UNIVERSIDADES
anticiparse al futuro

Alfabetización financiera, formación útil y necesaria

Con cambios en los planes de estudio que buscan incorporar nuevos conceptos de negocios, la educación universitaria se transforma para enfrentar los desafíos que enfrenta la economía actual.

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Gráfico. La crisis de 2007 fue atribuida, en parte, a la escasa formación de profesionales que no pudieron predecir riesgos. Es importante apostar por una mejor formación. | shutterstock

¿Resulta indispensable para el ciudadano de hoy contar con competencias en materia de administración de su dinero para que no se ubique en la categoría de “analfabeto financiero”? Esta afirmación puede sonar provocadora, y posiblemente injusta.

La enseñanza de valores y de conductas claramente no se limita al sistema educativo. Sin embargo, los cambios que se producen en nuestro entorno –a un ritmo difícil de predecir– nos obligan a plantearnos si nuestra formación como individuos en materia financiera nos torna competentes para tomar las mejores decisiones en ese terreno.

Resultados. La crisis económica mundial de 2007 fue atribuida, en parte, a la escasa formación tanto de los deudores hipotecarios como de los inversores que no “supieron” observar el alto riesgo financiero de sus decisiones.

En ese marco, la OCDE –que lleva adelante la prueba PISA– consideró conveniente introducir de manera voluntaria a partir del año 2012 un capítulo destinado a medir las competencias financieras. Colombia (2012), Brasil, Perú y Chile (2015) han participado logrando bajas puntuaciones, a pesar de que cuentan con proyectos educativos a nivel nacional.

Ante los magros resultados obtenidos, se diseñaron distintas estrategias en diversos países, cuyos denominadores comunes son:

-La correcta formación de un ciudadano deberá incorporar la educación financiera.

-Se incluirá en la escuela primaria y en la secundaria como materia específica, dentro de otras ya existentes o como actividad extraprogramática.

-Alianzas entre el Ministerio de Educación, el Banco Central y la Comisión Nacional de Valores, articulando objetivos y recursos.

Es indispensable aclarar que un sesgo notorio se instala: la educación financiera es una cuestión vinculada básicamente a la formación de potenciales inversores en productos financieros y que tengan una mirada más comprensiva de la previsión de su futuro (planes de retiro privados para completar las jubilaciones sostenidas por el Estado, por ejemplo).

Sin perjuicio de lo anterior, debe partirse de una base que comience en la confección de presupuestos de gastos, conociendo la verdadera canasta de bienes y servicios que consumimos, y fijando prioridades y límites. Atado a esto, la incorporación de la deuda en nuestras vidas. La masificación de las políticas de endeudamiento es la contracara de la sociedad de consumo, y hoy los ciudadanos no cuentan con la preparación suficiente para evaluar cuáles son las más convenientes.

No existe hoy desde el ámbito universitario una experiencia de intervención integral; sí se cuenta con publicaciones de docentes e investigadores enfocadas a temas como endeudamiento, inclusión financiera, en línea con lo postulado por ONU y G20 en su programa de desarrollo sostenible.

Es desde esa perspectiva que entendemos que la universidad, partiendo desde las facultades orientadas a temáticas económicas y sociales, debe impulsar un proceso de “alfabetización financiera” de carácter global, masivo, dirigido con las particularidades que cada segmento etario y social demande.

Aspectos. La propuesta que estamos implementando desde la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales se sustenta en los pilares de la Universidad Nacional de Mar del Plata, a saber:

Académico: introducción de cambios en los planes de estudio, básicamente en las asignaturas orientadas a las finanzas, para incorporar los nuevos conceptos que están surgiendo. Así, los futuros profesionales comprenderán la vinculación de las herramientas que aprenden con los procesos económicos y sociales de su entorno. Hacemos referencia a fideicomisos financieros y su relación con el consumo; la economía colaborativa; el financiamiento colectivo; las microfinanzas, las fintech y el sistema bancario.

Extensión: en escuelas secundarias deberán llevarse a cabo talleres extraprogramáticos en los últimos años (5o y 6o), cuando los alumnos ya cuentan en general con alguna experiencia laboral que les haya generado algún ingreso. Se realizarán acciones de difusión hacia los trabajadores activos, principales usuarios de los servicios financieros. Se deberán realizar acuerdos con sindicatos y empresas para favorecer su implementación. Y con acciones especiales, contemplará: a los adultos mayores, con un creciente nivel de vulnerabilidad frente a la inclusión financiera, asociada ahora a las finanzas digitales –la falta de información más la brecha digital se reflejan en los magros resultados de la devolución del IVA prevista en la Ley 27.253–, y a los beneficiarios de la AUH y por embarazo, alcanzados por el mismo beneficio. Sería interesante evaluar el Programa Bolsa Familia de Brasil, que incluye compromisos en materia de educación financiera.

Posgrado-formación continua: organización de cursos tanto para graduados universitarios de otras disciplinas como para el público en general, que tratarán sobre administración de presupuestos personales; evaluación de deudas y su costo; finanzas digitales; estrategias de ahorro e inversión, y alternativas para el fortalecimiento de futuras jubilaciones

Investigación: la formación de grupos de investigación debe instalarse desde una perspectiva multidisciplinaria. Los temas clave serán: el rol del consumo como factor de identidad social, el fenómeno de la inclusión financiera y su vínculo con la tecnología, y paradigmas de un nuevo mercado del trabajo y las finanzas personales.

La universidad debe liderar iniciativas que aporten valor a la sociedad en la que está inserta. Más y mejor conocimiento para sus graduados, difusión de contenidos que contribuyan a una mejora de la calidad de vida de los ciudadanos e investigación de los temas que deben ser incorporados en la agenda de una sociedad moderna, donde el cambio disruptivo es el dato clave con el que convivimos diariamente.

En ese terreno, no podemos dejar de lado la educación financiera. Lejos de ser considerada como algo “de moda”, es un concepto clave que participa cotidianamente en la vida de las personas y las familias.


Acciones y asociaciones

Es indispensable relacionar tres conceptos: educación financiera (competencias) + inclusión financiera (acceso a servicios y productos) + derechos de los usuarios de servicios financieros. Hasta el presente las acciones desarrolladas no integran debidamente estas cuestiones, que carecen de efectividad de manera aislada. Y asociadas a las finanzas digitales, con su aporte a la inclusión, aparecen las plataformas de préstamos. Respuesta inmediata, bajas exigencias y montos pequeños componen la oferta. La satisfacción (con deuda) de los deseos de los consumidores con costos realmente astronómicos debe ser debidamente expuesta.

No será válida la accesibilidad si sus condiciones finales son gravosas y dañinas para los presupuestos familiares.


*Docente en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP).