Fue en plena crisis del campo. Dos mil ocho. El quilombo de la 125. Pensaba que nos podían arrojar un misil si se enteraban que en el helicóptero estaba el vicepresidente. Votó el tipo, votó que no y a la semana se vino para acá. Una tarde me hablan del Senado para decirme que necesitaban de mis servicios para todo el día siguiente. No me dicen para qué. Solo que a las ocho y media me esperaban en el Sheraton.
Apenas llego al hotel me recibe Sergio Inostroza, o algo así, del Honorable Congreso de la Nación. Le pregunto qué tengo que hacer. Me responde que después me explican. “A la mierda”, pienso y me subo a un auto. Nos siguen dos o tres autos de cerca. Entramos con los autos al aeropuerto. Y me hacen quedar ahí, parado. No me decían nada. Yo no sabía nada. Ah, me preguntaron si tenía miedo a volar en helicóptero. Les digo que no, que volé antes. Me piden que espere. Son amables, atentos, educados pero pocas palabras. “Espere acá”, me reiteran. “¿Me puedo bajar acá?”, le pregunto al chofer que responde que sí. Pasan quince minutos. Aterriza un avión.
Veo una combi o traffic blanca. Dos autos adelante y dos autos atrás. Para la traffic, se abre la puerta. “Subí”, me dice Mestre, mientras abre la puerta corrediza. Sí, Ramón, el actual intendente. Ramoncito. Subo a la Traffic. Está todo oscuro. Junto a Mestre, Aguad y Cobos en los primeros asientos. Saludo: “Buenos días, señor vicepresidente, buenos días, señor Aguad”. El tipo que me había contratado no estaba. Yo al fondo mientras los tipos hablaban. Se tuteaban. Pienso en sacar una foto, si me dicen “no saques”, digo “perdón”. Lo hago, no me dicen nada. Saco otra y otra. Pienso: “¿Qué hago acá? ¿Tendré que empezar a laburar?” No me habían dado ninguna indicación.
Volvemos al Sheraton. Bajamos al restaurante. Ahí había una reunión. Se sentaron los tipos con referentes radicales de todo el interior. Saco fotos, saco fotos, saco fotos.
Termino el almuerzo, pero sigo en b... Al rato me dicen: “Vení, vamos”. Cobos sube al primer auto, yo al segundo.
“¿A dónde vamos?”, pregunto. “No, no, vení con nosotros”, me evaden.
Vamos a Casa de Gobierno. La de las Tejas. Sale Schiaretti. “Hola, cómo te va querido Julio, estamos por construir el gasoducto”, le dice a Cobos. Se quedan solos. Ahí me saluda Cobos por primera vez y me pregunta si trabajo para La Nación. Le digo que no, que trabajo para Punto a Punto, una revista de negocios de Córdoba.
Salimos y enfilamos para el helicóptero. Subimos el guardaespaldas, Cobos y yo. Vamos a un campo. Las rodillas casi se tocan en un helicóptero. Él iba en frente mío. Me empieza a hablar. Me pregunta: “¿Cómo le va?, ¿usted vive en Córdoba?” Y le digo: “Sí, vicepresidente”. Y cuando le digo por segunda vez vicepresidente me dice: “No, dígame Jul io o ingeniero”,porque yo le decía vicepresidente y es muy largo VI CE PRE SI DEN TE. “¿A dónde vamos?”, le pregunto. Me cuenta que la noche de la votación de la 125 le prometió a una familia de Córdoba que tiene un tambo y que le habían dado una carta, que si ganaba la postura del campo los iba a visitar.
Y ahí fuimos al campo. Para el lado de San Francisco. Un tambo. Veo bomberos, policía y campo, campo, campo. Una casa. Y bajamos ahí. La alegría de la gente. Nos recibe una familia numerosa, con cuatro o cinco hijos. Tienen un tambo chiquito. Lo visitamos y nos invitaron a comer. Pusieron salame, queso y vino. Comimos como unos c..., todos.
Y por primera vez hice la de los presidentes, como en las películas, por primera vez viajé en helicóptero de noche por el campo. No se puede viajar de noche, tenés que tener una autorización especial. Tiene una belleza increíble viajar de noche en helicóptero. Yo a todo esto, pregunto “¿Adónde volvemos?” “Al aeropuerto”, me responden. Y bajamos también como en las películas y me saluda el tipo. Dice: “Muchas gracias”, así, agachado. El helicóptero era de la Provincia. Se lo prestó Schiaretti. Sí, Schiaretti.