SOCIEDAD
Historias de vida

Casi muere en un allanamiento y ahora su tratamiento corre peligro

Luego de sufrir graves heridas durante un operativo, el Comisario General (R) Christian Siri tuvo que atravesar por un largo camino de dolor e incertidumbre que aún no ha culminado.

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Comisario General (R) División Halcón Christian Siri | Cedoc

Todo fue muy rápido aquel 24 de octubre de 2007. El escalón de asalto de la División Especial de Seguridad Halcón (Policía de la provincia de Buenos Aires), al mando de Christian Siri, ya había irrumpido en la vivienda de la villa de emergencia Escalada, perteneciente a la localidad de Pablo Podestá, en la provincia de Buenos Aires. Varios grupos de intervención de seguridad habían sido convocados para aquel procedimiento, ordenado por el juez federal Juan Manuel Culotta.

Todo parecía estar asegurado, pero un hombre de 49 años de edad, un narco de alta peligrosidad, se había escondido detrás de un cortinado y decidió disparar desde esa posición un arma corta calibre .38 SPL. El blanco fue Siri. Tres tiros sucesivos, rápidos, salidos de un revolver doble acción. El primer proyectil atravesó la mano derecha del Halcón rompiendo la chimaza (guardamanos) de su pistola ametralladora Heckler & Kock MP5, calibre 9 x19 mm, que quedó inutilizada. Luego vinieron los otros dos tiros que terminaron deteniendo su trayectoria muy cerca de la médula espinal. La respuesta del resto del equipo táctico fue inmediata, 11 disparos dejaron al delincuente fuera de combate.

Luego de varias intervenciones médicas, Siri, nacido en la localidad bonaerense de Sarandi el 21 de marzo de 1970, logró sobrevivir. Pero los plomos de .38 Special quedaron ahí, muy cerca de la médula, para siempre. Los médicos consideraron demasiado peligroso tratar de extraerlos, ya que el paciente corría riesgo de quedar paralítico.

Desde aquel momento el dolor se hizo presente, insoportable, imposible de mitigar. Hasta la llegada del neurocirujano y especialista en tratamiento del dolor Dr. Juan Zaloff Dakoff.

Dakoff, del equipo médico del Hospital Británico de Buenos Aires, ha intervenido a Siri en más de 50 oportunidades, fue él quien implantó en el héroe de las fuerzas especiales policiales una bomba inyectora de morfina asociada a un neuroestimulador; lo único que le devolvió calidad de vida a un hombre asediado por el sufrimiento.

Siri tiene que internarse y recargar la bomba todos los meses mediante un kit especial que debe ser provisto por la ART Provincia en coordinación con otras áreas administrativas del Ministerio de Seguridad de la provincia, lo que implica un trámite engorroso, siempre expuesto a demoras. La burocracia no hace excepciones (o sí, dependiendo de quién se trate).

Fue esa misma burocracia la que hace unos días atrás privó a Siri, mediante un llamado telefónico, de la atención del equipo del Dr. Dakoff y del centro donde siempre se atendió: el Hospital Británico de Buenos Aires. El argumento fue una no renovación de contrato con la institución médica.

La sorpresiva y fría novedad recordó a la familia Siri los peores momentos vividos. Tan dolorosos como aquellos tres balazos que casi matan a Christian y tan angustiantes como los años de lucha acumulados contra el dolor.

 

(*) Editor de UNIVERSO ARMAS