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Defensor de los Lectores

Las guerras, los medios y las informaciones tóxicas

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Primera Gruerra. La prensa de 1914/18 aceptó la censura y la manipulación. | cedoc

Cómo actuar durante o frente a situaciones bélicas o prebélicas, tanto en el espacio de los países que las están sufriendo directamente como en el contexto universal, es un tema de debate que lleva al menos un siglo y medio y que influyó de manera decisiva sobre las políticas de comunicación de los medios en no pocos tramos de los pasados cien años. Por solo mencionar algunos casos emblemáticos, los conflictos en Indochina (Francia primero, Estados Unidos luego), las dos grandes guerras mundiales, los novedosos métodos aplicados por los fundamentalismos políticos, económicos y religiosos en diversas situaciones y países, la Guerra de Malvinas (por no dejar fuera de la lista la tragedia desatada en la Argentina por la dictadura en 1982) son algunos de los hitos que comprometieron la buena práctica de este oficio.

La manipulación, la censura, la autocensura y la elección de uno u otro bando de manera casi cómplice fue una constante en cada uno de los casos citados y en otros, como el que en la actualidad pone en estado de creciente conflicto prebélico al mundo entero con amenazas cruzadas que van elevando su tono con el paso de los días.

A comienzos del siglo XX, el clima tenso en Europa crecía también de la mano de los medios que paulatinamente viraban de una exposición informativa relativamente criteriosa a una virulencia que estaba lejos de apagar fuegos y peligrosamente cerca de alimentarlos. Citado en un artículo de 20minutos.es, Pablo Sapag señalaba cinco años atrás: “La primera Guerra Mundial (1914/1918) marca el comienzo de una etapa que se prolonga hasta hoy en la que la lucha por la información que libran los aparatos de censura y propaganda y el periodismo se sistematiza cada vez más”. Sapag fue corresponsal de guerra en Afganistán, Kosovo, Argelia, Irlanda del Norte y Oriente Medio y es profesor de Historia de la Propaganda y de la Comunicación Social en la Universidad Complutense de Madrid. Lo que describía y vaticinaba Sapag se ve hoy reproducido casi con precisión quirúrgica  tras el ataque a la refinería mayor de Arabia Saudita por un grupo marginal yemenita con el empleo de un dron.

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¿Qué sucedió tras un bombardeo operado con tecnología en la que el hombre solo manipula ordenadores y pone su índice en Enter cuando todo está preparado para destruir?

Se esbozó una línea delgada entre la guerra y la paz, dibujada con la negra tinta del petróleo y alimentada por los conflictos que enfrentan  Estados Unidos y algunos de sus aliados con el  poder islámico extremo, o fundamentalista, o simplemente opuesto a los intereses norteamericanos en el Medio Oriente.  Así, la verborragia de Donald Trump hace sonar tambores de guerra, Irán responde con los suyos y el mundo queda expuesto al temible peligro de una conflagración sin final preciso.

¿Qué hizo la prensa internacional en la pasada semana? Observó y transmitió los hechos con una limitada objetividad, mostrando más imágenes que información primero y más interpretación que noticia a continuación. En algún medio, incluso, se llegó –por ignorancia o con intencionalidad– al ridículo de mostrar la imagen de un dron de uso doméstico, agrícola o recreativo como el medio empleado por los atacantes.

Este ombudsman pretende, una vez más, invitar a los lectores de PERFIL a no “comprar” con actitud aquiescente lo que ofertan desde sus portadas, o en soportes  electrónicos, ciertos medios comprometidos con alguno de los centros de poder involucrados directa o indirectamente en el conflicto. Es necesario, en estos tiempos líquidos (exagerando las definiciones de Baumann), mantener la atención presta y optar por la seriedad informativa, PERFIL incluido.