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Cómo ser competitivo

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En el libro El sacrificio de Narciso, la investigadora del Conicet Florencia Abadi recuerda que el filósofo y político conservador inglés del siglo XIX Edmund Burke sostenía que “el dolor, en la medida en que no se elige, opera como evidencia de que existe un poder superior al propio”. Habiendo supuestamente superado el poder del padre, tras su muerte, ese dolor debe estar ahora sintiendo Mauricio Macri al “caer en la realidad” de que todos sus pronósticos económicos sobre su gobierno se frustraron.

Es paradójico que un presidente de oratoria tan escasa –como el pez– muera por la boca. Macri habló poco pero repitió eslóganes que por su naturaleza resuenan y, al ser fáciles de recordar, son la mejor campaña para la oposición. “La inflación es muy fácil de resolver, su existencia es una demostración de que se gobierna mal, lloverán dólares, la recuperación comienza en el segundo semestre, habrá un boom de inversiones, el mundo nos aplaude, lo peor ya pasó, tenemos al Messi de las finanzas, ahora con el FMI desaparecerá la inestabilidad, el mundo nos quiere ayudar, la inflación ahora está bajando, la recuperación ya comenzó, vienen los dólares del campo, en el (otro) segundo semestre...”.

El narcisismo de Macri puede estar impidiéndole aceptar lo real, suicidándose electoralmente

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Sus ministros del área económica y presidentes de Banco Central padecieron el mismo narcisismo: “La devaluación no aumentará la inflación porque los precios ya están al dólar de 15 pesos (diciembre de 2015), el segundo semestre fue verdad porque fue mejor que el primer semestre de 2016 (pero no mejor que el último kirchnerista), el aumento de las tarifas no aumentará la inflación porque la gente podrá comprar menos y los comerciantes tendrán que bajar los precios, ahora es momento de vender dólares y pasarse a pesos (mayo de 2017 con el dólar a $ 25), hay un FMI bueno porque no es el mismo de antes, en 2019 la inflación va a ser la mitad que en 2018, con los dólares de campo se planchará la inestabilidad cambiaria...”.

¿Cómo gente tan formada académica y profesionalmente puede cometer errores tan enormes y encerrarse en la situación actual, donde su palabra ya no resulte creíble aun cuando ahora pronostique lo que más posibilidades tenga de suceder?

En el libro citado, Florencia Abadi explica que, al contrario de la vulgata que homologa narcisismo con egoísmo, “el narcisista entrega su cuerpo –es decir su descanso, su alimentación, su placer– para satisfacer deseos, exigencias y expectativas (...) se suicida a diario, en sus acciones y decisiones cotidianas en las que entrega su cuerpo y su vida para sostener la imagen de sí mismo”.

Un textual ocupa toda la tapa de ayer del diario Página/12, son las palabras que Macri pronunció el 12 de marzo de 2017, cuando ya se había producido la primera gran devaluación: “Quiero ser evaluado como presidente por si fui capaz, o no, de reducir la pobreza”. En los doce meses que nos separan de esa cita, la pobreza tuvo el mayor crecimiento desde la crisis de 2002, pasó del 25,7% al 32%, aumentando solo en un año un 25% el total de pobres: donde había cuatro pobres ahora hay cinco. Nuevamente, ¿cómo gente inteligente podría cometer errores de pronóstico tan grandes si no fuera porque los deseos de validar una imagen admirable de sí mismo guiaran sus pensamientos?

La infografía que acompaña esta columna es parte de la Encuesta de Satisfacción Política y Opinión Pública realizada por la Universidad de San Andrés, de la que fue rector entre 2008 y 2017 el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Carlos Rosenkrantz, y que carece de intenciones de dañar a Macri.

En ella surge que el grado de insatisfacción sobre la marcha del país pasó del 43% en octubre de 2017 al 82% (el 71% en la clase media alta y alta, y el 86% en la clase baja). La desaprobación del gobierno de Macri pasó de uno de cada tres argentinos en octubre de 2017 a dos de cada tres. Mientras que de octubre de 2017 a hoy (siempre como punto de referencia las últimas elecciones legislativas) la imagen positiva del Presidente cayó de seis de cada diez a tres de cada diez; al revés, la imagen positiva de Cristina Kirchner creció de dos de cada diez a tres de cada diez, empatados con diferencias dentro del margen de error. Los únicos dos que aparecen arriba de Macri y Cristina Kirchner son Lavagna (por poco) y María Eugenia Vidal. A pesar de que también cayó la imagen positiva de la gobernadora bonaerense, la brecha entre ella y el Presidente se amplió: antes era un 10% más, ahora es casi un 40% más (del 33% de imagen positiva de Macri al 46% de Vidal). Aunque sufrió la misma crisis, la gobernadora no tuvo la acumulación de errores discursivos del Presidente.

Hay un evidente malestar entre Vidal y Rodríguez Larreta, por un lado, y con Macri por el otro, más allá de las versiones de acercamiento que se van produciendo. Incluso entre Macri y Jaime Duran Barba, quien hace un mes también le habría recomendado parar con los aumentos de tarifas si realmente quería ganar la reelección.

Luego de tres semanas en Ecuador, llegó Duran Barba, quien le dice a Macri lo que no quiere escuchar

En el entorno de Macri esperaban con ansiedad el regreso de Duran Barba quien pasó tres semanas en su país natal haciendo ganar la intendencia de Guayaquil, la segunda mayor ciudad de Ecuador, al candidato de su amigo de la infancia, el siempre presidenciable Jaime Nebot. Creen que Duran Barba es quien le puede explicar a Macri lo que la mayoría no se anima, además de Nicolás Caputo, alejado también por decirle lo que a Macri no le gusta escuchar: que así como van, Cristina Kirchner hasta podría ganar en un ballottage y es imperioso hacer cambios para volver a ser competitivos electoralmente.