COLUMNISTAS
Apuntes en viaje

Vida de corral

En la mayoría de los pueblos mi experiencia con lo animal se limitó a la contemplación: vacas que comían todo lo que encontraban en el camino, incluidas cortinas y plásticos.

20191808_inundacion_martatoledo_g.jpg
Vida de corral. | Marta Toledo

No hay nadie a quien la victoria rotunda de Alberto Fernández no haya tomado por sorpresa, incluso al candidato mismo, que prácticamente se ve en la obligación de presentar un plan de gobierno para que el país no colapse en manos de Mauricio y la especulación financiera. Noté en los votantes opositores cierta melancolía, cierta incredulidad frente a la posibilidad de ganar ante al despliegue de recursos oficialistas. Como si la elección, con los antecedentes de Smartmatic, fuera una farsa. Por un lado, medios tratando de crear una realidad paralela en la que Macri crecía y reducía la brecha. Por otro, encuestadores que urdían números a pedir de boca, como si la encuesta incidiera en la opinión pública y definir el cabeza a cabeza que presentaban. En tercer lugar, la inversión descomunal en micromarketing: se creó un Macri para cada segmento social, que fue resquebrajándose cada vez que el Macri de carne y hueso salió a escena vociferando incoherencias del tipo “no se inunda más, no se inunda más, carajo”. La emergencia de una figura marginada del kirchnerismo de pronto empezó a disolver la grieta que le otorgaba sobrevida a un proyecto financiero sin visión política pero con mucho marketing como el del PRO. Alberto Fernández, veterano escarmentador de Cristina, junto a Massa, terminaron de inclinar a los indecisos del electorado hacia el peronismo, y parte de la grieta quedó anulada, aunque ciertos medios sigan empleando el término “kirchnerismo” como cuco electoral.

En medio, nada menos que en el templo de los estancieros, tal vez el conflicto gaucho versus veganos haya exacerbado otro tipo de grieta hasta entonces disimulada. ¿Hasta dónde puede servirse el capitalismo de la bestia sin dinamitar la conciencia del género? Los veganos piden humanidad en el trato para con el animal. Los gauchos tratan a los veganos como bestias. En la defensa de derechos, hay un desplazamiento de ánimas y protagonismos que décadas atrás habría sido impensable, aunque comenzaran a perfilarse ya hábitos alimentarios no cárnicos.

Recuerdo que en los 90 ser vegetariano era una rareza y comer afuera era un problema no solo en la Argentina, sino en buena parte del mundo, salvo India. En la India, por el contrario, el respeto por los animales y la tradición vegetariana eran tan milenarios que encontrar dónde comer un curry de pollo en el sur del país era prácticamente imposible. Las primeras veces que pregunté, con total ignorancia, dónde podía comer curry de pollo o cordero me miraron probablemente como los veganos a los gauchos que repartían fustazos a lo loco. Los lugares para ese tipo de comida eran periféricos, casi antros de perdición, o locales musulmanes. Después de probar un par de veces y comprobar que el curry indio de antro no se parecía mucho al de los restaurantes occidentales, acepté que la comida vegetariana del sur era deliciosa y prescindí de antojos cárnicos durante el resto del viaje. En la mayoría de los pueblos mi experiencia con lo animal se limitó a la contemplación: vacas obesas que comían todo lo que encontraban en el camino, incluidas cortinas y plásticos. Gallinas y cabras descontroladas. Algún cerdo meditabundo que aparecía, evitando cruzarse con otros animales, ajeno a la vida de corral. Monos que en lo alto esperaban el momento oportuno para lanzarse en busca de algún botín, casi como los encuestadores que en cada elección tienen en vilo a la mitad del país.

Esto no le gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite