MEDIOS
el apasionante desafio de un diario que nacio dos veces

Un pasado que explica presente y futuro

Claves para entender cómo un diario efímero de hace dos décadas alumbró años después un producto exitoso, con proyección digital y proyectos de nuevos emprendimientos.

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El nuevo edificio de Editorial Perfil en el barrio de Barracas, con una gran redacciòn central y estudios de radio y TV. | CEDOC Perfil

Cada año, ávidos alumnos de los distintos posgrados de los que participa Editorial Perfil deben escucharme hablar –con un entusiasmo que no logro disimular– de este diario y de su doble origen: la volcánica experiencia de 1998 y la exitosa y sostenible versión actual que arrancó en 2005. Sí, una de las tantas particularidades de PERFIL es que nació dos veces. Y la segunda vez no puede entenderse sin la existencia de la primera. Por eso este suplemento recordatorio de las dos décadas que se cumplen este mes de mayo.

En los textos por venir, protagonistas centrales de aquella historia inaugural cuentan con detalles vivencias, recuerdos, anécdotas y análisis que emocionan y perturban. Pero además publicamos un diálogo entre Jorge Fontevecchia, fundador del diario, y su hijo Agustino, director digital de la editorial, donde se entrelazan aquellos momentos con los actuales y los futuros, atravesados por una profunda y constante transformación de la industria de generación de contenidos.

Hace 20 años, los desafíos eran otros. PERFIL era la concreción del sueño de una editorial con varios títulos exitosos en el mercado de las revistas, que sentía el imperativo de lanzar un diario. Su diario. Tanto, que llevó el nombre de la editorial, a la inversa de lo que suele suceder.

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Tras meses/años de armar y pulir el proyecto, más de 300 periodistas, fotógrafos y diseñadores nos subimos a un barco que prometía romper todo diariamente. Yo estuve entre ellos.

El lanzamiento fue prologado por una ambiciosa y vanidosa campaña publicitaria (“Donde dice… Debió decir”), focus groups sobre posibles lectores (supuestamente desencantados con los medios que consumían) y planes económico-financieros de aparente sencilla sustentabilidad con un módico acompañamiento de audiencias y anunciantes.

Un sábado como hoy, pero 9 de mayo, aquel PERFIL vio la luz. Desbordaba de cantidad y calidad de notas todos los días, con un despliegue fotográfico en color del que no había antecedentes en la Argentina, como lo demostró la cobertura de la muerte de Alfredo Yabrán.

Tamaña explosión periodística se apalancaba además en la absoluta libertad para publicar lo que fuera, aun en contra de los intereses de lectores o anunciantes. La mayor demostración fue la investigación sobre cómo los hijos del entonces principal presidenciable opositor al peronismo, Fernando de la Rúa, “compraban” sus exámenes en la facultad.

Esta exuberancia no tuvo, sin embargo, su correlato en la venta de ejemplares y, sobre todo, en la obtención de publicidad, acicateada además por las presiones comerciales de otros diarios, que ofrecían beneficios extras en sus páginas a los avisadores que excluyeran a PERFIL en las campañas comerciales.

El sueño mutó a pesadilla en apenas 85 días. Allí se cerró más que un diario. Se truncaron expectativas personales y profesionales de centenares de personas, muchas de las cuales aún hoy no consiguen cerrar una herida de dos décadas.

Fui una de ellas. Y pensaba seguir siéndolo hasta que siete años después, a mediados de 2005, fui invitado a participar del sigiloso proyecto de relanzamiento de PERFIL, en formato dominical. Mis rechazos iniciales, producto de un golpe que había dejado una huella muy profunda, sucumbieron ante la paciencia de los convocantes (el propio Fontevecchia y el primer jefe de Redacción del nuevo diario, Claudio Gurmindo) y, sobre todo, ante una realidad que no terminaba de aceptar: PERFIL seguía siendo una espina atravesada y tenía la oportunidad de quitármela. Con todas las prevenciones del caso, me resultaba más imperdonable elegir quedarme afuera que contradecir una decisión que creía inflexible. Esta vez no me equivoqué.

De aquella lección tremenda del 98 se alumbró un diario distinto, desde muchos puntos de vista aunque con el mismo espíritu libre y de periodismo crítico diferenciadores.

La primera gran diferencia fue su periodicidad. PERFIL reapareció como dominical y luego sumó los sábados, ante el aprendizaje de que su lectura requiere de tiempo, y ese espacio está más disponible los fines de semana. También hacia allí se fueron corriendo los anunciantes, que ralearon sus avisos durante la semana para concentrarlos los sábados y domingos.

Tampoco se apeló a una campaña publicitaria grandilocuente. Los columnistas externos iniciales del nuevo diario aparecían fotografiados con un ejemplar en la mano (Lanata, Ruiz Guiñazú, Nelson Castro, Roberto García, Pepe Eliaschev, Víctor Hugo y Bonadeo) como señal de amplitud y seriedad periodística. Altre volte.

Con una redacción más reducida y compacta, más el espíritu libre y crítico de siempre, PERFIL logró convertirse rápidamente en una referencia. A su edición dominical sobrevino la de los sábados. Y en 2006 se lanzó perfil.com, el soporte digital que aglutina a todas las marcas de la editorial y multiplica nuestras audiencias.

Este trayecto exitoso no estuvo exento de problemas. El peor de todos, la asfixia económica que pretendió imponer el Estado manejado por el kirchnerismo. Ello se tradujo en tres mecanismos: discriminación con la pauta oficial, presión a anunciantes privados para que no pusieran avisos y creación de medios competidores con fondos oficiales sin control. La creación de un fideicomiso con varios miles de nuestros lectores y la demanda judicial por esos ataques a PERFIL (con fallo favorable en la Corte Suprema), se convirtieron en faros que nos dieron fuerza para atravesar esos y otros mares de dificultades.

Con esa esencia resiliente, la marca Perfil sigue creciendo en el mundo digital y se amplía hacia la concreción de sus proyectos radiales y televisivos. Y con un diario PERFIL consolidado y sustentable, que renueva cada fin de semana su desafío de hacer un mejor producto periodístico.

 

(*) Redactor jefe de PERFIL 1998, actual jefe de Redacción.