COLUMNISTAS
Castaña no es Weinstein

En boca cerrada...

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Mujeres de negro. Actrices en los Globos de Oro repudiaron los acosos sexuales. | afp

Callarse fue siempre aconsejable. Un atajo para no agitar las aguas y enfrentar una verdad que podía terminar en un abismo. Tanto en casa como en el trabajo. Siempre fue mejor callar que hablar. En boca cerrada no entran moscas. Y la mujer aprendió muy de chica que abrirla y expresarse traía complicaciones, generaba problemas.

Otros actos o manifestaciones eran desaconsejables. Que el dolor de cabeza no había que confesarlo a la pareja. Que resistirse al reclamo sexual del marido tenía su costo y su revancha. Que la mujer debía estar siempre accesible y tanto o mejor dispuesta.
Aprendimos a callar, a cosernos la boca y a esquivar. Cargadas, chistes, toqueteos, sugerencias, que comprendían casi un jugueteo habitual de la vida costumbrista del simple hecho de ser mujer.

A pocas horas de la entrega de los Globos de Oro con actores y actrices vestidos de negro por haber sobrevivido a años de abuso, apareció Cacho Castaña. Perteneciente a una generación que miraba a la mujer desde arriba, sólo repitió lo que está muy impreso en los genes más retrógrados de nuestra sociedad machista. Si te violan, relájate y goza… Si te tocan en el colectivo, esquiva el manoseo, pero no digas nada, a ver si provocas… Si te gritan palabrotas, haz como si no escucharas… Si tu hombre está por llegar al orgasmo y te dice no te muevas, quédate inmóvil, es como le gusta… No reacciones, no denuncies, no cuentes, no te metas en líos… La mujer es la costilla del hombre y, aunque queramos negarlo, nosotras siempre hemos sentido que algo superior contiene su masculinidad, a la que casi todos prefieren, esa fuerza arrolladora de potencia geminal.

Del discurso feminista y racista de Oprah Winfrey en los Globos de Oro, contra el racismo y el acoso sexual, (que provocó hasta la ilusión demócrata de contar ya con una candidata a la presidencia), a la imagen del negro Cacho Castaña con su sonrisa socarrona y risita inalterable recordando a las féminas ese viejo axioma machista, todo un abismo. Las mujeres de luto en el hemisferio norte ocupadas en plena revolución reclamando igualdad de trato, salarios y derechos, basta de violencia y femicidios. Nació el #MeeToo, yo también alzo mi voz. Voz fuerte y poderosa y me atrevo a relatar lo vivido. Mujeres que no quieren más cerrar la boca por aprietes económicos, supremacías físicas o atracciones inconfesables e incontrolables. Una vida soportando la humillación del acoso, el sufrimiento de la violencia machista y el aplastamiento de la desigualdad. Ellas están decididas a no callar más y gritan y vociferan sus tristes historias de dominio masculino. Y los hombres prometen acompañarlas. Time is up. El tiempo se ha acabado. Pero cómo medir este fenómeno y cuáles son los límites que se manifiestan alterados.

Las mujeres francesas crearon el movimiento #BalanceTonPorc, delata a tu cerdo, para mandarlos al matadero. Vicky Buchino tardó más de veinte años en escrachar a Cacho por masturbarse enfrente de ella hablando de sus atributos femeninos. Hoy ya entraron en cruces jurídicos.

Pero otras mujeres, algunas intelectuales, Catherine Deneuve, Catherine Millet e Ingrid Caven, iniciaron en Francia un manifiesto contra el puritanismo sexual. Alertaron sobre las diferencias y consecuencias: “La violación es un crimen. Pero la seducción insistente o torpe no es delito, ni tampoco la galantería, una agresión machista. El fundamentalismo de las feministas contra todo gesto masculino sirve a los enemigos de la libertad sexual, a los extremistas religiosos y a los feroces reaccionarios que piensan que la mujer es débil y debe ser protegida”.

Aquí, casi en el fin del mundo, Castaña no se asemeja en nada a Weinstein, el productor que de tanto asedio destapó la olla. Vicky Buchino que no es Oprah Winfrey, apenas un Castaña y una Buchino. Las palabras de la ex ministra francesa de los derechos de las mujeres Laurence Rossignol aparecen como un ruego de todas: “Lamento dejar de existir sin la mirada y el deseo de los hombres, que han llevado a mujeres inteligentes a escribir enormes tonterías”.

*Periodista y socióloga.