COLUMNISTAS
paraguay: el espejo regional

Marx y Marito

Las próximas elecciones presidenciales paraguayas seguramente tendrán un vencedor: Mario Abdo. Eso no será un triunfo de la derecha, aunque se elegirá a un militante del Partido Colorado. La crisis de la política latinoamericana como contexto.

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Desenvuelto. El candidato es un líder joven, preparado, con un carácter afable. Tiene una mentalidad renovada que hace pensar que hará un cambio real en el país. | AFP

La teoría de Carlos Marx era muy coherente y él era un hombre temperamental que reaccionaba mal cuando algunos decían tonterías en su nombre. El epistolario que mantuvo con Federico Engels es rico para conocer su pensamiento y sus actitudes ante la vida. Ambos eran eurocentristas, como muchos intelectuales de su época, para los que ni siquiera los eslavos eran europeos.

Su biografía del “mulato” Bolívar, despectiva y poco objetiva, corresponde a esa forma de ver el mundo. La revolución comunista cabía solo en países que se hubiesen desarrollado gracias a la “misión civilizadora del capital”, la religión era el opio del pueblo, ninguna cultura fuera de la alemana era importante. Es fácil imaginar cuál habría sido su reacción frente a los marxistas que respaldan el gobierno oscurantista de Irán, o a la llamada “izquierda” latinoamericana contemporánea. De seguro no respaldaría a la dictadura militar venezolana, más emparentada con Tachito Somoza que con el proletariado. No se ve en qué sitio de la obra de Marx ocuparía un lugar María Gabriela Chávez, hija del coronel Chávez con una fortuna de miles de millones de dólares y los demás revolucionarios multimillonarios que surgieron en los últimos años. Tampoco comprendería la defensa fanática de creencias religiosas de algunos de sus partidarios, ni a un presidente que se disfraza de cacique de una civilización de la que hay pocos registros, y que luce barras de oro para bailar cuando retoma periódicamente el mando de su país.

La verdad es que las categorías izquierda y derecha entraron en crisis a partir del Mayo Francés, cuando se plantearon en Occidente otras revoluciones en el campo del feminismo, el sexo, la literatura, la música y otros temas sobre los que era prohibido hablar en los países socialistas.

A propósito de las elecciones en Paraguay y de la crisis de la política latinoamericana, algunos quieren explicar lo que pasa hablando de maquinaciones o equivocaciones de la derecha o de la izquierda. El uso de estas categorías sirve para descalificar preventivamente a quienes son clasificados como “derechistas”: se los define como gente que trabaja para los ricos, obedece al imperialismo, no es solidaria con la disuelta Unión Soviética, no aspira a que el Ejército Rojo vuelva a liberar a la Europa oriental.

Si se elige en Paraguay a un militante del Partido Colorado, “vinculado a la dictadura”, queda listo para que se lo ataque por cualquier cosa o para creer cualquier acusación en su contra. La verdad es que los conceptos arcaicos solo confunden, y es necesario analizar la realidad con herramientas que nos proporcionen datos concretos para comprenderla.

Las próximas elecciones presidenciales del Paraguay seguramente tendrán un vencedor: Mario Abdo, a quien todos llaman “Marito”. Eso no es un triunfo de la derecha, aunque se elegirá a un militante del Partido Colorado, que además es hijo de quien fuera secretario privado de Stroessner. Más allá de las generalidades, veamos qué pasa en este momento en ese país.

Desde hace unos 14 años la economía paraguaya crece constantemente. El guaraní no se devalúa, los indicadores económicos han sido buenos, pero los presidentes han terminado su mandato con enormes crisis de popularidad. Pasa lo mismo que en Perú, donde una política consistente ha logrado un crecimiento sostenido de la economía, al mismo tiempo que todos sus presidentes han sido mal evaluados y casi todos están en la cárcel o con orden de captura. Una cosa es que la economía esté bien y otra que eso tenga una consecuencia política positiva para los presidentes.

En cuanto a las percepciones, el Paraguay está peor para un 56% de habitantes y mejor para el 11%. Como en casi en todos nuestros países, la mayoría quiere que se produzca un cambio que debe ser radical para el 75%, moderado para el 23%, y prefiere que las cosas sigan como están el 1%. La población es crítica con la gestión de Horacio Cartes: dice que con su gobierno el país iba por una dirección correcta el 25% y que por una equivocada el 66%. En definitiva, la gente quiere el cambio, lo que es un problema para un candidato oficialista, como sucede en varios países de la región.

Las actitudes que tienen los paraguayos hacia la política son semejantes a las de otros latinoamericanos. Dice que está muy interesado en la política un 14%, a un 18% le interesa algo, a un 25% poco y a un 43% no le interesa para nada. Se considera de derecha un 20%, de izquierda un 5% y el 69% dice que no tiene ninguna definición ideológica.

Las instituciones políticas tienen números muy semejantes a México, aunque menos negativos que los de Perú o Brasil. Los diputados y senadores tienen muy buena imagen para del 0% de encuestados, buena para el 7%, mala para el 50%, muy mala para el 40%. La desastrosa imagen de los congresos tiene que ver con sus costumbres anacrónicas. Se tratan entre ellos de “honorables” cuando la gente cree que no lo son, hablan de “mociones de privilegio” y otras cosas estrafalarias, se asustan cuando ven un emoticón. Huelen a naftalina. La imagen de la Justicia es también desastrosa: la ve muy bien un 0%, bien el 10%, mal el 42% y muy mal el 46%. La imagen de los políticos no es distinta: muy buena 0%, buena 7%, mala 58% muy mala 28%.

Sus actitudes ante los partidos políticos son peculiares: tiene muy buena imagen el 0%, buena el 10%, mala el 58% y muy mala el 28%, pero al mismo tiempo es el país en que más ciudadanos dicen ser afiliados a un partido político: un 57% dice que es colorado y un 10% que es liberal. Este dato se ha reiterado a través de los años, aunque al mismo tiempo la mayoría de los afiliados no ha querido que su formación política triunfe en las elecciones. Para comprender el arraigo de los partidos paraguayos hay que estudiar su historia y el papel de Bernardino Caballero y el coloradismo en la reconstrucción del país después de la guerra de la Triple Alianza.

La imagen del candidato liberal Efraín Alegre se conforma con 38% positivas y 38% negativas. Alegre es un líder liberal tradicional, poco hábil para armar consensos, que perdió las elecciones hace cuatro años. Marito tiene 63% de positivas y 17% de negativas. Siempre tuvo buena imagen. En las internas del Partido Colorado derrotó a Santiago Peña, candidato patrocinado por el actual presidente. Cartes tiene una imagen con 30% de opiniones positivas y 58% negativas. Marito no se contagió de la mala imagen porque triunfó en las internas luchando en contra de Cartes. En la campaña supo, como las velas antiguas, no estar tan cerca como para que le queme al santo ni tan lejos como para que no le alumbre

La credibilidad de Marito, variable central en un proceso electoral, se parece a la del ex presidente Lugo. Le cree el 60% de los paraguayos, no le cree el 18%; a Lugo le cree un 60% y no le cree el 32%. Todos los demás políticos tienen un saldo negativo importante en esta variable.

Dice que votaría a Marito un 53%, a Alegre el 22%, hay un importante porcentaje de indecisión que en cualquier caso no pone en riesgo el triunfo del colorado. Abdo logró un milagro: unificar a su partido. Horacio Cartes fue elegido por los colorados pero no era un antiguo militante. Hizo un gobierno de corte tecnocrático, que unificó a los tradicionales líderes en su contra, razón por la que su candidato fue derrotado a pesar de contar con apoyo del aparato del Estado.

Marito es un líder joven, preparado, con un carácter afable, que logra unir a los líderes más variados; hizo un posgrado en Estados Unidos, tiene una mentalidad renovada que hace pensar que hará un cambio real en el país si sobrevive a la maldición que afecta a todos los mandatarios de América Latina: llegan al fin del primer año destruidos. De esto solo se exceptúa Mauricio Macri, hay que ver cómo le va a Sebastián Piñera.

En Paraguay se siente que nace una nueva etapa: además de Marito están otros dirigentes jóvenes como Santiago Peña en el coloradismo, Salyn Burzakis en el liberalismo y otros. Es una nueva generación más preparada, más integrada al mundo que ojalá lleve al país a mejores puertos.

*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.