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La ‘profenazi’, errores y omisiones

Un espacio más que interesante es el que ofrece a lectores e interesados en la excelencia de los materiales periodísticos el sitio http://elobjetodelacomunicacion.blogspot.com.ar, con muy buenos textos vinculados al tema.

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EVEQUOZ. Faltó rigor en el manejo de la información. | cedoc

Un espacio más que interesante es el que ofrece a lectores e interesados en la excelencia de los materiales periodísticos el sitio http://elobjetodelacomunicacion.blogspot.com.ar, con muy buenos textos vinculados al tema. En uno de sus artículos, titulado “Erratas, errores y fallos periodísticos”, Joaquín Marco Sanz –graduado en la Universidad de Navarra y reconocido especialista en comunicación– recordaba: “En octubre de 2013, The New York Times publicó una sorprendente fe de errores: corrigió un apellido mal escrito 136 años después de haber publicado la noticia. ¿Fue una exageración? Quizá no hay que llegar a esos extremos, pero sobre todo fue una muestra de que a este periódico le preocupa el rigor de sus informaciones (y de paso estupenda publicidad); un ejemplo de la exactitud a la que debería aspirar el periodismo, pese a los ejemplos diarios de que los medios son fuente de erratas, fallos de diversa gravedad y falta de reconocimiento del error”.

Durante la semana que concluye, un conjunto de equivocaciones, incongruencias y omisiones llevó al público de todos los soportes informativos (TV, diarios, portales noticiosos, radios) a sufrir sus consecuencias y buscar nuevos datos para cotejar lo publicado. La demanda fue más evidente en las redes sociales, que suelen reaccionar con mayor velocidad ante la presunción de fake news, aunque también incurren en el error. Me refiero al caso de la profesora de dos escuelas privadas confesionales en el conurbano bonaerense, cuyas afirmaciones sobre Adolfo Hitler, el nazismo y la comunidad judía ante uno de sus cursos provocaron indignación y asombro.

Durante muchas horas –en algunos casos un día entero– los medios reprodujeron el despacho de una agencia de noticias que afirmaba que los hechos habían sucedido en Mar del Plata, sin indicar cuándo ni consignar qué consecuencias trajo para la docente su proceder. Con el paso de las horas y los días se supo que había intervenido el Inadi, que la docente es una pronazi confesa y que incluso formó parte de un espectáculo semiporno con claras manifestaciones antisemitas y xenófobas. Pues he ahí un claro ejemplo de lo que no se debe hacer en periodismo: publicar lo que no fue adecuadamente chequeado, incurriendo en el error y motivando que la misma falta de rigor profesional llegara a los restantes medios que replicaron la información tal y como la expuso la agencia. Los resultados: las dos escuelas no funcionan en Mar del Plata sino en Morón, una de ellas en Castelar; la grabación –de escasa calidad pero muy demostrativa– fue realizada tres años atrás y se la difundió ahora de la mano de una organización con sede en Mar del Plata que combate las demostraciones y actos nazis y fascistas. ¿Cómo pudo suceder esto, esta masiva violación de una regla básica del buen periodismo? La respuesta a esta pregunta puede tener múltiples componentes, pero el resumen es uno: faltó responsabilidad en quienes tienen en sus manos la tarea de editar; allí está el filtro final que debe poner una pared a los errores inconscientes o deliberados.

En su artículo, Sanz indicaba que aun los errores más pequeños son graves porque afectan la credibilidad del medio. Y exponía: “Códigos éticos y manuales insisten en la necesidad de que el periodista verifique sus informaciones antes de publicarlas, hablando con varias fuentes, comprobando sus testimonios y cotejando documentos; pero no son menos importantes otros dos requisitos. Uno es el conocimiento previo, o la documentación, del tema que se aborda. Una fuente importante de errores está en que el periodista escribe sobre cuestiones que no conoce lo suficiente.

Igualmente importante, y más difícil, es mantener la distancia frente a la noticia. El estudioso Walter Lippmann escribió que en los errores de prensa se repite constantemente un patrón: ‘Una ficción que intensifica la carga dramática de la historia’. El natural deseo de contar una buena noticia, los prejuicios y la intencionalidad juegan en contra del redactor”. Y de su editor, claro. PERFIL publicó ayer un breve suelto sobre el caso, con datos ciertos (página 45).

Cuando un medio queda envuelto en la red de información falsa tiene la obligación ética de rectificar el fallo y disculparse ante su audiencia. Es lo menos que se le puede pedir.

Gazapos de ayer. Se deslizaron en la edición sabatina dos errores evidentes:

*En la página 24, bajo el título “El FMI dio vía libre para negociar un auxilio ampliado”, se indica que “será un acuerdo de excepción, lo que permite extender el monto a U$S 30 mil”. Debió decir “US$ 30 mil millones”.

En la página 25, el título dice: “Sturzenegger se mostró relajado en la ‘semana heróica’ de Toto Caputo”. Heroica debió ir sin tilde, porque se trata de una palabra grave terminada en vocal.