ESPECTACULOS
Entrevista

Michel Noher: “Hay mujeres que en la calle me dicen ‘¡qué desperdicio!’”

Cuenta cómo es su relación con Antón, el hijo que tiene junto a Celeste Cid y cómo vive el éxito de "100 días para enamorarse".

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Michel Noher. “Todavía no puedo llevar a mi hijo a Bariloche a visitar a mi madre porque toma la teta“ | Piemonte

Por experiencia personal, Michel Noher prefiere no hacer pronósticos sobre los proyectos que encara. Entonces, el fenómeno de 100 días para enamorarse –donde su personaje Fidel es uno de los más fuertes de la tira por su búsqueda de identidad sexual– y bajar el telón a sala llena de El hijo eterno en el Cultural San Martín son un resultado que fue más allá del rating y de cortar boletos ya que, sostiene, pasó más por el desafío actoral. “100 días... es una novela que invita a reflexionar, va más allá de la cuestión básica del entretenimiento, y mi personaje es hermoso; antes de empezar a interpretarlo me daban ganas de explorar ese camino de dos fuerzas internas que tiene”, responde el actor de 35 años.

“Me encanta la respuesta del público, que le resulte atractivo por lo que va viviendo, y muchas personas se sienten identificadas. Gente me ha escrito que ha vivido una historia similar. En la calle tengo hinchada, de estar a favor, de decirme “¡dale para adelante!”, “¡estamos con vos!”. Hay mujeres que me dicen en broma “¡qué desperdicio!”. Noher reestrenó el unipersonal producido por su padre, Jean-Pierre Noher, en el Teatro Nün el martes pasado. “No tengo dudas de que gran parte de que la sala estuviera llena en el Cultural San Martín tiene que ver con mi personaje en la novela, aunque toda la gente que lo vio no debe ser ni un punto de rating”, remarca.

—¿Cómo está la sociedad argentina con respecto a la diversidad sexual?

—Como sociedad estamos en proceso de aprendizaje, de aceptar las diferencias, como cuando salió la ley de matrimonio igualitario, la posibilidad de cambiar el género en su DNI, pero hay gente que lo recibe con más facilidad y otra no, y creo que tiene que ver con los miedos, que una persona puede sentirse amenazada por la elección sexual de otra, aunque parezca extraño. El homofobismo viene de eso.

—¿Ya firmaste para continuar en la extensión de los capítulos de “100 días...”?

—Se está hablando, pero no tuve novedades. No firmé nada pero entiendo que el canal tiene deseo de continuar porque está funcionando muy bien.

—¿Seguirías?

—No sé. Tengo que tomar decisiones porque tengo que filmar una película en septiembre para filmar en Neuquén, y es un director con el que quiero trabajar. Serían seis semanas de rodaje, y tengo algunas propuestas de Brasil.

Michel Noher viajó a Bariloche para estar presente en el cumpleaños de su madre el feriado del 9 de Julio. “No fui con Antón porque Celeste se fue al norte a hacer la campaña de su marca de ropa con Paula (Kohan). Todavía no puedo llevarlo porque está tomando la teta”. Su madre se jubiló como docente de integración de chicos con capacidades diferentes a instituciones educativas, y trabajó como empleada de la provincia de Río Negro. “Trato de ir dos veces por año, me gusta pasar Año Nuevo allá”, cuenta. Y revela: “Mi madre tiene esclerosis múltiple y hace rehabilitación constantemente; está siguiendo un tratamiento de medicinas alopáticas y desde hace un tiempo está con medicina de cannabis y le está haciendo superbién, recomendada por los médicos, y está pudiendo conseguir el aceite, porque conseguir hoy el aceite es hacerlo de manera ilegal y casero a través de la Asociación de Cannabis Bariloche. No es algo que revierta el daño que está hecho en la mielina, pero le da una calidad de vida mucho mejor ”.

—“El hijo eterno” trata sobre un padre primerizo que tiene un hijo con síndrome de Down en los 80. ¿Creés que, al ser padre de Antón, el texto logra otro sentido en vos?

—Sin lugar a dudas. No sé cómo hubiera sido, si no. Creo que no hubiera podido hacerlo, pero sin dudas que es distinto y en cada función en algún momento Antón está presente en mi cabeza.

 Separado de Celeste Cid desde abril de este año, Noher dice que con su soltería “estoy impecable” y que “una separación no es una decisión feliz, pero que se hace en pos de la felicidad y uno debe atravesar procesos. Estoy lleno de amor porque amo profundamente a mi hijo, el amor está en mí y está en él; hoy no estoy con el amor romántico que te da estar en pareja, pero el amor está”.

—¿Cómo se dividen con Antón?

—Nos dividimos bien, tenemos días pautados, tengo tres días por semana, pero podemos variarlos según las necesidades de cada uno; si ella tiene que grabar o yo tengo teatro a la noche, nos organizamos para que Antón esté bien.

—¿Qué te dan el teatro, el cine y la televisión?

—El teatro me da un vértigo terrible porque es la presencia, es artesanal, es el hecho en vivo. La tele es el consumo inmediato y que te da la posibilidad de popularidad. Y el cine me dio la posibilidad de rodar El desentierro el año pasado en España con Leo Sbaraglia, Ana Torrent, Jan Cornet, por ejemplo, y hacer la película de Marcel Duchamp en blanco y negro, en la que tuve que aprender francés y hacer un cambio físico importante de adelgazar bastante. El cine es la posibilidad de hacer obra y que quede.

—¿Quién sos en “Rizhoma Hotel”?

—Mi personaje es Darío, soy diseñador de alta costura y le estoy haciendo un vestido a Violeta (Urtizberea). Fue muy gracioso grabar con ella. Hago de un chico bisexual y tengo una situación con Violeta, que graciosamente está casada con el personaje de Ludovico (Di Santo), por lo que este año nos tocaba estar bien cerca con Ludovico (se ríe). Fue una experiencia intensa, grabada en dos días.

—¿Quiénes te negocian tus contratos?

—En Brasil tengo una representante, y aquí me lo maneja Paula Aisenberg. A mí no me gusta, he negociado en Brasil y son situaciones muy estresantes.

—¿Qué importancia le das al dinero en tu vida?

—La importancia de poder no pensar en eso. Porque tener que pensar en cómo llegar a fin de mes, cómo poder pagar el jardín... Mi vieja es docente, me crié ahí, en el 95 iba al Colegio 298, público, de Bariloche, tuve treinta días de clases en todo el año por los paros que había porque a los docentes les pagaban en Lecops. La comida base era la polenta y la polenta dejó de gustarme mucho tiempo; hace poco volví a comerla, y la tranquilidad de no pensar en eso es maravillosa, y haciendo lo que me gusta. Es circunstancial todo. El año pasado laburé menos y estuve más ajustado, pensando en qué gastaba y en qué no. Igual nunca fui un tipo de grandes gastos, no me atrae el gasto por el gasto en sí.