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La fascinación de la imagen

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Oscar Pistorius era un símbolo mágico, ideal para un documental o charla Ted. Sus prótesis en las piernas lo dejaban parecerse a los corredores a su alrededor y en esa posibilidad de asemejar lo diferente, insistió para correr en los Juegos Olímpicos de Londres en 2012 y lo logró. Sobre Pistorius se desplegó un romanticismo de autoayuda fabuloso, porque en este universo desigual, la voluntad lo puede todo. Un día Pistorius asesinó a su esposa y cambió entonces de símbolo. Femicida maldito, ejemplo de opresión social contra la mujer. Además de que el caso señala que hay que tener un poco más de cuidado con tildar a alguien como ejemplo de la humanidad, permite observar la amplia necesidad que la sociedad tiene de reducir lo complejo de casos particulares, a imágenes sencillas y estereotipadas.

La campaña electoral obliga a un proceso de exposición de estereotipos que hagan abstracción de sus complejidades particulares. Lo masivo de su público y la imposibilidad operativa del contacto con todos, es decir del contacto caso por caso, despliega la obligación de exponer generalidades donde el individuo sea en realidad sólo parte de una imagen mayor. Mientras el individuo sea más símbolo que persona, tendrá chance de desplegar potencial electoral. Los peronistas no están enamorados del Perón hogareño, sino del que parece saberlo todo, y los votantes de Cambiemos del destructor de kirchnerismo que es Macri.

El episodio de Bullrich hablando del aborto es atractivo porque es íntimo. En ese instante que obligado a no pensar, expone su pensamiento, se descuelga del símbolo de Cambiemos y abre la puerta a su propia reflexión y creencia. La discusión no es tanto por las ideas, sino por la revelación abrupta de que hasta ese momento, todo era una representación diseñada. En la época que se dice que se vota a personas, en realidad se continúa votando ideas y símbolos, símbolos que el cuerpo social necesita que sobrevivan. Poseen la función social de aglutinar la diversidad individual bajo un concepto genérico que los incluya a todos.

Elisa Carrió juega a ser espontánea, a ser suelta, a ser un sujeto moderno totalmente libre. La paradoja es que ese proceso de exposición individual ya puede ser descripto porque la recurrencia de ese personaje se transforma también en símbolo de sí mismo. En esta sociedad existirían los que mienten y sus opuestos, los que dicen la verdad. Elisa Carrió está obligada a sostener con insistencia su forma de ser ya que lo que eso mismo representa es lo que eligen sus votantes. Carrió hace abstracción de toda su carga privada e individual y se arropa en valores generales.

En este combate por la captura de símbolos, Cambiemos parece tener ventaja en términos de construcción. Sergio Massa y Margarita Stolbizer han estado empujados por el desafío de la creación de una nueva simbología producto de la unión de dos espacios muy diversos, y la ex presidenta parece debatirse entre la liturgia con que caracterizó a su gestión y una nueva visión más austera con ausencia notoria de abundancia de su imagen. En esto mismo, en la obligación de los otros a la reconfiguración, junto con el sostenimiento de la propia, hay ya victoria oficialista. El esfuerzo se carga del lado opuesto y los expone a la necesidad de mayor riesgo creativo frente a cierta comodidad propia.

Los procesos electorales exponen como pocos la batalla por el símbolo. En realidad los partidos políticos continúan ofreciendo conexiones atractivas con el sentir general de la gente y permanecen en el gobierno en el tiempo que es posible reproducir, con mínima variación, la idea que los une. Vidal vuela en imagen positiva por lo que representa, no por si trata bien a sus hijas o si las ayuda con la tarea del colegio. Eso queda marcado para el lado del psicoanálisis porque lo masivo vive en la abstracción.

Los ejemplos mundiales, los seres asombrosos y geniales de este planeta, aquellos que inspiran al mundo, es decir las historias expuestas en este formato, juegan a la ilusión de la humanidad esperanzadora y posible. En todos los candidatos vive la esperanza de representar eso, y en todos los votantes, la de encontrarlos. Mientras tanto en la familia de la ex esposa de Pistorius vive la realidad, que seguramente la ilusión mundial opacó tantos años. Amamos los símbolos, nos dejan ver sólo las ilusiones que queremos.

*Sociólogo. Director de Quiddity.