POLITICA
german garavano, ministro de justicia

“Comodoro Py tiene oportunidad de amigarse con la comunidad”

Dice que la Justicia federal está ante una nueva etapa. Asegura que no tiene trato cotidiano con Angelici y duda de la continuidad de Lorenzetti.

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Despacho. El titular de Justicia tiene sus oficinas repartidas entre el centro porteño y la ESMA. | Gentileza Matías Gontan

Aún es un ministro nómade: su oficina formal está en la calle Sarmiento, en pleno centro porteño, pero organiza las reuniones con sus asesores en la ex ESMA, donde se encuentra la Secretaría de Derechos Humanos y donde, en un año, se habrá mudado el resto de su cartera. Germán Garavano, el ministro de Justicia, recibe a PERFIL y, tras preparar él mismo un cortado pequeño, opina sobre las renuncias de los camaristas que liberaron a Cristóbal López, Jorge Ballestero y Eduardo Farah, y también de Elisa Carrió, el Tano Angelici y el titular de la Corte, Ricardo Lorenzetti.
—¿Que evaluación hace de la renuncia del camarista Ballestero? ¿Se aceptó ya?
—Está en proceso de aceptación, ya fue elevado a Presidencia. Valoramos que haya dado un paso al costado el juez Ballestero, después será la Justicia la que evaluará si hizo algo mal o no. Pero es importante en el proceso de reconstruir la relación entre la población y el sistema judicial.
—¿El camarista Farah también tendría que haber renunciado en vez de pedir un traslado?
—Las renuncias son cuestiones personales. Valoramos que también haya dado un paso al costado. Más allá de las críticas que hemos formulado como gobierno, las investigaciones judiciales recién comienzan y está la actuación del Consejo de Magistratura, y nosotros como Poder Ejecutivo no podemos ni nos corresponde ingresar. Nos parece un remedio adecuado. Ayuda en el proceso de mayor transparencia. En especial, la reconstrucción de la relación de Comodoro Py y los jueces federales con la comunidad. Creo que empieza una nueva etapa y la Justicia federal tiene una oportunidad de amigarse o recobrar algo del prestigio en la población. Algo que a lo mejor otros fueros conservan. Es importante que la Justicia federal, que está en la vidriera, ingrese en una nueva etapa.
—La lentitud es una de las cuestiones clave.
—La lentitud aqueja a la Justicia en todo el mundo, y en todo el país, y es uno de los grandes desafíos que tenemos. Hay una lentitud también vinculada a los temas políticos, que es la más cuestionable. Pero son etapas. Creemos que puede venir una etapa de mejora con procesos más rápidos. Pensemos que en los casos en juicio oral hubo un acortamiento: la media va entre 11 y 13 años, y hoy tenemos casos que tardaron 4, 5 o 6 años, que es mejor que la media habitual.
—¿Volvió a hablar con Elisa Carrió tras sus críticas a su figura por la causa AMIA?
—No tengo ningún conflicto con la diputada. Entiendo su rol como representante de una coalición de gobierno. Yo no vengo de la política y no voy a seguir en la política, mi trabajo siempre estuvo vinculado a lo judicial. Trato de entender las cuestiones políticas, trato de no involucrarme y hacer el trabajo por el cual me convocó el Presidente: mejorar la Justicia. En este sentido, con la diputada Carrió tenemos muchas coincidencias en los objetivos, una Justicia más ágil que investigue a fondo la corrupción.
—¿Suele reunirse con Daniel el “Tano” Angelici, uno de los hombres de la mesa judicial de Macri?
—En algún momento lo conocí, pero no tengo un trato diario ni cotidiano. Me lo puedo cruzar cada tanto. Pero no hay una relación.
—¿Angelici sigue teniendo influencia en Comodoro Py?
—Creo que no. Es más: creo que no desde el primer momento. Por su actuación política, tanto en Boca como en el Colegio de Abogados, y también en el radicalismo, es natural que conozca muchos jueces de todos los fueros. Pero el Gobierno trabaja en una lógica que pone incómodos a muchos y terminamos siendo criticados por la prensa por derecha y por izquierda. O somos muy naif y nadie habla; o tenemos operadores. Ninguna de las cosas es así. Uno trata de tener una relación institucional y focalizarla en las reformas. Y tratar de no incidir en las resoluciones judiciales. Sí reclamar que sean rápidas, que lleguen a juicio. Cuando hay una decisión inadecuada, como el caso Cristóbal López (cuando Ballestero y Farah lo liberaron), expresarlo. Siempre respetando la independencia de los poderes. En esta línea se empezó un trabajo con la Corte en cuestiones institucionales: por ejemplo el expediente electrónico o el acceso a la justicia, que trabajamos con la jueza (Elena) Highton de Nolasco. Esa es la agenda, superadora de lo que venía dándose en los últimos 30 años y por eso genera tanta incomodidad. A lo mejor van a buscar a sus amigos y a sus conocidos para ver qué está pasando.
—¿Cómo está la relación del Gobierno con Lorenzetti tras los pedidos de juicio político de Carrió y el malestar que expresó el Presidente con él?
—El juicio político es una decisión de otro poder, que es el Congreso. Hoy la relación institucional con la Corte es tan seria que se ha formalizado y, por primera vez, realizamos reuniones mensuales con el jefe de Gabinete. No para discutir casos, sino para definir políticas públicas.
—¿Lorenzetti debe dar un paso al costado tras presidir la Corte más de ocho años ya?
—Es una decisión de la Corte y uno no puede ingresar en esos temas. Yo siempre dije que personalmente soy enemigo de los períodos extendidos.