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Fiscal Federico Delgado: "El Poder Judicial siempre acompaña al gobierno de turno"

El fiscal participó de una conferencia de prensa ante los alumnos de Periodismo de Perfil. La relación Justicia-Gobierno. Y una confesión: "Quería ser deportista".

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El fiscal Federico Delgado | Juan Ferrari

El fiscal Federico Delgado visitó las instalaciones de la Editorial Perfil la semana pasada y dio cátedra sobre Derecho en la Escuela de Comunicación donde, además, los alumnos de primer año de Periodismo tuvieron la oportunidad de realizar una conferencia de prensa en la materia "Entrevista" del profesor Juan González, redactor de Noticias.

Delgado llegó con el estilo informal de siempre, a pesar de ser uno de los personajes clave en la Justicia argentina. Investigó a Mauricio Macri por su participación en el escándalo “Panama Papers”, fue fiscal de la Tragedia de Once y los sobornos en el Senado, y procesó a José López por los millones en el convento, entre otros históricos casos. Además, el fiscal viene de estrenar su último libro: "Injusticia. Un fiscal federal cuenta la catástrofe del poder judicial", de Editorial Ariel.

-Con la detención de varios ex funcionarios, se volvió a abrir el debate sobre la independencia del Poder Ejecutivo con el Judicial. ¿Existe dicha independencia o nunca existió? ¿Es diferente este Gobierno en ese sentido que el anterior?

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-Si vamos para atrás en el tiempo, es algo que siempre pasó. El problema de la independencia judicial, por una parte, tiene que ver con la porosidad de nuestras instituciones: por esos agujeros se cuelan los intereses de algunas personas. Por otra parte, si bien copiamos la estructura de República del sistema norteamericano, cuando la pusimos en movimiento en Argentina, nuestro sistema de justicia lejos de controlar a ambos Poderes, empezó a jugar con ellos el mismo partido de la política. Esto hace que el Poder Judicial “acompañe” siempre al gobierno de turno y cuando ese es reemplazado por otro, recupere el rol para el que fue pensado y juzgue todas esas cosas que en algún punto no vio o no quiso ver. Se crea una dinámica bien compleja, un incentivo institucional que es bastante perverso.

- ¿Cree que la sociedad naturalizó esta situación de irregularidad en el Poder Judicial?

-Me parece terrible haber naturalizado que tenemos una Justicia que no se cree porque estamos a un paso de la justicia por mano propia. Estamos al borde de un pretorianismo de masas donde la gente haga justicia por mano propia, y eso es el fin nuestro como comunidad. Cuando tenemos un sistema judicial donde a la víctima no le creen, los imputados no le creen, la sociedad no le creen, los propios jueces y fiscales descreen… estamos en una situación realmente complicada. Por eso digo que es un problema colectivo. Si queremos vivir en una comunidad organizada en base a derechos, necesariamente me parece que tenemos que hacernos cargo de crear de forma colectiva un sistema judicial que nos ayude.

-En los títulos de sus publicaciones utilizó la palabra “injustica”, siendo usted alguien que vela por la Justicia, ¿qué es lo que lo motiva a seguir realizando su labor en medio de este panorama que se vive?

-Soy un optimista patológico. Desde mi lugar, en mi trabajo puedo hacer cosas todo el tiempo, bien o mal. Es mi deber hacer aportes. A veces siento la obligación de contar mi experiencia, escribirla y someterla al escrutinio público, primero, para generar un debate; segundo, porque a alguno le puede dar una idea; y tercero, porque quizá se interesa y quiere participar para proponer soluciones para este gran barco en el que estamos todos.

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-¿Alguna vez lo obnubiló el poder?

-La verdad es que quería ser deportista. Entonces lo único que me sigue obnubilando es la envidia sana de algunos deportistas. Nunca me quisieron sobornar. Lo que sí tuve aprietes sutiles. En mi caso, nunca nadie vino con un revolver a decirme haga esto o lo otro. Pero sí cuando era joven, en el contexto de la investigación de los sobornos del Senado, tenía un jefe que me decía “Fíjese que esto es negro y Usted tiene que escribir que esto es negro”, a lo disentía y decía que era blanco. Eso te trae un montón de costos personales. ¿Plata, sobornos…? No, porque me parece también que hay que ser un poco justo. Para que una puerta se abra o un teléfono suene, tenes que estar dispuesto a abrirla o atender la llamada. Hay un componente personal ahí.

-Analizando todas estas falencias, ¿existe un punto de inflexión donde se puede suponer que hay una esperanza de cambio?

-Hay una esperanza de cambio que el común de las personas no puede ver, lamentablemente, y que yo sí puedo porque estoy ahí. Aunque parezca mentira, diría que el 70 por ciento de la gente que está en la Justicia piensa como gran parte de la sociedad. Me parece que hay que generar los lugares para que un montón de gente que se toma el trabajo en serio, tenga los lugares para exponer su frescura e iniciar un proceso de cambio, pero que necesariamente requiere el acompañamiento de toda la sociedad, el involucramiento de todos nosotros. Desde nuestro lugar tenemos el deber moral de hacer un poquito más que los que tienen la preocupación de tratar de conseguir los alimentos para llenar la olla todos los días.
 

-¿Cuál es su reflexión respecto del rol que ha tomado el periodismo? ¿Cree que haya una influencia del periodismo en las decisiones que toman los jueces?

-Sí, y el caso de Alconada Mon es uno de los más claros. El periodismo de investigación es decisivo, acá y en todas las partes del mundo. Alimentan todo el tiempo al sistema judicial. La debilidad institucional y baja credibilidad de la Justicia hace que sea mucho más permeable a los humores que matizan los medios de comunicación.

 

* Leandro Serby, Agustina Ortiz, Margarita Elías y Alejandro Zárate
(Alumnos primer año de la Escuela de Comunicación de Editorial Perfil)