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año electoral

La candidatura de Lavagna

Parto desde el esquema que supone dividido al electorado en tres partes, una de Macri, otra de Cristina y otra indecisa y anhelante de renovación nacional.

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Parto desde el esquema que supone dividido al electorado en tres partes, una de Macri, otra de Cristina y otra indecisa y anhelante de renovación nacional. Es un supuesto que nos sirve para el análisis.

Ya hablé de las dos primeras opciones en notas anteriores. La tercera es el gran interrogante y, me atrevo a formularlo así, la gran esperanza de un amplio sector del país, que incluso podemos pensar mayoritario en una segunda vuelta electoral.

Entre viejos peronistas he escuchado decir reiteradamente, que el doctor Roberto Lavagna sería la mejor opción como candidato. Su nombre lo propuso el ex presidente Duhalde, e incluso previó un esquema con proyección histórica: que presida el país por cuatro años, que no acepte una reelección y que mientras tanto los actuales candidatos  “fuertes” se vayan preparando y haciendo propuestas a la sociedad para las etapas posteriores a esos cuatro años.

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Sin un planteo tan lineal, los viejos peronistas hablan de un compañero de la misma extracción, que además tiene penetración en el radicalismo (que incluso alguna vez lo propuso), que demostró calidad técnica en el empantanamiento del 2001, que supo manejarse con el Fondo Monetario Internacional y que se fue del gobierno de Kirchner denunciando maniobras en la obra pública. En plena sabiduría a los 78 años, se lo ve como una solución.

Siete dirigentes gremiales de primer nivel le manifestaron su apoyo: Barrionuevo, Cavalieri, Andrés Rodríguez, Lingeri, Maturano, Fernández de UTA y Gregorio Martínez. Parecería que como punto de partida –sin que sea el ideal–, alcanza y sobra. El ha dicho que aceptaría si se da un acuerdo amplio de sectores.  Lo cual no es fácil, ni me parece que pueda esperarlo como condición para aceptar.

Yo pienso que lo que falta es que Lavagna se autoproponga como cabeza de una patriada salvadora del país. No se le puede pedir que sea un caudillo, porque no lo es, pero sí se le puede plantear que sea un jefe que comande un proyecto, un plan de gobierno, una búsqueda de ese acuerdo que él pide y que solo él puede armar. El como jefe organizador de la costura de los retazos que hay que hilvanar, como jefe de esta etapa histórica y aunque suene demasiado solemne. El momento exige un grande que se ponga al frente del país, con credibilidad y con decisión.

Pero no se puede partir sin una estructura. Su base operativa óptima sería la de la agrupación Argentina Federal que ya ha expresado su disposición a competir en las elecciones, y que suma diez gobernadores de provincia, Schiaretti, Urtubey, Bordet, Manzur, Arcioni, Peppo, Rosana Bertone, Casas, Passalacqua y Zamora, y nombres de prestigio como Massa y Pichetto.  Hay una base territorial fuerte, que incluye el centro del país, el noroeste, el norte, la Mesopotamia y la Patagonia, y dirigentes de probada habilidad.

Quizás Lavagna no deba esperar que Argentina Federal lo designe sin discusión y sin presentarse a la interna de las PASO, donde debería competir principalmente con Sergio Massa o Urtubey, otros aspirantes a encabezar esa fórmula. Sería un acto de grandeza que hubiera un acuerdo en Argentina Federal, pero quizás Lavagna deba salir al cruce dispuesto a recorrer todas las etapas necesarias, dada la posibilidad real de derrotar al neoliberalismo desde un frente bien estructurado.

El dramático trasfondo es la situación del país, la pobreza en aumento, la recesión, el desempleo, la insensibilidad del Gobierno ante la realidad. No sé cómo se conformará el tiempo histórico que pide que la Argentina cumpla un rol en América Latina, que oscila entre Bolsonaro en Brasil y López Obrador en México. Con una sociedad occidental europea que ha abandonado el Estado de Bienestar para imponer las reglas crueles del neoliberalismo. Rescatemos la esperanza en la tercera posición tradicional, y en la fuerza histórica del peronismo con su poderoso voto cautivo.

*Crítico literario.