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Geopolitica digital

El nuevo desorden mundial después de la crisis

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Celular. Se convirtió en el primer medio de acceso a Internet. | shutterstock

Tuve la fortuna de estudiar relaciones internacionales en una época apasionante de nuestra historia. Fue justo después del fin de la Guerra Fría, en una década en que se alumbraba un nuevo orden mundial. Los profesores nos recordaban el pasado del que veníamos y nosotros imaginábamos el futuro hacia el que queríamos ir. Fue en ese tiempo en que nació un concepto muy de hoy: VUCA. VUCA era la manera de describir la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad del mundo que nacería a comienzos de la década de 1990.

En este contexto de cuarentena global, de incertidumbre internacional y de una situación desconocida, nos estamos preguntando: ¿estamos ante un nuevo orden mundial?

Como ocurre con VUCA, la expresión “nuevo orden mundial” tampoco es nueva. Ese nuevo orden, que antecedió a la creación de la Liga de Naciones, se refería al comienzo de un nuevo período de la historia en el que se manifiestan cambios profundos en las ideologías políticas y en el equilibrio de poderes.

Los últimos acontecimientos parecen marcar el comienzo de una nueva era para la geopolítica internacional. Estamos ante un nuevo orden mundial. Para algunos, un nuevo (des)orden mundial.

En estos días de futurología y predicciones nadie puede decir a ciencia cierta cómo será el nuevo (des)orden. Hasta hace dos meses, el tema candente era la “emergencia climática” y el gran esfuerzo que requeriría detener la degradación ambiental del planeta dominaba los asuntos y las cumbres mundiales. Hoy pocos se acuerdan de aquello, ya que el foco de atención está concentrado en el virus. Las grandes sacudidas globales no se dan de la noche a la mañana, sino que todas han sido parte de largos procesos de incubación que ahora se han manifestado. Pero que nadie se confunda, todo está íntimamente relacionado.

Entre tantos países luchando por la predominancia internacional, un imperio silencioso se está erigiendo como el más influyente dominador global: internet. Un imperio que está absorbiendo el poder y la influencia de los Estados. Las compañías de este nuevo imperio no solo controlan la industria de los datos, sino que también empiezan a influir significativamente en la economía global y, por tanto, en el impacto social y cultural. Potenciado todo esto por el fenómeno de la pandemia creada por el Covid-19 y acelerado por las denominadas fake news que corren como reguero de pólvora por la mecha de las redes sociales.

La red se convirtió hace años en el medio más usado del planeta, y el móvil, en el primer medio de acceso a internet. Alphabet (Google), Facebook, Amazon y Microsoft llegarán a tener el poder de transformar economías globales con su presencia tan transversal y cada vez más ubicua. En este mundo de imágenes multipantalla y en tiempo real, no hay nada más incierto que la realidad. Existen algunas pruebas que confirmarían que los estímulos relacionados con internet pueden distorsionar la percepción del tiempo y la realidad debido a los mecanismos relacionados con la atención. Sin mencionar del sesgo provocado por los algoritmos y los poderes en la sombra y a plena luz del smartphone.

La nueva geopolítica digital busca el control de la información y el poder de los datos. Las plataformas digitales ya se han integrado a la vida offline y son parte esencial de la vida social y cultural de la mayoría de los ciudadanos del siglo XXI. La nueva economía de los datos se conecta también con la nueva política del control: de qué manera influirán en los hábitos y costumbres de una sociedad el fin de la intimidad y la desaparición de la privacidad.

Es necesario encontrar formas nuevas, mejores y responsables de avanzar hacia los futuros digitales donde ciudadanos, empresas digitales, gobiernos y activistas colaboren para crear formas de convivencia justas, equitativas, abiertas y transparentes.

La sociedad poscrisis abre un abanico de dudas e incógnitas sobre la libertad, las relaciones, la privacidad, la globalización y la salud. Pero nunca tuvimos tantas herramientas, tecnología, conocimiento y talento para hacer frente a los nuevos desafíos y demostrar que nuestra civilización sabrá estar a la altura del desafío.

Si nuestra sociedad quiere comprometerse a forjar un futuro prometedor para las generaciones venideras, debe refundarse una nueva cosmovisión de colaboración y cooperación internacional. No sabemos hoy si el futuro será bueno o malo. Pero sí sabemos que será nuevo. Y que dependerá ciento por ciento de nosotros. El ser humano no es consciente de su capacidad, hasta que la pone a prueba.

*CEO de Totem Branding. Autor de los libros Brand Off On, Human Off On y Totem.