IDEAS
Análisis

Las redes verdes

La sociedad estuvo delante de la demanda y Twitter, ese lugar varias veces vapuleado por sus agresiones y trolleos, se transformó en una herramienta clave de socialización, interacción y debate.

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La cámara de Diputados aprobó la media sanción para la Ley de Aborto legal | Pablo Cuarterolo

Los manuales de comunicación le piden a los slogans ser cortos y simples. "Aborto legal, seguro y gratuito" o "Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir" rompió no sólo con el status quo, sino que también se metió con las leyes del marketing. La potencia de las palabras y los símbolos en la reciente discusión sobre la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo (IVE) fue clave en cómo se configuró la discusión. Y tal vez la más potente de esas frases haya sido ¨La revolución de las hijas¨.

Uno de los discursos prohibidos durante las campañas electorales por "pianta voto", uno de los "tema tabú" y "parteaguas" de la sociedad, fue dicho. Ha sido pronunciado con todas las letras tanto dentro del recinto, en diputados, como por la sociedad toda. La palabra prohibida fue dicha: aborto. Y la sociedad argentina estaba lo suficientemente madura como para acompañarla y debatirla.

El movimiento feminista argentino liberó a una inmensidad de voces silenciadas. La sociedad estuvo delante de la demanda y Twitter, ese lugar varias veces vapuleado por sus agresiones y trolleos, se transformó en una herramienta clave de socialización, interacción y debate. Como tantas otras veces lo ha sido, esta red social fue el medio desde donde los temas políticos se abren a la participación, a veces intensa y cruel.

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Allí se personifica un nuevo modo de participación política. Las mediciones son impactantes. La sociedad argentina le habló a sus diputados. Los ciudadanos le pedían respuestas a los representantes, y fue un fenómeno a gran escala. Se le exigió a los diputados que rindan cuentas por sus actos. La palabra clave fue “accountability”, un término anglosajón que significa la demanda ciudadana de explicar y responder por lo que hacen quienes ocupan cargos públicos. Una masa de mujeres, no sólo interesadas en el debate, sino demandando la media sanción de una ley.

 

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Hubo casos paradigmáticos de este uso de las redes. Desde principios de mes el grueso de la interpelación en Twitter corresponde al diputado Luis Contigiani (en naranja en el gráfico) quien decía que iba a votar en contra del proyecto, a contramano de la posición histórica y pública del Partido Socialista.

Por su parte, durante el fin de semana, Diego Bossio (en rojo) comenzaba a recibir menciones por sus declaraciones contra el proyecto y su rol como director de ANSES. Fue ese lunes, ante el anuncio de que el diputado mendocino José Luis Ramón (en verde oscuro) iba a votar en contra -siendo que el viernes había hablado a favor en una nota en Clarín-, fue el epicentro de un pico de mensajes donde se le solicitaban explicaciones, al mismo tiempo que se mostraron indignados por su "panquequismo".

Otro de los indecisos fue Alejandro Grandinetti (en violeta). El legislador había hecho pública su intención de votar en contra y ese fue el detonante. Desde ese momento empezaron a mencionarlo fuertemente. El crecimiento cuantitavo es claro y enorme en comparación con las anteriores semanas. Lo que marca el primer punto: la exigencia de la ciudadanía ante sus funcionarios y los pedidos para que rindan cuentas se intensifica a medida que se acerca el momento crítico, en este caso la votación.

#NiUnaMenos y #AbortoNoEsNiUnaMenos. La participación orgánica fue una de las claves del alcance que tuvo el movimiento de mujeres en su militancia por la ley de Aborto Legal. Los datos son claros. Comparados dos hashtags del mismo día (el aniversario del #NiUnaMenos) a simple vista puede parecer que las posturas a favor y en contra tuvieron una participación alta. Sin embrago, si observamos en detalle veremos la diferencia entre un tema orgánico (como es el caso de #NiUnaMenos) frente a otro que se empujó organizadamente pero que no tuvo eco en los usuarios de la red (#AbortoNoEsNiUnaMenos). Este aprendizaje es importante para todos los que quieren hacer comunicación política en redes. Sin usuarios compartiendo no hay campaña que funcione.

 

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Los tuits de #NiUnaMenos fueron 4 veces más que los de #AbortoNoEsNiUnaMenos. El alcance fue casi 13 veces más. Aquí está el primer indicio de conversación orgánica contra minoría charlando entre ellos.

El promedio de tuits por cuenta de #NiUnaMenos fue de 1,7 (normal), mientras que #AbortoNoEsNiUnaMenos fue de 3,4 y en las primeras dos horas de casi 6 tuits por cuenta. De nuevo, orgánico de un lado, la mano invisible del otro.

 

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VERDE PARA TODES. La afirmación que sostiene que las ideologías han muerto, es en sí misma una posición ideológica. El PRO supuso encontrarse con un país que cree que "la política es mala y aburrida", y a veces la política da sorpresas y conmueve. El análisis de este evento es contundente: es impactante observar el hilo que une la acción callejera, el correlato en el territorio digital (redes sociales) y la victoria legislativa.

#AbortoLegalYa es una réplica amplificada del vínculo que ya había creado el movimiento feminista argentina con el hito #NiUnaMenos. Está a las claras que las redes y el movimiento de mujeres se llevan de maravillas. Las redes permiten atar solidaridades lejanas, incomunicadas. En la fábrica todos tienen el mismo problema y nacen los sindicatos. Las redes sociales permitieron vincular experiencias muchas veces recluidas al mundo privado y tejer solidaridades bajo el lema de #yotambien (#MeToo). Esa potencia organizada es lo que vemos hoy en las calles y en las redes.

La ola verde arrasó con todo a su paso. Rompiendo al duro -y anquilosado- status quo y quebrado el tiempo histórico. Algo cambió en la Argentina. La sociedad civil, avanza intentando garantizar que para las mujeres decidir sobre qué hacer con el propio cuerpo, no les cueste la vida. Tanto asi que muchos de quienes no estaban de acuerdo con la legalización del aborto se vieron obligados a reveer su posición y su voto. Los cambios culturales no pueden escindirse de los procesos políticos y de la adaptación social que conllevan las nuevas tecnologías. Estas suman nuevos hábitos cotidianos, formas de interacción y de participación ciudadana. A veces sirven para aumentar burbujas informativas, otras veces conectan solidaridades fragmentadas para contribuir a resolver demandas históricas.

*Con la colaboración de Ileana Panthou.