ELOBSERVADOR
ante las FAKE NEWS

Impulsada por las falsas noticias, vuelve la confianza en los medios

En base a un estudio realizado en el área metropolitana, la autora sostiene que las redes sociales aún no son el príncipal proveedor de noticias. Y que el caos de sus datos reaviva el papel de la prensa tradicional.

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En base a un estudio realizado en el área metropolitana, la autora sostiene que las redes sociales aún no son el príncipal proveedor de noticias. | ilustración: #joaquintemes

La actual producción, circulación y consumo de información integra un sistema en constante expansión, desordenado e intenso, cuya lógica hizo estallar todas las referencias previas generando una infinita fragmentación de la oferta informativa. Dentro de este big bang mediático las marcas tradicionales quedan resignificadas como principio ordenador dando un marco de confianza a una población altamente demandante de noticias.

El vínculo de las audiencias con los medios queda anclado en la confianza, rasgo de mucha importancia si consideramos a éste como un sentimiento inspirado por escasas referencias fuera de sus círculos próximos. En general,  la percepción es de un entorno que conspira contra la propiedad, los ingresos, y la integridad física. Las instituciones lejos de proteger, acechan. La confianza sólo queda reservada al círculo familiar que, por esa misma causa, se encuentra probablemente sobreponderado, y a los vínculos de amistad que en pocas sociedades son tan valorados como en la Argentina. Cualquiera sea el momento o el lugar en el que hagamos una encuesta, la mayoría de las instituciones vinculadas a la política, el trabajo, las empresas, hasta la Iglesia, con Papa argentino incluido, se ubican por debajo del 30% de valores positivos de confianza.

Si bien existen excepciones circunstanciales impulsadas por un contexto favorable que   eleva a las primeras posiciones, sólo hay un actor social que permanece, a lo largo del tiempo,  invariablemente, en el top de este ranking: los medios de comunicación. Históricamente, en AMBA, la confianza en medios casi duplica el promedio general institucional alcanzado por un panel de 13 actores evaluados desde 2005. Entre ese año y 2017, la media de los valores positivos resgistrados por ellos es de 55% mientras que, si tomamos el resto de las instituciones en su conjunto, excluidas las “organizaciones de la sociedad civil”, alcanzan sólo el 20%. La brecha con los sindicatos, por ejemplo, que se posiciona como el actor de menores valores en la serie, es de más de 40 puntos porcentuales.   

Este comportamiento de la opinión suena lógico en una sociedad cuya institucionalidad resulta, como dijimos, precaria y donde la mayor parte de las cosas transcurren a sus espaldas. En este contexto, los medios, hace ya más de 20 años, constituyen un espacio clave asociado a la denuncia y a la investigación, aspecto que los ubica del lado de la

gente para la que hace mucho tiempo la corrupción es una de sus principales preocupaciones. La estructura mediática, supo generar estrategias provocando cercanía con la población, y a  la vez, quedando expuesta en el centro de la vida política. Desde allí, ha sostenido un lugar de privilegio como agente de influencia en la opinión pública, esto, no obstante, experimentar, redes sociales mediante, grandes cambios en el comportamiento de sus audiencias y, por lo tanto, en sus negocios.

Hay datos muy esclarecedores. Para el habitante AMBA que es un intenso consumidor de información y un socializador entusiasta de temas políticos, económicos, etc., los medios tradicionales constituyen, sin dudas, un filtro natural de las noticias falsas, multiplicadas durante el big bang. Según datos de octubre de este año éstos juegan un rol relevante en sus consumos admitiendo el 70%  que los utiliza directamente para informarse. Sólo el 30% los sigue a través de las redes sociales. El 80% admite entrar a los portales de noticias de los diarios cuando quiere profundizar sobre una información. Sólo la mitad opta por las redes en esa instancia.

En una sociedad con bajos niveles de institucionalidad y con una opinión pública subestimada por la mayoría de los actores que la conducen; las empresas mediáticas y los periodistas resultan importantes reservorios de confianza. Dentro de este concepto, vínculo y estructura, la aparición de las redes sociales, si bien pasaron a integrar el abanico de posibilidades para conectar con la realidad, no ocupan, hasta ahora, un rol dominante como proveedor de información, ni desplaza a los tradicionales, los que parecen representar un principio ordenador entre las falsas y las reales noticias ayudando a superar la, muchas veces, caótica fragmentación del nuevo sistema.

* Socia Gerente de CIO Creative Investigation.