COLUMNISTAS
Defensor de los Lectores

Nuevos tiempos, otros vientos

No hay quien pueda vaticinar, con datos concretos que avalen tal augurio, que los diarios en el tradicional formato de papel habrán de desaparecer a plazo fijo.

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Darin y Galancitos. Fabián Casas se equivocó de calle. | cedoc

No hay quien pueda vaticinar, con datos concretos que avalen tal augurio, que los diarios en el tradicional formato de papel habrán de desaparecer a plazo fijo. Cierto es que no son lo que han sido en los no tan viejos tiempos, pero la competencia –feroz, en algunos aspectos– de otros soportes informativos como la televisión y (más aún) e internet, irrumpió en el medio para llevarse una parte sustancial de la publicidad y de la audiencia. El tema es objeto de análisis y de preocupación para los editores de diarios de todo el mundo, que apuntan de manera creciente a la integración entre los distintos formatos con los cuales llegar a una audiencia esquiva.

Es muy interesante el artículo que en este sentido publicó Lola Galán, la Defensora del Lector del diario El País de Madrid. Dice: “El soporte digital es el presente y el futuro de la prensa, aunque ningún experto en periodismo se haya atrevido a poner fecha de defunción al papel. El País cuenta todavía con muchos lectores fieles a la edición impresa, que consultan poco o nada la digital y se pierden por este motivo elementos informativos importantes”. La ombudsman del periódico español hace referencia a un ejemplo derivado de la carta que le enviara un lector, que reclama “más comunicación” entre las ediciones papel y digital del diario. En verdad, para quien esto escribe está allí el nudo de la cuestión: en la medida en que exista esa línea de comunicación e interacción permanente, el beneficiario será el lector porque la complementariedad implica, naturalmente, mayor y mejor calidad en la oferta informativa y de opinión.

Es difícil –y en algunos aspectos conflictivo– el proceso de integración por múltiples razones. Una de ellas es la puja inevitable entre las conducciones de las plataformas papel y digital en el momento de la toma de decisiones editoriales de importancia; otra, las dificultades para que confluyan sin rispideces los intereses profesionales, laborales y salariales de ambas redacciones; una tercera es el lenguaje, tan diferente en cada una de las variantes. Hay más, claro (la creciente influencia del video es parte de ello), pero con estos tres elementos se pueden calibrar las complejidades de ese futuro casi inmediato que está viendo venir la “ombudswoman” de El País. Por cierto, casi todos los medios periodísticos están bastante perplejos ante este intríngulis.

El artículo de referencia tiene otro ítem que este ombudsman ha abordado en algunas ocasiones: la cantidad, la calidad y el valor que tienen los comentarios de los lectores en la edición digital de PERFIL. Cada semana, el correo de lectores del diario papel se ve desbordado por centenares de mails que refieren a temas tocados por cada edición o que sirven a espontáneos corresponsales como descarga de sus opiniones sobre cuestiones diversas. De todos, a lo sumo una decena caben en las siete columnas dedicadas a ellos junto a este espacio. En la versión digital, son decenas los comentarios que se refieren a cada nota incluida, sean de información o de opinión. Por cierto, la prédica de este ombudsman en cuanto a establecer límites al lenguaje empleado por los usuarios de la edición digital ha dado buenos frutos: ya no se observan tantos exabruptos, insultos y descalificaciones, tanto por autolimitaciones como por política editorial de moderación. En tal sentido, Galán revela que cada día llegan a la web de El País un promedio de 12 mil comentarios, y que esto conlleva una tarea extraordinaria para los moderadores. Las intervenciones de los usuarios responden mayoritariamente a las inquietudes generadas en buena parte del mundo, particularmente Europa, en relación con el terrorismo y la inmigración, pero también tienen puntos de coincidencia con los comentarios en la edición digital de esta editorial: injusticia social, política económica, homofobia, sexismo, violencia de género, manifestaciones políticas a uno y otro extremo de la “grieta”, intolerancia.

Establecer los puentes necesarios para una mejor interacción entre PERFIL y perfil.com parece un paso necesario para dar a los lectores y usuarios de uno y otro herramientas de calidad para recibir lo mejor de ambos.

Perlas negras. Errores en la edición de ayer que pudieron ser salvados:

Página 2: la construcción del título (“Ni con un amplio triunfo al Gobierno le alcanzará para expulsar a De Vido”) es inadecuada. Así lo indican las reglas de sintaxis.

Página 43: se dice que en “seis cuadras” de la calle Florida hay 25 locales cerrados. ¿Cuáles son esas cuadras? No hay respuesta. Se dice que un alquiler promedio cuesta 50 dólares por m2 y que un local de 100 m2 cuesta unos 70 mil pesos. Hay una incongruencia: 100m x US$ 50 (a 18 pesos por dólar) equivalen a $ 90 mil.

Página 52: el columnista Fabián Casas equivocó la dirección del teatro marplatense en el que Ricardo Darín integraba los “galancitos”: la sala estaba en la calle Rivadavia, no en la peatonal San Martín.