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La globalizacion de las dicotomias

Sistemas de creencias en los liderazgos

Cuando hablamos de los sistemas de creencias de los mandatarios, nos referimos esencialmente a aquella visión de mundo que subyace en toda mirada política, desde un sistema de gobierno hasta el rol de la economía.

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Cuando hablamos de los sistemas de creencias de los mandatarios, nos referimos esencialmente a aquella visión de mundo que subyace en toda mirada política, desde un sistema de gobierno hasta el rol de la economía. Estas creencias definitivamente imprimen una personalidad a los liderazgos presidenciales, una identidad que se plasma en su estilo y en la toma de decisiones.

Pero previo a la toma de decisiones, los líderes construyen relatos, narrativas que tienen a estas creencias como cimientos. Como se basan en “percepciones” sobre la realidad, a veces es más plausible observarlos como “mitos”, narrativas cuya profundidad apunta a dotar de sentido y escenario a situaciones de la vida real.

En el caso de Jair Bolsonaro, presidente electo de Brasil, podríamos hablar de un sistema de creencias erguido en torno a un nacionalismo como fuente identitaria primaria, la misma que se siente amenazada por la mismísima globalización, en el entendimiento de que lo foráneo atenta contra las identidades nacionales, o locales. Asimismo, tiene una cosmovisión ultraconservadora en cuestiones de género, por lo que en concordancia con sus visiones de mundo, la narrativa discursiva apunta a ofrecer no solo un mantenimiento de privilegios sino una lucha contra los avances en materia de igualdad, de género y de educación sexual, y por supuesto contra el demonio del marxismo.

Donald Trump, salvando las distancias con Bolsonaro, también tiene un sistema de creencias sostenido por pilares nacionalistas. También la globalización es un problema, al que el líder estadounidense le ha respondido con su visión de proteccionismo. Estados Unidos está predestinado y debe recuperar su grandeza. Las narrativas construidas lo han acompañado, como “hacer América grande nuevamente”. El estilo de Trump, sobre el que se han escrito innumerables artículos, tiene un denominador común, un liderazgo de tipo mesiánico, que lo impulsa a comunicarse a través de sus redes, generando noticias muchas veces falsas que han logrado el cometido de que la opinión pública desconfíe de los medios de comunicación.

En Argentina, hablando del presidente Macri, partimos de una gran diferencia de estilo en cuanto a lo disruptivo de sus pares. La cuestión identitaria en su sistema de creencias refleja un pensamiento de corte neoliberal, con una determinación pragmática devenida de una historia familiar de tradición empresaria. Un presidente cuyos supuestos básicos indican que no se siente cómodo con “lo popular”, y que narrativamente también ha construido escenarios donde se pide “esfuerzo”, porque la causa de todos los males es la historia del país, la corrupción y los “70 años de fiesta que no se pueden arreglar en tres”.

Las creencias de los líderes (tanto con raíz progresista como conservadora) son la esencia de su impronta presidencial, y sus relatos, y cuando hablamos de “globalización de las dicotomías” nos referimos a que las construcciones narrativas tienen un común denominador arquetípico de bueno o malo, amigo o enemigo no solo en Argentina, sino en el mundo. Para Bolsonaro hay que combatir la ideología de género, y todo lo que huela a “rojo”. En el caso de Trump ha culpabilizado a los inmigrantes que le sacan el trabajo a los nativos, respondiendo con políticas proteccionistas. Y Macri con un estilo menos abrupto también ha sacado fortaleza con la “pesada herencia y la corrupción”. Habrá que ver la vigencia de este enemigo para las próximas elecciones.

En la gran mayoría de los países se siente un malestar democrático, condición peligrosa si consideramos que su desconfianza puede sembrar bases hacia un estilo más autoritario. La realidad es que estos sistemas presidencialistas (híper) conllevan grandes dificultades para generar gobiernos de consensos, gobiernan sobre una bisagra riesgosa, y en la actualidad combaten los populismos (los tres gobiernos que aquí se mencionan), básicamente porque colisiona con sus creencias culturales. Hay una resignificación constante de la política, y los gobernantes, con el aditivo de que la opinión pública no es estática, a veces las creencias de los ciudadanos coinciden con las de sus líderes, y otras no tanto, pero el vínculo entre ambos es el relato y la narración, la armonía entre ambos genera estabilidad, y la discordancia, los momentos de crisis.

*Politóloga.