Siempre se habló de la suerte de Carlos Menem. Algo de esa estrella debe haberse activado para sobrevivir en su banca en el Senado pese a las dos condenas en su contra. Menem fue sentenciado a 7 años de cárcel por contrabando de armas a Croacia y Ecuador durante 1995, y a cuatro años y medio por el pago de sobresueldos durante los años 90. Además, está siendo juzgado por el encubrimiento al ataque a la AMIA: a diferencia de Cristina Fernández a la que acusan de proteger iraníes prófugos, al riojano lo responsabilizan de haber desviado la llamada pista siria apenas ocurrió el atentado.
No es que nunca se haya impulsado una solicitud de desafuero para Carlos Menem: lo solicitó el propio Alberto Nisman al juez Ariel Lijo en mayo de 2008. También lo recomendaron los magistrados que lo sentenciaron: en junio de 2013 cuando el Tribunal Oral en lo Penal Económico 3 fijó la pena en el caso armas; y el Tribunal Oral Federal 4 en diciembre de 2015 cuando lo condenó por peculado. Pero ninguno de esos pedidos llegó formalmente a la Cámara Alta. Solo hubo un reclamo en 2013 de la oposición de entonces para tratar el desafuero y -al igual que ahora- el senador Miguel Ángel Pichetto advirtió que solo se analizaría con una sentencia firme. Resolución. Menem ya tiene 87 años. Una eventual ratificación de su condena –y el rechazo de un recurso extraordinario a la Corte- derivaría en su inmediato arresto. Por razones de edad y salud sería una prisión domiciliaria. Pero aún nadie confirmó ninguna de sus condenas. Dos salas de Casación prometen una pronta resolución, pero según pudo saber PERFIL hubo demoras inesperadas.
El caso armas tuvo que volver en agosto a Casación por orden de la Corte Suprema: como en el juicio oral hubo una absolución y luego lo condenó el tribunal superior, faltaba lo que se llama el “doble conforme”. Recién en los próximos días se fijarían cuándo se realizarán audiencias para oir a las partes.
Esto no le gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
La causa de sobresueldos parecía más avanzada y estaba lista para salir pero uno de los jueces se dio cuenta escribiendo su voto y viendo la causa –que hasta entonces no había tenido en sus manos- que ya había actuado en el expediente. Se trata del camarista Mariano Borinsky, que debió excusarse porque en 2005 había intervenido como titular de la UFITCO que perseguía delitos tributarios. De no haberse apartado, hubiera terminado denunciado y la defensa hubiera jugado su carta para pedir nulidades, contaron fuentes judiciales a este diario.
Borinsky también fue fiscal en el juicio Armas donde pidió condenar a Menem. Otros integrantes de Casación también actuaron en esa vieja causa. El juez Eduardo Rafael Riggi, que esta semana se convirtió en presidente de Casación, resultó elegido para actuar en los dos expedientes que comprometen a Menem. Un detalle que en fuentes judiciales no dejaron pasar: Riggi fue nombrado en 1992 cuando Menem eligió a los integrantes de lo que sería la entonces flamante Cámara de Casación. La elección de esos candidatos provocó la renuncia del entonces ministro de Justicia, León Arslanian.
