COLUMNISTAS
Defensor de los Lectores

Reporteros baleados, lectores víctimas

El 29 de junio de 1973, un grupo de militares chilenos protagonizó un frustrado golpe de Estado contra el gobierno de Salvador Allende.

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ULTIMA IMAGEN. El camarógrafo Henrichsen filmó su muerte. | cedoc

El 29 de junio de 1973, un grupo de militares chilenos protagonizó un frustrado golpe de Estado contra el gobierno de Salvador Allende. Leonardo Henrichsen, camarógrafo argentino de 33 años, grabó entonces su propia muerte, que se sumó a las de otros 21 civiles asesinados por balas de uniformados. Henrichsen cubría para un canal de televisión sueco el intento de golpe, prólogo del que llevó al poder a Pinochet tres meses más tarde. La filmación completa, de dos minutos, termina con la imagen del militar que lo mató. (https://www.youtube.com/watch?v=lkVDHtSIfOk).

La muerte de Henrichsen –como las de otros colegas con o sin cámaras, periodistas resueltos a registrar la verdad, lo que pasa, lo bueno y lo malo–, así como los asesinatos y desapariciones de profesionales de este oficio en la Argentina y en otras latitudes, no fue solo la consecuencia de una decisión personal de su asesino, sino parte de una política represiva que excede a los individuos: se trata de un intento (generalmente frustrado, más tarde o temprano) de impedir que esas imágenes o los relatos lleguen a la opinión pública. Por eso es que esta columna del ombudsman de PERFIL quiere enfatizar que son también los lectores las víctimas cuando reporteros gráficos o cronistas de este diario u otro medio son baleados o apaleados por policías, gendarmes, prefectos o militares. Son víctimas de una política represiva que no parece haber encontrado en estos tiempos valla alguna para impedirla.  

Por cierto, habrá quienes, al leer estas líneas, consideren que este ombudsman toma partido, que no es objetivo, que defiende a algunos y condena a otros. Tendrán razón quienes así lo entiendan: cuando un uniformado, miembro de los cuerpos de seguridad del Estado, siente que portar un arma le adjudica también un certificado oficial de inmunidad y lo habilita a disparar sobre los periodistas (en verdad, sobre cualquiera cuando lo hace sin ton ni son), acerca peligrosamente el sistema democrático a un abismo insondable. Y más grave es que ese certificado llegue de la mano de la autoridad superior. Los argentinos bien sabemos qué es eso. Las imágenes de la dictadura, de la represión y de los 17 colegas asesinados y 84 desaparecidos están muy frescas en la memoria.

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Reporteros sin Fronteras elabora cada año una estadística mundial sobre libertad de prensa. En 2017, Argentina ocupa el puesto 50 del ranking (http://www.rsf-es.org/grandes-citas/clasificacion-por-paises/). No es para estar felices.

Yerros y otras perlitas. En una revisión de cartas recibidas, aclaraciones necesarias y reclamos por tortugas escapadas, vaya ese espacio al que se podría bautizar “Errar es humano, perdonar también”:

u Carlos Gabetta, autor de la nota “De Cromagnon al submarino”, aceptó lo dicho por este ombudsman en el sentido de marcar el error de confundir Cromagnon con Cromañón. Con toda nobleza, aclaró en un mail que, sin embargo, la falta cometida por la sección Corrección tuvo un mal de origen, pues el autor acepta que así fue, equivocadamente, como se rebautizó el boliche de historia trágica.

u Sendas cartas de lectores critican publicaciones de este diario. El arquitecto Luis Grossman califica como un exceso el espacio y la importancia dada al mail “Mezquindad”, publicado el domingo 10. Tiene razón: hubiese merecido un territorio menor. El señor Fernando Keilty vuelve sobre errores en el Sudoku del domingo 3, que  marcara una semana después. Está en lo cierto, con el agravante de que fueron nuevamente cometidos en los resultados publicados el domingo 10. Este ombudsman apela al buen sentido de los responsables de juegos para evitar que las equivocaciones se repitan.

u En la edición de ayer, fueron varios los gazapos cometidos en títulos, algunos de ellos más graves que otros. En Internacionales fueron tres: un incomprensible “EE.UU. aseguró que su ofensiva anties (¿) solo diplomática (página39); “… pero sin sin dejar de presionar…” (copete, página 44); y un sobreentendido con escasa fortuna: “El Fujimorismo y otras fuerzas. Piden la destitución del presidente Kuczinski por el caso Odebrecht”. No serán muchos los lectores que registren que Kuczinski es el jefe del Estado peruano, jaqueado en el escándalo por las coimas de la empresa brasileña. Al no indicar que se trata de Perú, se obliga al lector a hacer un esfuerzo de comprensión innecesario. En Sociedad se nota la ausencia de dos comas en sendos títulos: “Su marido Mario Toconaz…” –debió llevar coma después de marido– (copete, página 46); y “‘En primer grado a mi hijo le hacían leer oraciones religiosas’” carece de coma tras la palabra grado (página 48).

Nuevas normas. A sugerencia de la sección Corrección, se aplican desde este fin de semana algunas reglas de acentuación impuestas por la Real Academia Española, aunque este Defensor de los Lectores debe confesar que no todas le resultan simpáticas. Así, se siente un tanto solo al eliminar el tilde en solo cuando este (pronombre también sin tilde, como ya no deben llevarlo sus semejantes ese o aquel) reemplace a solamente.