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Disparen sobre el cineasta

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| Cedoc

La cancelación no discrimina entre ficción y realidad, vivos y muertos, artistas y fantoches, grandes obras y bodrios. Caen bajo sus garras acrílicas desde Apu de Los Simpson hasta Jonh Wayne. Ahora celebra el plan de la Academia “Aperture 2025”, destinado a imponer nuevos estándares para los Oscars. El aburrimiento queda garantizado: privilegio a las tramas sobre temas relativos a grupos subrepresentados, y cupos obligatorios para el cast. El espíritu es, otra vez, visibilizar a las minorías diversas, como si su incorporación al cine mainstream desarticulara mágicamente políticas sistémicas de exclusión que el aparato hollywoodense jamás cuestiona en profundidad. No hay nada de “aperture” en sumar restricciones. Cuando el arte popular podría arriesgarse a franquear sus límites, se cercenan posibilidades y se legitima una sola forma de expresión. 

Entrevistando a Ariana Harwicz, inquirí acerca de las chances de sobrevivir para una obra pegada a una coyuntura. Respondió: “Las obras que resisten en el tiempo no son las que están hechas para complacer una época”. Pero Hollywood marca el pulso de las narrativas audiovisuales del resto del mundo y las pantallas se llenarán de historias y personajes clonados unos de otros. Los realizadores que ven al cine como un espacio que “conserva, por reacción, la verdadera cultura, y no esa otra que sirve como mera decoración”, al decir de Ángel Faretta, darán batalla. 

El resto gozará del efímero reconocimiento que se otorga a los subordinados.