COLUMNISTAS
por un destino común

Hay luces en la calle, no en la agenda

Las noticias no tienen nada que ver con lo que está pasando en la sociedad. Miremos más allá de lo que dicen los facciosos de la grieta.

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Reposo. | Pablo Temes

Tiempo de crisis, incertidubre y futuro sin horizonte. Personal, barrial, nacional y global. Cualquier cosa que se dice cae en el mar de lo incierto. Gobernar en tiempos de pandemia es un desafío para el que nadie estaba preparado, pero también es estimulante. Todo se dio vuelta y hay que pensarlo de nuevo. El Estado no puede solo, pero puede con los otros actores empoderados. ¿Qué nuevas formas nos damos para resolver los temas? La política en crisis no es para conservadores, sino para creativos. Y el siglo XXI con su tecnología, su velocidad, y hoy con un virus, mucho más.

En cada hogar y en cada ciudad, hombres y mujeres estamos adaptándonos a una nueva normalidad. El virus aún no es derrotado, la actividad está reiniciada en cámara lenta. Alguien decidió que no se vuelve a las escuelas, así que, madres y padres siguen inventando soluciones. Escuelas y maestros también. Y aunque desaliente ser el único país que no abrió las escuelas, alienta ver cómo muchos y muchas aprovecharon el crítico momento para crecer y crear.

Las noticias de la agenda no tienen nada que ver con lo que está pasando en la sociedad. Noticias que empeoran el escenario (abuelas y abuelos, dice el contador, la suma da menos); que lo embarran (toqueteos non santos al Presupuesto); que requieren más tranquilidad y seriedad para tratar porque mueven convicciones profundas; que parecen manotazos de un país sin nafta; que se repiten (vino el FMI y necesitamos negociar); que cambian reglas para acomodarlas (nuevas mayorías para Procuración); que pueden generar esperanzas (se reúne el G-20, ¿habrá gobernanza global con un Presidente de EE.UU. distinto?). La agenda política pública tiene un rumbo extraño para una sociedad empoderada. Va detrás de ella, no adelante. La conducen los facciosos de la grieta, no las mayorías de argentinas y argentinos que no son ni tan radicales ni tan agrietados.

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Es verdad, nos gustaría que la agenda fuera que se tratan regimenes que den estabilidad a lo que los habitantes de este suelo están haciendo sin calculo ni mirada, para salir adelante. Sería genial que estemos discutiendo leyes que ayuden a generar empleabilidad a los millones que quedaron sin trabajo o que lo tienen informal. Sería esperanzador que en la agenda pública y política esté el acuerdo para gravar lo gravable y desgravar lo que necesita desgravarse a fin de dar lugar a nuevos trabajos. Seguramente sería deseable dar lugar a un debate que no requiera rezar el credo que me imponen, sino defender los actores del territorio que represento.

Sin embargo, con el dolor de que todo eso significa que casi la mitad de la población fuera del sistema, quiero referirme a otra parte, que se publicita menos, pero que está transformando más.

La pandemia también encendió luces, que, aunque no alcancen para iluminar el camino, dan esperanzas. Quizas si nos animaos a juntarlas, empiece a verse el horizonte.

Los políticos de los dos lados quieren construir algo con todos

Hay luces en algunas reparticiones públicas del territorio argentino cuyos funcionarios no paran de crear nuevas ideas para levantar el barco. No están en la agenda pública, ni son solo de un lado de la política. Están en ambos lados y solo quieren cambiar la realidad que les tocó cambiar. Están ahí. Muchos y muchas.

Hay luces con nombre de ONG, movimientos sociales, parroquias, centros barriales que se juntan y accionan en los territorios, buscando reemplazar el plato de comida por alguna capacitación o emprendimiento productivo que les cambie la vida y les devuelva dignidad a los caídos, dándoles vueltas a la creatividad, a la búsqueda de recursos, y la tecnología para ver por dónde se llega más rápido.

Grupos de estudiantes, clubes universitarios, que se juntan para dar una mano solidaria. El Club TRAMA del ITBA les cambió la vida a los repartidores del Barrio 31, tan solo creándoles una plataforma.

Universidades buscando investigar y aportar ideas a la producción, a la educación y a los trabajos que vienen.

Algunos intendentes que juntaron actores de sus lugares y están dando la pelea juntos, diseñando lo que viene, ampliando lo que pueden los margenes de acción, no imponiendo solidaridad sino sumándola.

Hay un sector privado que la pelea, que se vuelve a levantar, que quema el último ahorro, que se junta con el banco a ver si logra ese crédito. Hay negocios que cierran y vuelven abrir e independientes que se reinventaron cuando no pudieron seguir.

Hay otros argentinos y argentinas que le ruegan a la sucursal madre que aguante, que Argentina va a salir, que no cierre, y le pide al contador que los ayude.

Hay jovenes que se animan a inventar algo nuevo y jugar en las nuevas ligas de producción.

Hay gremios que están formando para los nuevos trabajos, que están tratando de estudiar como viene el cambio y como adaptarse. Hay algunos que están pensando soluciones para los que no están sindicalizados. Y otros que hacen acuerdos con los movimientos sociales a ver si encuentran puentes para generar más empleabilidad.

Hay legisladores en todo el país que están pensando leyes para ver como hacer que la producción se encienda a pesar de la pandemia.

Hay de todos esos sectores, quienes quieren que lo nuevo sea amigable con la casa común, y proliferan las ideas de hacer todo más sustentable y menos dañino para el ambiente.

Hay políticos de los dos lados que quieren construir algo con todos y que batallan silenciosamente con esos facciosos que viven de la grieta y de la pelea. No es que no tienen convicciones, pero saben que es juntos, juntas, con todos y con todas.

Hay argentinos y argentinas, falta destino común.

Falta que los dirigentes confíen en ellos y en ellas, y que ellos y ellas vuelvan a confiar en sus dirigentes.  

Si fuimos capaces de consolidar un sistema político bicoalición. Si en el peor momento pudimos hablar y hacer y decidir cosas juntos, ¿no podemos intentar una vez más decidir entre todos y todas ese rumbo común? Para que, no importa quien gana en el 21 o en el 22, todos sepamos que esa ruta ya no se cambia mas.

¿Y si soñamos esa Navidad? ¿Vacuna antigrieta y futuro común? Hay argentinos y argentinas. Hay luces. Hay que juntarlas e iluminar. Apuremos el tranco, que no tiene que caerse nadie más.

 

*Politóloga. Directora de la Escuela de Política y Gobierno de la UCA.