COLUMNISTAS
amigos

Lo que el mundo no ve

imagen default
| Cedoc

Tengo un amigo que escribe novelas de fantasmas pero sus personajes no son sábanas que flotan sino ruinas de grandes edificios que se agitan en la noche; tengo una amiga que escribe delicadas piezas sobre donde los personajes se multiplican, se pliegan y dividen; tengo un amigo que escribe piezas de arquitectura musical para despertar a los insomnes; tengo una amiga que trama las vidas de escritores ya muertos de obras que nadie conoció y nadie recuerda; tengo un amigo que escribe novelas autobiográficas de tramas tan arborescentes y extendidas como las telas de araña; tengo una amiga que escribe relatos donde los cuerpos se convierten en materia de pensamiento y en sustancia de la nostalgia; tengo un amigo que entre dolor y queja clava pequeños recortes de madera hasta construir máscaras que te contemplan y  caballos cóncavos que no preparan el fin de Troya; tengo una amiga que escribe relatos realistas y fantásticos siguiendo la guía alucinada de los hexagramas chinos; tengo un amigo que pinta caras de dos o tres metros de altura, caras de bocas abiertas como su grito elemental y falso de que la Argentina no existe; tengo un amigo que filma documentales raros, excepcionales y hermosos y cuando era un director de cine exitoso consumía tanta cocaína que las actrices, en vez de preguntar, como era el chiste usual en el Hollywood de aquella época, con quién había que acostarse para actuar en su película, iban por los pasillos preguntándole a los productores con quién había que acostarse para salir de esa catástrofe; tengo una amiga que junta con prosa de mecánica infernal ajustada por los infiernos de la asociación libre el recuerdo de los amigos que acompañaron su vida y se perdieron en las noches de otros tiempos; tengo un amigo que piensa como nadie y escribe como ninguno y cuya noción de calidad y nivel de escritura parecen tan de otro mundo que nadie puede leerlo sin enloquecer y quien lo conoce puede olvidarlo; tengo una amiga que en sus libros revisa el amor como herida y la cauteriza a golpes de violencia contra el aciago dolor inmundo;  tengo un amigo que escribe novelas y cuentos con gauchos y marcianos cooptados por la estructura laberíntica de las madrigueras de Kafka; tengo una amiga que disipa la verdad del horror tras cortinados tejidos de plumetí y joyas de mostacilla. 

Lo que hacen me justifica y los hermana.