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“Todos unidos triunfaremos”. En 2015 votaron por Macri quienes en 2019 lo hicieron por Lavagna, Espert, Gómez Centurión, y en ballottage, parte de los de Massa. | Telam / prensa Frente de todos

“Vienen 20 años seguidos de peronismo, cada fracaso del no peronismo alarga el ciclo de la próxima etapa peronista: 10 años de Menem tras el fracaso de Alfonsín, 12 años de kirchnerismo tras el fracaso de De la Rúa, y serán 16 o 20 años tras el fracaso de Macri”, se escucha decir. Siempre hay que desconfiar de prospectivas en momentos de euforias parciales porque la historia muestra que no existieron los previstos 16 años K consecutivos, ni los mismos 16 años M con 8 de Macri y 8 de Vidal o Rodríguez Larreta.

Por fortuna, la Argentina no es como elogiosamente destacó en el acto del 17 de Octubre a la provincia de La Pampa su gobernador, Carlos Verna, por llevar 36 años seguidos de gobiernos peronistas (y camino a 40 años con el seguro triunfo que conseguirán en las elecciones próximas), uno tras otro ininterrumpidamente desde la recuperación democrática, en 1983, porque uno de los requisitos de la democracia es la alternancia en el poder. Pero sí tuvo razón Verna al decir que el panperonismo, o los partidos y sectores del “campo nacional y popular”, se tuvieron que unir dejando de lado sus diferencias para poder derrotar a Macri porque cuando fueron separados perdieron.

No puede fallar lo que no existió. Las ideas económicas de Macri fueron contradictorias

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Lo mismo vale para el otro sector (¿el del campo “internacional individualista” desde la perspectiva kirchnerista?): si hubiera habido una unión de los votos de Lavagna, Espert y Gómez Centurión alrededor de Juntos por el Cambio, ese sector podría haber llegado al ballottage, y si Sergio Massa no se hubiera unido al peronismo-kirchnerismo en esa segunda vuelta, parte de sus votos hubieran ido a Juntos por el Cambio, como sucedió en 2015, posibilitándole aquel triunfo.

El contraste de estas dos experiencias en 2015 y 2019 confirma que hacer política es, primero, construir mayorías, y el principal error de Macri en 2015, potenciado en 2017, fue no saber construir una mayoría a través de alianzas con aquellos con quienes tenía diferencias pero también coincidencias. Como explicaba Mao Zedong, hay diferencias entre las contradicciones principales y secundarias, o sea, las contradicciones antagónicas y las contradicciones dentro del mismo campo o grupo.

Hubo una época en que el antikirchnerismo era la contradicción principal de Sergio Massa, compartida con Cambiemos. Pero fue cediendo por la incapacidad de Macri de realizar concesiones recíprocas que alimentaran esos intereses comunes con Massa, para quien su contradicción principal terminó cambiando hacia el antimacrismo, pasando entonces a coincidir con la contradicción principal del kirchnerismo.

El año pasado, la posible candidatura de Lavagna con un fuerte respaldo del peronismo no kirchnerista (Alternativa Federal, Frente Renovador, etc.) hubiera sido favorable a las posibilidades de que Macri fuera reelecto porque dividía el “campo nacional y popular”. De la manera que quedó, la candidatura de Lavagna terminó siendo favorable a la derrota de Macri porque restó más votos de Juntos por el Cambio y se convirtió en lo inverso de la ecuación anterior, donde restaba más del Frente de Todos.

La estrategia electoral posPASO de Juntos por el Cambio con evidentes mensajes de derechización en el discurso, como acerca del aborto, no busca construir una mayoría sino consolidar una minoría lo más significativa posible. Es probable que sea el único camino posible a esta altura de las circunstancias pero, para volver a tener posibilidades de construir una mayoría en 2023, necesitará otra estrategia y un significante que no sea Macri. Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal dieron muestras en sus distritos de construir mayorías sumando a su gestión a dirigentes del Frente Renovador y de los propios radicales que, a nivel nacional, Macri expulsaba.

El ex ministro de Economía de Vidal en la Provincia, Hernán Lacunza, está más cerca de las ideas de Roberto Lavagna, de quien incorporó parte de sus colaboradores en 2003-2006, más cerca también del peronista Martín Redrado, con quien Lacunza hizo su carrera en la Fundación Capital, y más cerca del radical Alfonso Prat-Gay, quien asesora económicamente a Vidal.

Lo que falló de Macri fue su idea sobre el poder. No supo construir mayorías políticas

Para Cristina Kirchner esta crisis económica demuestra que fallaron las ideas y no el muñeco, como denominó a Mauricio Macri, oponiéndose a lo publicado por el diario económico Financial Times, que difunde la tesis de que quien falló fue el ejecutor de las ideas, Macri, quien se habría comportado, según el diario económico, como un “idiota”.

En realidad, el pleno “neoliberalismo” recién se aplicó a partir de mediados del año pasado con el plan del Fondo Monetario Internacional; antes hubo una mezcla del keynesianismo de Prat-Gay (el gradualista), del fundamentalismo monetario de Sturzenegger y un neoliberalismo tarifario. Se aplicaron ideas contradictorias, en gran medida porque no se contó con mayorías que permitieran aplicar un conjunto coherente y acordado de ideas. Simplificadamente, falló la idea política y no hubo idea económica.