La región de Catatumbo, en el noreste de Colombia encierra petróleo y hasta uranio, sus tierras fértiles semejan un paraíso, pero la densa selva que cubre gran parte de esa región refugia desde hace décadas a algunos de los narcotraficantes y guerrilleros más peligrosos del mundo. Allí es donde anida buena parte del Ejército de Liberación Nacional (ELN), el grupo al que adjudican el atentado que conmociona en estos momentos a Bogotá, con un coche bomba en una escuela de policía que ya dejó 21 muertos y decenas de heridos.
Lejos de la postura dialoguista y negociadora que llevó a las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) a acordar luego de medio siglo su incorporación paulatina a la vida política y social de Colombia, el ELN nunca renunció a las armas para apuntalar su ideal marxista-leninista, fogoneado desde La Habana y también por el chavismo venezolano, que ante la magnitud del atentado de este miércoles manifestó su repudio y solidaridad con Colombia y sus víctimas.
El camino que ha servido al ELN para sostenerse en la lucha armada desde mediados de la decada del 60' no puede sin embargo separarse de La Habana, que no solo financió en buena medida esa guerra de guerrillas interminable, sino que también adoctrinó y hasta curó con sus médicos a muchos de sus integrantes. Al respecto el propio gobierno colombiano reclamó en noviembre pasado al régimen cubano "explicaciones" de por qué Nicolás Rodríguez, considerado el jefe del Comando Central del ELN, con pedido de captura internacional, internado reponiéndose de un problema de salud en un sanatorio cubano. Rodríguez, que milita desde niño en la organización izquierdista, es comandante en jefe desde 1998 y su apodo de combate es "Gabino". Arrastra múltiples condenas de prisión y tiene pedido de captura internacional, pero sigue en el poder en el ELN y "su" selva.
El ELN extiende su zona de terror desde Catatumbo a Cauca, Nariño, partes de Antioquía, y dice luchar contra lo que considera a la lucha armada como la vía para conseguir que "el pueblo se libere de la explotación", desconociendo al gobierno colombiano en las regiones que domina y azotando cada tanto con atentados que, casi generalmente, tienen a fuerzas policiales como víctimas. Los secuestros, a la vieja usanza de las FARC, le han permitido financiarse, pero el negocio del narcotráfico representa desde hace una década una importante fuente de ingresos.
La ecuación es simple: muchas de las zonas que domina el ELN son fértiles y de difícil acceso, justo dos condiciones que los narcotraficantes necesitan de manera imperiosa, para sembrar coca y luego procesarla. Mover esa producción implica logística, y como el ELN domina caminos y regiones, el beneficio es mutuo. Así el narcotráfico producen con cierta "protección", pagando por ello, claro.
Partidarios de la Teología de la Liberación, el ELN contó en sus filas a sacerdotes socialistas, al punto que Manuel Pérez Martínez "El cura", comandó el grupo desde los 70 durante 30 años. En febrero de ese año, el ELN se atribuyó un atentado contra una patrulla policial que dejó un uniformado muerto y varios heridos de gravedad en el barrio La Macarena. El repudio generado por el feroz atentado de estos días pone al Ejército de Liberación Nacional en la mira del planeta. Y es posible que el gobierno colombiana vaya en su busca como nunca, o como pocas veces antes. Su poder en el noreste, tal vez, haya quedado en riesgo.
H.B.
