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Ruth Bader Ginsburg

¿Ícono cultural, estrella de rock o jueza?

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Washington. Homenaje a la magistrada frente a la sede de la Corte Suprema de EE.UU. | cedoc

La activista que en sus ‘80 se convirtió en un ícono legal, cultural y feminista, murió en Washington, DC el 18 de setiembre. Tenía 87 años.

Como artífice de la lucha legal por los derechos de la mujer en  los ‘70, Ginsburg, más conocida como RBG (Ruth Bader Ginsburg),  fue desde 1993  parte  de la Corte Suprema de Justicia de los EE.UU.,  el máximo tribunal judicial federal de su país. Nominada por Clinton y confirmada casi por unanimidad por el Senado, se convirtió con el tiempo en su miembro más prominente.

Nació en Brooklyn en 1933. Estudió en escuelas públicas y por ser una excelente alumna obtuvo una beca para ingresar en la prestigiosa  Universidad Cornell.  

Junto a Marty Ginsburg, su esposo por más de 50 años, estudió leyes en Harvard donde fue una de las 9 mujeres en una promoción de 500 hombres. A pesar de graduarse entre las primeras de su clase, no consiguió trabajo en ningún estudio jurídico ni se le dio la oportunidad  de realizar una pasantía en la Corte Suprema. Las puertas de estos espacios estaban cerradas a las mujeres.

Recién en 1963 la nombran profesora en la Universidad Rutgers, NJ donde junto a la formación de una mayoría de estudiantes mujeres, inició sin pausa su lucha contra la discriminación de género.

Diminuta y tímida, de voz suave y grandes gafas, con el intelecto y la actitud necesarios para enfrentar semejante tarea, RBG fue una pionera. En 1972 co-fundó el Proyecto de Derechos de la Mujer de la  Unión Estadounidense de Libertades Civiles para impulsar el cambio y la reforma sistémica en las instituciones que perpetúan la discriminación contra la mujer a través de la asistencia legal, el litigio  y la educación pública.

RBG buscaba empoderar a mujeres pobres, de color o inmigrantes sujetas a prejuicios de género y que enfrentaban barreras para la igualdad. Como artífice principal de esta batalla, ideó una estrategia cautelosa, precisa y resuelta a un objetivo: ganar.

En 1972 se convertiría en la primera Profesora de Leyes en la Univ. Columbia y cuando se puso la túnica de jueza, RBG ya había causado una revolución.

En los últimos años, sus iniciales cobraron vida propia. Para cuando tenía 80 años, era una especie de estrella de rock, objeto de un documental exitoso, de una película biográfica, de una opereta, de  productos con su apodo “Notorious RBG” y  de la portada del Time, entre otros.

Con su clásico humor, algo cínico, solía repetir que no se arrepentía “de casi nada”  en su vida profesional. “Creo que nací bajo una estrella muy brillante” aseguraba, para luego agregar: “La jueza Day O’Connor (la primera mujer que formó parte de la Corte Suprema de EE.UU) me dijo una vez: ‘Supongamos que hubiéramos llegado a la mayoría de edad en un momento en que las abogadas eran bienvenidas a los estudios jurídicos. Hoy, seríamos socias jubiladas de alguno de ellos, pero debido a que esa ruta no estaba abierta para nosotras, tuvimos que encontrar otro camino, y ambas terminamos en la Corte Suprema de los EE.UU’.

La muerte de RBG tendrá profundas consecuencias para la Corte de su país. En una declaración que le dictó a su nieta, Clara Spera, días antes de su muerte, mantiene sus fuertes convicciones: “Mi deseo más ferviente es no ser reemplazada hasta que se instale un nuevo presidente”.

Su muerte les da a los republicanos la oportunidad de reforzar el control sobre la Corte con otro nombramiento del presidente Trump para obtener mayoría. Lo que suceda en el escenario de una elección presidencial cercana será una pelea política sin guantes ni escrúpulos.  

El espíritu de esta mujer incansable queda entre nosotros cuando dice: “Algunos de mis fallos favoritos son  disidentes. No viviré para ver qué pasa con ellos, pero tengo esperanzas”.

*Neurocientifica.