COLUMNISTAS
fragmentacion y expectativas

Porosidad en el tejido social

20181109_1358_columnas_2017_G20_Hamburg_summit_leaders_group_photo
unidad. “El G20 representa una vidriera clara para nuestro país”, dice la autora. | ap

En Crónica de una muerte anunciada, García Márquez mezcla mito y realidad. Santiago Nasar era el único que no sabía que iba a ser asesinado. A su alrededor se respiraba muerte. El no lo percibía. Realismo mágico que busca insertar lo extraordinario en la normalidad de lo cotidiano: imposibilidad de acceder al conocimiento de la verdad, violencia, fatalismo y honor utilizado como un implacable mecanismo de venganza al que hay que acudir para restaurar el orden de la moral colectiva.
Argentina sumida en un final preanunciado. El FMI que prácticamente vaticina el default. Un gobierno en plena campaña marcando agenda que no precisamente responde a las demandas sociales sino más bien a mapeos electorales. Mediciones, autopostulaciones en Cambiemos e incluso posibles escenarios de rearme del equipo de gobierno con desplazamientos en puerta.
La Mesa de Acción Política del Partido Justicialista incorpora a Felipe Solá. El acercamiento a Camioneros tiene un objetivo claro. Hoy, Hugo Moyano nuclea el poder sindical. Una vez más, divergencias y acciones contrarias a lo que se pregona. “Vamos por la unidad del peronismo”… ¿Y los gremios?
El peronismo se unifica desde la unidad del movimiento obrero. Su desarticulación es caldo de cultivo y campaña a favor del gobierno de turno. Massa no demoró en buscar cautivar a Emilio Monzó.
Pareciera que el mundo deseara que Argentina prospere. El G20 representa una vidriera clara para nuestro país. El punto es que internamente se respira un aire distinto al que flota afuera. Todos saben cómo terminará la crónica, menos Argentina. La pregunta es: ¿lo sabe nuestro gobierno? ¿No puede o no quiere modificar el estado de la cuestión?
Durkheim analiza la relación entre el individuo y la sociedad. El tipo de solidaridad explica la forma en que los individuos se asocian entre sí. La solidaridad puede ser mecánica u orgánica. La orgánica –propia del industrialismo– supone la diferenciación y como consecuencia la recurrencia de conflictos que solo pueden superarse a través de alguna autoridad exterior que fije los límites. Es la conciencia colectiva la autoridad externa de tipo moral, social y normativa que se presenta no como la sumatoria de las conciencias individuales, sino como algo exterior a cada individuo resumiendo el conjunto de creencias y sentimientos comunes al término medio de una sociedad. Esta conciencia modela al individuo evitando el caos y conllevando el orden.
Hoy el Gobierno está alejado de constituirse en un ordenador social. Los gremios divididos. El peronismo, con una proliferación de figuras sin una propuesta de proyecto de país.
Bajo estas premisas la sociedad en su conjunto, atravesada por fugas recurrentes, expresa esa multiplicidad de visiones que no conversan, no intercambian puntos de vista. Solo discuten. Diálogo sórdido. Ese diálogo se torna en obsecuente puertas adentro del Gobierno.
El modelo clásico de clivajes entendidos como fisuras o escisiones sociales desarrollado por Lipset y Rokkan identifica cuatro tipos: Centro-Periferia, Estado-Iglesia, Propietario-Trabajador, Campo-Ciudad o Tierra-Industria.
Los partidos políticos cristalizan esa fragmentación social. El éxito para quienes deseen triunfar en las próximas elecciones estará en aquel espacio que cuente con la capacidad de bregar por los intereses nacionales y no sectoriales.
La unidad de espíritu afianza la paz (Efesios 4:3). La particularidad divide. Hoy debemos pregonar por la unidad nacional.

*Analista política (@GretelLedo).