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Deuda, obra, emisión y déficit: claves para desarmar prejuicios

La inversión pública en tres años llega a no más de 10% del total del endeudamiento. Análisis de las variables fundamentales.

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SOBRECOSTOS. El combate a la corrupción es clave para que el endeudamiento no sea en vano. | CEOP-PERFIL

Una de las diferencias sustanciales de modelo entre el populismo de la era kirchnerista y el gradualismo desarrollista de la era macrista se centra en el hecho de que el primer esquema resignaba el endeudamiento priorizando la emisión (con costo inflacionario) y el segundo apela al endeudamiento priorizando el control inflacionario y el desarrollo vía inversión pública. 

¿Está funcionando la ecuación del actual Gobierno? La lectura de cuatro claves entrelazadas ayudan a develar algunas luces y sombras: 

1- Deuda vs. inversión pública. Desde el inicio de la gestión de Mauricio Macri, la inversión pública vino creciendo, pero a un ritmo que no se compadece con el que lo hizo paralelamente el endeudamiento. En 2016 se invirtieron US$7.450 millones; US$10.900 millones en 2017 y US$11.800 millones están previstos para este año. Esto significa un total de US$ 30.150 millones, que hacen no más de un 10% del total del endeudamiento tomado. 

Evidentemente, gran parte de la deuda aún no se convierte en capital para desarrollo productivo y competitivo, sino que está financiando déficit fiscal.

2- Déficit y emisión. Cristina Kirchner dejó la Presidencia con el récord de déficit fiscal más alto desde 1982: para fin de 2014 equivalía a casi 7,2 puntos del PBI. 

En paralelo, había convertido a la emisión monetaria en política de Estado: los billetes de $100, por citar un ejemplo,  aumentaron su circulación en 1.411% entre 2003 y 2014. 

En los primeros diez meses de gestión, Macri logró frenar esa catarata de emisión en 20 puntos porcentuales (del 39% al 19,5% anual). Sin embargo, desde octubre de 2016 la tendencia cambió para regresar a un nivel del 30% anual. 

Dentro de ese contexto, la actual administración ostenta el logro de haber reducido el déficit fiscal primario a 4,30% del PIB. No obstante, algunos economistas críticos advierten que al déficit fiscal primario hay que sumarle el déficit por intereses de deuda externa (2,30% del PBI) y el déficit provincial (1.0% del PBI).  

Por ende, ni la “era emisora K” ni la actual “era endeudadora M” logra superar el problema estructural de Argentina de gastar más de lo que produce.

Finalmente, hay dos hechos relevantes para tomar en cuenta: según una investigación presentada  por Nicolás Dujovne (cuando se desempeñaba como economista independiente), “entre 2007 y 2015 la inversión en obra pública tuvo un nivel promedio de US$12.500 millones al año, y un sobreprecio promedio que puede haber orillado un 20%, sólo en lo sobrefacturando por el gobierno nacional (sin las provincias ni los municipios)”. Las causas de corrupción bajo investigación han revertido de algún modo esta realidad. 

Pero, frene a este dato positivo, también es necesario prestar atención a esta advertencia que hace la consultora Economía & Regiones (E&R): “Por más que el gobierno de Macri logre identificar la buena  inversión de la mala, la inversión pública seguiría poniéndole un techo bajo a la privada y ello dificultará un crecimiento sostenido. Eso, porque el déficit fiscal y la obra pública están siendo financiados con deuda y un sistemático aumento del nivel de endeudamiento impacta negativamente en la inversión privada", sostiene E&R.