COLUMNISTAS
fotografias

La muerte y la niña

La historia del poder político en Argentina, o mejor dicho de su figuración, podría escribirse sin dudas siguiendo la secuencia impar de las fotos de Víctor Bugge, fotógrafo oficial de la Presidencia de la Nación.

victor bugge 11172018
Víctor Hugo Buggé es el fotógrafo oficial de Presidencia de la Nación desde hace casi 40 años. | FACEBOOK CASA ROSADA

La historia del poder político en Argentina, o mejor dicho de su figuración, podría escribirse sin dudas siguiendo la secuencia impar de las fotos de Víctor Bugge, fotógrafo oficial de la Presidencia de la Nación. Acabo de ver una muestra suya en el Complejo Cultural Plaza, de San Martín. Son varias las que me impactaron. Me detengo ante la imagen de Raúl Alfonsín tirando un taco de media altura a una pelota que ciertamente acata su gesto ágil y popular. Me detengo ante la imagen de

Carlos Menem con los Rolling Stones, el traje amarillo estridente de un presidente by Andy Warhol, más pop que nac&pop, que hace que Keith Richards, por comparación, luzca atildado y convencional. Me detengo ante la imagen de Fernando de la Rúa, encasquetado en una indumentaria exótica, sin dudas por una exigencia protocolar; que luzca ridículo no es el hecho, porque a cualquiera le habría pasado, pero sí su profunda ajenidad al respecto, su expresión de ausencia. Me detengo ante la imagen de Néstor Kirchner, sonriente y con la frente tajeada: el exceso de cercanía, por euforia, hoy más bien resulta puro exceso de imprudencia, por lo mismo.

Carlos Menem con los Rolling Stones, el traje amarillo estridente de un presidente by Andy Warhol, más pop que nac&pop, que hace que Keith Richards, por comparación, luzca atildado y convencional.

Esto no le gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Pero ninguna foto me impresionó tanto como esa que muestra a Jorge Rafael Videla saliendo a la puerta de la Casa Rosada; hay una nena pequeña parada ahí, está sola, mira a cámara. Existe otra foto de esa misma escena: Videla ha llegado hasta la nena, se inclina hacia ella, le hace un mimo con ambas manos en las mejillas. ¿Habrá algo más perturbador que la ternura del criminal absoluto? ¿Habrá algo más perturbador que la ternura del terrorista de Estado? Alguna vez me dispuse a escrutar los silencios de Videla, alguna vez traté de interrogarlos. Estos gestos, fotografiados por Bugge, me interpelan igualmente ahora.

¿Para tratar de comprender a Videla? Claro que no, en absoluto. Más bien para tratar de comprendernos a nosotros. Qué fue lo que hicimos. Qué nos pasó.