ESPECTACULOS
Gael Garcia Bernal

“Ser actor es una búsqueda constante”

Ensaya Ejercicios fantásticos del yo, donde encarna a Fernando Pessoa, y habla de la legalización de la droga. A días de ir a los Oscar, alerta sobre Trump.

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Exitos. En Coco es Héctor; en Diarios de motocicleta es el Che Guevara; en Mozart in the Jungle es un director de orquesta. Y también representó a Pablo Neruda. Gael en todo. | ferrari

Cuando se le recuerda, con admiración, Amores perros, masculla algunas palabras, para dar a entender que eso corresponde a una época pasada de su trayectoria. Gael García Bernal parece ser puro presente. El actor de 39 años, nacido en Guadalajara, protagonizó grandes films, como Diarios de motocicleta, Y tu mamá también, La mala educación, Babel y Coco (nominada al Oscar) y sumó popularidad en la serie Mozart in the jungle y, ahora, Aquí en la tierra por Fox. Padre de dos hijos con Dolores Fonzi –Lázaro y Libertad–, se lo vio en público con la diseñadora Andrea de la Torre; y Mirtha Legrand subrayó, pícara, que su nieta, Juana Viale, y el mexicano se llevan muy bien. Pero él solo despliega su hablar suave y casi introspectivo cuando suenan los temas de los que está dispuesto a hablar. Ni su vida personal ni proyectos concluidos, sino la vida, la muerte, la actualidad de su país de origen y el proyecto que lo trae a Buenos Aires: Ejercicios fantásticos del yo, una obra de Sabina Berman, sobre los heterónimos, y la compleja identidad del poeta portugués Fernando Pessoa. En el Teatro Coliseo, el estreno será el 9 de marzo, cuando regrese de los Oscar. El elenco, potente, dirigidos por Nelson Valente, se completa con Rita Cortese, Fernán Mirás, Vanesa González, Martín Slipak, Fernando Lorenzo, Fernando Sayago y Nacho Pérez Cortés.

—¿Cómo es el personaje que estás ensayando para esta obra?

—Pessoa, su nombre lo dice todo: “persona”, en griego, significa “máscara”, y él era una persona que multiplicaba estas verdades posibles del ser. Jugaba con eso; hizo una obra de su vida. Es indefinible. Sería muy tramposo desmenuzar y digerir algo que es muy complejo. Me cuesta mucho categorizar y hablar de las claves de lo que estamos trabajando… no me gustaría decir lo que hay detrás de la galera, descubrir el truco.

—Sin embargo, la estética de los afiches muestra algo casi realista: su clásico sombrero y la copa de vino…

—Quizás hay ciertos arquetipos de la época: usaba mucho sombrero y bebía mucho, pero eso se puede decir de más de la mitad de la humanidad de aquella época. ¿Quién conoce a Pessoa? Incluso los más estudiosos saben que su personaje está hecho para reinventarse. El mismo decía que no era nadie, un lienzo en blanco. Es un personaje bastante inexistente en el mejor de los sentidos, una persona que no figuraba, un genio que el mundo descubrió mucho después de muerto. No es como hacer a Napoleón. Es un personaje hecho para jugar con las posibilidades del ser humano.

—¿Has ido a Portugal? ¿Crees que se siente allí, de algún modo, la presencia de Pessoa?

—He ido varias veces a Portugal por razones sumamente privadas. Me encanta tener un secreto de por qué he ido a Portugal. Todo el mundo que va encuentra la magia de sentir que estás en un lugar realmente a salvo, donde puedes tener un secreto. Algo hermoso. Y estás en Lisboa y [parece] una descripción absolutamente, de la parte baja, de la parte alta, de las cafeterías a las que Pessoa iba. Cuando entras al café A Brasileira y dices “Aquí estaba”, es muy emocionante.

—En una época en la que muchos productos autodenominados artísticos ponen el acento en que el espectador disfrute, ¿cómo te posicionás frente a esto?

—Eso es lo lindo del teatro: los actores y el público estamos poniendo el cuerpo, y en la misma habitación. Ya no es entretenimiento por entretenimiento. Es otra cosa de intercambio. El teatro, cuando llega a conectar con algo trascendental, puede ser como la poesía: un viaje de reflexión hacia el interior, en el que ves la puntita del iceberg.

—Has hecho declaraciones duras sobre Estados Unidos y su actual presidente. ¿Qué repercusiones tuviste?

—Bastante buenas, porque somos muchos los que pensamos así. Hablar de Estados Unidos es abrir a pensar cómo existe una democracia en apariencia operante y sostenida, y aun así puede llegar una persona tan lastimada, traumada, miedosa, insegura y llena de odio a la presidencia. Y cómo mucha gente lo apoya. Se está construyendo una postura política en base a la mentira. Y hemos visto en la historia lo que sucede cuando pasa eso: lleva a desencuentros, lleva a la guerra. Está bueno no escondernos de la dimensión de lo que ocurre entre naciones y seres humanos: cuando se construye una identidad en base a mentiras acerca del otro, acerca del miedo: … tamadre, terminamos en guerra. Un mundo bipolar, una dicotomía sencilla donde se simplifica todo es justamente lo que no necesitamos hoy en día.

—El narcotráfico es uno de los temas de tensión… ¿Te involucrarías en un proyecto sobre esta cuestión?

—Más bien, me parece más interesante cuando se me han acercado instituciones o personas, para ampliar la discusión sobre la legalización de las drogas en América Latina y en el mundo. Esa es la verdadera propuesta que me interesa: la descriminalización, la legalización, la educación. En California, ya es legal en términos recreativos; ya pagas impuestos por marihuana.

—¿Cómo describirías México hoy? ¿Qué perspectivas tiene Andrés López Obrador de subir al poder?

—Estamos en época de elecciones; es un lío intestinal del PRD. López Obrador tiene bastantes chances. [Yo] solo pienso en que no gane el PRI, en que [no] continúe esta mentira, este juego tan hipócrita y tan impune. Tuvieron su oportunidad, pero demostraron tener los vicios más jurásicos. Esta gente no entiende la noción del bien común y ya se le fue la oportunidad…

—Resuena a la Argentina…

—Y sí. Es el gran drama de nuestros países. Ojalá esta discusión genere gobiernos representativos, incluyentes, abiertos, sin rencillas, sin las peleas que los gringos tienen, con un nivel de discusión tan malo.

—Estás rodeado de éxitos y reconocimientos. ¿En qué fallás o sentís que necesitás mejorar?

—Lo bueno de este trabajo es que no es como ganar la Bota de Oro del futbolista. Quien tiene una búsqueda artística –lo digo con temor a sonar muy presuntuoso– no se deja llevar por ese tipo de metas establecidas. Es una búsqueda constante. Como actor, no existe el éxito cuantificable.

—El actor también es un trabajador. ¿El dinero te importa?

—No tiene nada que ver. Obviamente, uno tiene que mantener a la familia, pero eso ya es otra cosa.

—No son tiempos fáciles económicamente en la Argentina. Tampoco para el teatro. ¿Te preocupa la taquilla?

—No. Pues no. Me encantaría que viniera muchísima gente, pero no pienso en eso.


‘Coco’ y el dia de los muertos

En la película de Pixar-Disney Coco, Gael García Bernal le puso la voz al personaje de Héctor en el doblaje al español. Esta es una de las razones por las que estará en la entrega de los Oscar 2018, el 4 de marzo. A partir de esa experiencia en el film, se explaya: “El gran triunfo de la película es hacer una interpretación del Día de Muertos, ese hilar cultural en torno a la muerte que se da en México, y que es muy heterogéneo. En cada región, cada familia y cada persona es una reflexión muy personal, sincera, honesta en torno a la muerte y a la vida. Aparecen elementos como los alebrijes [pequeñas esculturas de seres fantásticos, hechas de papel o madera], que no son del Día de Muertos, pero puede ser, porque Día de Muertos puede ser lo que uno quiera. Yo, habiendo crecido en Guadalajara con mi familia, desde niño vivía este momento, que es muy bonito. Te lo enseñan desde el jardín de infantes. En octubre, armas tu altar con lo que quieras: no solo fotos, flores y figuritas, sino que le empiezas a poner juguetes, fotos tuyas, calaveritas con tu nombre, calaveritas que también son poemas (y que no aparecen en la película). Es una especie de universo que te incorpora a la vida, a la sociedad, a una identidad familiar, a la imaginación, a vivir la vida con todas las potencias, de forma alegre, libre, curiosa. Hace poco le preguntaron a Guillermo del Toro [el afamado director de películas de fantasía y terror, como El laberinto del fauno] cómo es que trataba sobre tragedias, monstruos y el lado oscuro del ser humano, en tanto que él es una persona alegre, amable, adorable, divertida, abierta, generosa… parece una contradicción. Y él respondió: ‘Porque soy mexicano’. Al tener ese acercamiento a la tragedia, y ahora, además, a la violencia, cuando uno vive la vida con la muerte a flor de piel y con tantas reflexiones, puede completar el ciclo de vivir la vida de forma potente. Si uno elimina de la discusión la vida o la muerte, se convierte en un panfleto. Si van de la mano, es una verdad”.