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candidaturas / PANORAMA

Efecto desconcierto

En medio de los malos datos de la economía de Macri, CFK sorprendió con su jugada política.

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MASsA LEUDANDO Sergio Massa | DIBUJO: PABLO TEMES

El último Hot Sale dejó un dato del cual no había antecedentes: entre los productos más vendidos sobresalieron el azúcar, la yerba y los pañales. Que se haya incluido el rubro alimentario y que haya habido tal nivel de demanda es una muestra clara –una más– de la profundidad de la crisis socio-económica que atraviesa Argentina. Para mucha gente, hoy en día el problema es comer. Las parroquias y los comedores comunitarios de todo el país enfrentan una demanda incesante y creciente.

Quienes han escuchado a Jaime Duran Barba coinciden en señalar que anida en el ánimo del consultor estrella del PRO una preocupación que no se le había conocido antes. En sus análisis se hace evidente el impacto electoral negativo que para el Gobierno tiene la cuestión económica. Sorprende que a alguien le sorprenda.

No hay manera de pensar lógicamente que Mauricio Macri sea reelecto si esta realidad no cambia. Y el problema es que no hay ningún análisis económico serio que augure una mejoría sustancial de lo que hoy exhibe el presente. La calle habla a diario. En ese fluir de opiniones es muy inusual encontrar hoy quien hable bien del Gobierno. Y estamos hablando de aquellos que lo votaron. Emerge de ellos una mezcla de decepción y angustia. Decepción porque le creyeron al Presidente cuando prometió que iba a acabar con la inflación, que iría por la pobreza cero y que se eliminaría el impuesto al mínimo no imponible sobre los salarios.

Cifras. Los números de Macri son malos. Y las interpretaciones que hace el vocero insignia del Gobierno, Marcos Peña, también son malas. Por lo menos cuando busca asimilar la situación electoral del oficialismo con lo sucedido en 2015. “Tenemos los mismos números que en 2015”, se le escucha decir a él –y a otros– para justificar los malos resultados de las elecciones provinciales. Es un grosero error de apreciación. En 2015, Cambiemos era oposición; ahora es oficialismo. En 2015, sus votantes tenían una ilusión. Ahora, en cambio, los atraviesa la desilusión. Es una desilusión acompañada de enojo y angustia. Esto es algo que en la Casa Rosada conocen y reconocen. Peña, en sus habituales reuniones con militantes, habla del tema ellos, que están desarrollando una tarea titánica en pos de recuperar el voto perdido. El problema es que con reconocer el problema no alcanza. “Cómo hacer campaña si cuando tocás una puerta para conversar mucha gente te la cierra en la cara”, es lo que se le oye decir a más de un militante de Cambiemos.


Como se viene diciendo en esta columna, Cambiemos cruje. Y después de la aplastante derrota sufrida en la elección a gobernador en la provincia de Córdoba, cruje mucho más. El incidente más resonante que ilustra la afirmación arriba expresada fue la grosera agresión verbal que la diputada Elisa Carrió le dedicó a Nicolás Massot. Carrió está descarriada. La crítica construye; el insulto no. En la Docta, Cambiemos le regaló la elección a Juan Schiaretti. Pero no la elección a gobernador, que estaba perdida de cualquier manera, sino la de la capital. Reconocer el lunes por la mañana que la división había sido un error fue una demostración de falta de sentido común. ¿Debieron esperar al día después de la elección para darse cuenta de eso?

El bombazo de Alfredo Cornejo, presidente de la UCR, que dijo que Macri podría no ser candidato, es otro indicio del crujir que atraviesa a Cambiemos. El Presidente se enojó con esta declaración. Así se lo hicieron saber en la reunión que compartieron con él las espadas del oficialismo. Creer que las cosas se pueden arreglar con enojos es un error.

Cristina Fernández de Kirchner también sintió el cimbronazo producido dentro del justicialismo por el resonante triunfo de Schiaretti. Por eso se apresuró a gestionar esa foto que se arregló en cuestión de horas, foto que tuvo un solo objetivo: recuperar protagonismo dentro del PJ.
El papelón de la Corte Suprema de Justicia al intervenir en la causa por la que Cristina Fernández de Kirchner comenzará a ser juzgada el próximo martes no tiene precedentes. La maniobra tenía un objetivo indiscutible: suspender sine die el comienzo del juicio. La movida de la Corte hizo acordar a los tristemente famosos per saltum a los cuales supo recurrir la Corte Suprema menemista de los años 90 cada vez que el entonces presidente Carlos Menem necesitaba detener alguna causa que le molestaba. Aquel gobierno fue un emblema de corrupción, al que el kirchnerismo emuló.
Las horas que se vivieron a lo largo del jueves serán recordadas por muchos de los que conocen la trastienda de enfrentamientos feroces que sucedieron no solo en el cuarto piso del Palacio de Tribunales –es el que ocupa la Corte–, sino en los tribunales de Comodoro Py. Si bien desde hace varios días por los pasillos de ese edificio circulaba un rumor que hablaba de los contactos de la Corte con gente del Instituto Patria, nadie creyó que las cosas llegarían a tanto. Y esto generó internas y reavivó disputas dentro de la estructura judicial. Cuando el presidente del Tribunal Oral Federal, Jorge Gorini, dijo que no había ningún impedimento para comenzar con el juicio, le asestó a la intentona un golpe letal. El episodio produjo un severo deterioro al órgano máximo de la Justicia. ¿Habrá sido este un ensayo para futuras intervenciones de la CSJ en caso de que la actual senadora y futura candidata sea finalmente electa?

Bonus track. Y cuando parecía que las novedades de la semana política habían concluido, apareció el bombazo de la ex presidenta comunicando algo nunca visto: que quien se candidatee a la vicepresidencia haga el anuncio de la fórmula presidencial de un espacio político. El impacto y el desconcierto producidos son tales que las interpretaciones son tantas como la imaginación puede albergar. Por eso es muy prematuro analizar los motivos de la decisión y sus consecuencias políticas. Una de las preguntas que se imponen es: ¿se bajó CFK de la elección? La respuesta es no. Declinó su postulación a la presidencia pero no se apartó de participar en la carrera electoral. En el medio, las opiniones dan para todos los gustos: para unos, fue una jugada brillante; para otros, un paso al costado inentendible; Duhalde dijo que al principio creía que era un chiste; algunos analistas sostienen que esto deja sin sustento al PJ federal; otros, que esto lo fortalece. Sergio Massa dijo que ahora es más candidato que nunca, y en la UCR muchos piensan que esto debe obligar a Cambiemos a rever las candidaturas. En medio, una cosa es indudable: Cristina Fernández de Kirchner ha recobrado un lugar de centralidad en la política argentina. Macri lo hizo.

 

Producción periodística:  
Lucía Di Carlo