POLITICA
macri valoro el guiño de su aliada

Carrió y una ronda personal de asistencia a un oficialismo herido

La diputada estuvo el jueves en la Rosada, con Aranguren, y ayer en Olivos, con Peña. Transmitió optimismo y cohesión.

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Con Peña. La legisladora visitó ayer al jefe de Gabinete y a su vicejefe, Mario Quintana. | N.A.

El Gobierno vive cada performance de Elisa Carrió con una mezcla de excitación adolescente, incertidumbre por lo que vaya a declarar y esperanza de que legitime el rumbo oficial. El 51% obtenido por la diputada en las legislativas del año pasado confirmó su estatus de aliada fetiche, muy por encima de la importancia que el PRO le da a su sociedad con la UCR.

Así, la doble visita de Carrió, el viernes a la Casa Rosada y ayer a la quinta de Olivos, fue celebrada como un gol por el macrismo, en una de sus semanas más complicadas. Quizás se trate del peor momento de Cambiemos, desde diciembre de 2015 a la fecha, ante la ausencia de sus culpables favoritos: kirchneristas, peronistas, algunos jueces y sindicalistas.

Frente a esa minicrisis económica y de relato, cerca de Mauricio Macri festejaron algo más que el apoyo coyuntural de Lilita: la percepción de que está más alineada con la gestión del Gobierno. Un dato de las últimas semanas colaboraría con esa conclusión: la fricción del macrismo con el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, un archienemigo histórico de Carrió.

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“Claro que su voz suma. Es la figura política con mejor imagen y mayor credibilidad del país”, se entusiasma un asesor presidencial. Si bien se trata de un consiglieri de trato fluido con Carrió, el funcionario ignoraba que la chaqueña tuviera agendada una reunión en la Rosada. En realidad, la cita se armó espontáneamente el viernes a la tarde, después del encuentro entre Lilita y el ministro de Energía, Juan José Aranguren. Ahí, en el quinto piso del edificio ministerial, estuvo “todo bien”, según  el resumen tuitero de Lilita.

Intentó así firmar la paz con Aranguren y apoyar la política tarifaria del Gobierno, tras su cuestionamiento televisivo al ministro de Energía. “Por más que lo quiera mucho a ‘Juanjo’, con mi gobierno no sigue bajo esas circunstancias. Pero yo no soy presidente. Nunca tuve depósitos en el extranjero”, había opinado hace tres semanas. Las circunstancias referidas por Carrió son los 88 millones de pesos que Aranguren, ex CEO de Shell, tiene depositados en el exterior. Días después, la diputada se acopló lateralmente a la UCR, en el fuego amigo en contra de los tarifazos en los servicios.

Tras su cara a cara con Aranguren, visitó en la Rosada al lilito Fernando Sánchez, secretario de Fortalecimiento Institucional de la Jefatura de Gabinete desde diciembre pasado. De ahí pasó a la oficina del secretario de Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo, una especie de canciller en las sombras. Pompeo le preguntó sobre su reciente tour por la Corte Interamericana de Derechos Humanos y a la OEA, en Washington. Lilita buscó mejorar la fría relación del oficialismo con ambos organismos. “Quiero llevar tranquilidad a toda la Argentina. El dólar va a bajar”, profetizó a la salida.

Ayer, pasado el mediodía, continuaría su ronda de asistencia al Gobierno herido. Iría a Olivos para verse con el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el vicejefe de ministros, Mario Quintana. El viernes ya había anticipado con una ironía que no habría encuentro con Macri: “El es muy importante. Yo soy una simple diputada”.

Cerca del Presidente valoraron el guiño de Carrió, quien se fue “tranquila” de Olivos, según reveló un lilito. Y aseguraron que existe la voluntad mutua de volver más estrecha la sociedad política con la jefa de la Coalición Cívica. En 2019 el oficialismo necesitará ese capital.