POLITICA
malestar futbolero con impacto politico

El Boca-River del gabinete se une ante los insultos

El presidente millonario, Rodolfo D’Onofrio, desligó a Macri de los fallos que beneficiaron a Boca. En el Gobierno se mezclan los funcionarios y dirigentes con influencia en los clubes más grandes de la Argentina.

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Xeneizes y millonarios. Macri con Angelici, su sucesor en Boca. Funcionarios en un picado en Olivos, al inicio de la gestión. | Cedoc Perfil

El Gobierno quiere despolitizar los insultos anti-Boca contra Mauricio Macri. O al menos hacer reducción de daños, en un verano de caída en la imagen presidencial. Tras las afirmaciones y sugerencias picantes de Marcelo Gallardo, Hugo Moyano y Marcelo Tinelli, desde Casa Rosada niegan cualquier tipo de influencia de Macri sobre el supuesto favoritismo de los árbitros por Boca. Y, a su vez, limitan el malestar contra el Presidente, replicado por miles de hinchas de River, San Lorenzo y Banfield, al clima de emoción violenta que se respira en las canchas.

“No hay motivos para que exceda el marco del fútbol”, apuesta un asesor presidencial. Otro vocero se anima a denunciar una campaña orquestada por la barra (peronista) de San Lorenzo. En la Rosada buscan evitar el efecto contagio.

“Hay un absurdo y un disparate que es implicar a Macri con el manejo de los arbitrajes para beneficiar a Boca. Puede ser hincha, pero tiene problemas más serios en el país”, afirmó ayer el presidente de River, Rodolfo D’Onofrio.

Así, buscó dar un cierre a la ola de suspicacias respecto del peso de Macri sobre la Superliga. Fue un gesto político calculado de D’Onofrio, justo cuando el buen momento xeneize empieza a jugar en contra de Macri.

Con Daniel Angelici en la presidencia de Boca, más el antecedente de Macri, existe una conexión atávica entre ese club y el PRO. Pero el macrismo también tiene puesta una pata en River. Varios de sus funcionarios son fanáticos. El ministro del Interior, Rogelio Frigerio, estuvo en el Monumental mientras miles de hinchas insultaban a Macri. “No fue una situación cómoda”, confesó.

Con ambición de jugar en la vida política del club, Diego Santilli fue el vocero de “desdramatizar” la inquina futbolera contra Macri. “Con el Presidente existen las chicanas, pero hay que sacarse los fantasmas”, opinó el vicealcalde porteño. Alineado con D’Onofrio, su hermano Darío es prosecretario de la Comisión Directiva de River. Hijos de Hugo, presidente “millo” en los 80, los hermanos Santilli acumulan una cuota de poder.

De perfil mucho más bajo, el abogado macrista Darío Villarroel hace de nexo entre el Gobierno y River. Ocupa un puesto importante de secretario, y fue el encargado de gestionarle apoyos a D’Onofrio: uno fue el del senador Esteban Bullrich. Otro vocal es Eugenio Burzaco, vice de Patricia Bullrich en el Ministerio de Seguridad. Con las acciones en baja, Burzaco intenta despegarse del Fifagate, protagonizado por su hermano Alejandro, ex CEO de Torneos y Competencias e hincha gallina.

Pese a la intención oficialista de separar el fútbol de la política, los insultos en masa de la percepción social más calma, en Cambiemos abundan las experiencias cruzadas. Macri fue pionero en aprovechar la vidriera de Boca como paso previo a la política. Al Tano Angelici le cuesta más: su fama de monje negro judicial, sumada a la lluvia de acusaciones que le suele dedicar Elisa Carrió, le complica el ascenso. “No entiendo los cánticos contra el Presidente”, se quejó Angelici.

Dentro del elenco de gobierno, el jefe de la ex SIDE, Gustavo Arribas, también estuvo vinculado a Boca. En su rol de representante, hizo negocios bajo las presidencias de Angelici y de Macri, incluida la venta de Carlos Tevez investigada por lavado. Su designación en la AFI fue una de las más cuestionadas por la oposición. Pero el amigo de Macri se mantiene firme como jefe de los espías.

El único “funcio-futbolero” macrista que debió renunciar fue el ex subsecretario de la Presidencia y vocal riverplatense, Valentín Díaz Gilligan. ¿El motivo? Ocultar 1,2 millones de dólares en Andorra. Tras el impulso inicial de minimizar el hecho, el macrismo acordó su alejamiento. Ahora, los opositores a la conducción de River también exigen su despido.