición que ponía para la unidad no era correcta. En ese momento, la sociedad nos consideraba positivamente, algo que continúa siendo así, la tenemos obviamente actualmente y creíamos que era...

—¿Te amigaste después de eso con Massa?

—No.

—¿El respeto que dijiste que tenés por él no es mutuo?

—Lo hice por respeto a los vecinos de Tigre. Por ese respeto tenemos la situación actual.

—Massa promovió en su momento la aprobación de una ley para que los intendentes no puedieran ser reelectos más de dos períodos. Dicha norma ahora está en discusión: hay muchos que piensan que habría que modificarla. ¿Cuál es tu visión al respecto?

—Podría contestarte con algún formulismo del estilo de “estoy pensando ahora en la pandemia...”. Pero son limitaciones que estableció la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires y hay que respetarlas, independientemente de que uno considere que podría quedarse un poco más o un poco menos. No es mi caso, pero a algunos dirigentes o intendentes jóvenes les puede obstaculizar su carrera futura.

—Si no se modifica y hay que respetarla, ¿la próxima intendenta sería Malena?

—En 2023 vamos a construir un candidato fruto del consenso de todos quienes integramos el Frente de Todos.

—Hay una acusación de que hay cinco familiares directos tuyos trabajando en el municipio, ¿cuál es tu descargo?

—La cuestión del nepotismo no considera el mérito. No son todos familiares, algunos tienen ese mote, pero no son familiares míos. Son sobrevinientes. Se pusieron de novio con mi cuñada y les dicen familiares. La gran mayoría de los familiares son funcionarios públicos profesionales. Trabajan cada día y se van.

­“Hay dos riesgos: uno vinculado a la inseguridad y otro referido a la cuestión social.”

—¿Les bajaste el sueldo junto con todos los demás funcionarios?

—Sí. A la mitad lo que significa el tiempo pleno de ellos. Sería un 25% de rebaja remuneratoria durante un tiempo determinado. Además se van conmigo, o sea, son funcionarios que vienen y se van conmigo. La cuestión del nepotismo está vinculada a la falta de mérito.

—¿Cuántos son los que llegaron con vos y se irán con vos, si no son cinco?

—Tengo tres familiares. También hay una hija mía que entró antes de que yo fuera intendente.

—Tigre es un municipio que se transformó mucho en los últimos treinta años, que tuvo un intendente muy particular como Ricardo Ubieto, electo por el voto popular desde 1987 hasta su muerte, en 2006, y que además había sido intendente en la dictadura, entre 1979 y 1983. En su gobierno se lanzaron las cincuenta urbanizaciones que dan la nueva fisonomía al partido. ¿Cuál es tu balance de su gestión?

—Si usted le pregunta quién fue el mejor intendente a cualquier vecino de Tigre, la respuesta será Ricardo Ubieto. Es parte del imaginario de nuestra comunidad. Lo respetamos. Las urbanizaciones le aportaron valor agregado a nuestra comunidad. Calcule que esos terrenos eran propicios para la ocupación, como se dio en otros municipios de la provincia de Buenos Aires. Es lo que ha hecho a Tigre distinto, y produjo un desarrollo económico muy poderoso. Tigre tiene urbanizaciones. A eso se suman los desarrollos urbanos actuales, la cuestión vinculada a la industria, el turismo. Son ejes que continuarán. En esta etapa, en la que el tema de las urbanizaciones está muy cuestionado por los asuntos vinculados a lo medioambiental, debemos mirar el futuro de una manera que incluya sí o sí lo ambiental, lo social y lo económico. El triple impacto de la gestión.

—¿Ubieto hubiera podido hacer su obra si hubiera sido peronista?

—Creo que sí.

—¿No están en contra de los barrios privados?

—Tenemos buena relación con ellos. Queremos no estigmatizar a los barrios cerrados. Salir del prejuicio de que en los barrios cerrados viven solamente los ricos.

—Una estigmatización propia de esos “locos” a los que se refiere Alberto Fernández.

—Sabemos que tenemos que comprender la política de esa manera. No somos un municipio como otros del AMBA, que tienen una actitud más dura.

—Tu foto de Twitter es un primer plano de tus ojos azules. ¿Tiene alguna ventaja electoral en Tigre?

—La foto tiene que ver con la última campaña. En ella nos ayudó mucho Ernesto Savaglio.

—Recientemente fallecido.

—Lamentablemente, sí.

—Supongo que para Savaglio no debe haber sido secundario un análisis semiótico del color de los ojos en un municipio aspiracional.

—El color de los ojos y los anteojos, que puso en valor. Nosotros habíamos hecho algo muy casero y él le dio ese toque mágico que tenía.

—¿Podríamos decir que Tigre, en algún sentido, es un municipio que se parece más a la Ciudad de Buenos Aires que a los del Conurbano?

—Tiene algunas características similares a las de la Ciudad de Buenos Aires. Convivimos con bolsones de sectores muy vulnerables. Hay barrios con muchas necesidades.

—Si Ricardo Ubieto no hubiera hecho esos cincuenta barrios privados, hoy Tigre quizá se parecería a José C. Paz o a Florencio Varela.

—No quiero nombrar a ninguno para no estigmatizar. Pero habría situaciones comparables a la de Moreno, con grandes urbanizaciones y sectores vulnerables No es un demérito gestionar esos municipios. Es más, tiene mucho mérito la labor de sus intendentes.