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El tiempo y Maldonado

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Busqueda. La lectura del caso es una adaptación de preferencias políticas. | Telam
Esos aparatos son para ver, para ver muy bien. Con la alta definición uno encuentra detalles en un partido de tenis, en las arrugas de los conductores de televisión, el caucho que dejan los neumáticos en las carreras de autos o los ingredientes de una comida en plena cocción. Mientras los medios de comunicación aumentan la chance del detalle, y el ministro de Medio Ambiente Bergman trae unos televisores geniales desde Chile, nadie encuentra en los descampados de la Patagonia a Santiago Maldonado. Justo en los días de poca definición, el rabino compra unos televisores gigantes HD.

Para el macrismo el presente ha sido, desde su asunción hasta aquí, una preferencia borrosa. Nadie debería tener interés en lo que la actualidad tiene para ofrecer, sino en la ilusión del futuro. El día a día, esa cotidianidad de inflación y bajo poder adquisitivo, con inseguridad al acecho, es principalmente una molestia. Santiago Maldonado es para el Gobierno un tema del que tiene que ocuparse en el presente, hoy, ahora mismo, y eso es muy perturbador. Santiago Maldonado no puede tratarse como la economía en formato de expectativas hacia el futuro, como algo que en algún momento se resolverá. Maldonado y su familia presionan para definiciones en el presente y eso parece insoportable. No su desaparición, sino el cambio de agenda de gestión.

La actividad sindical, por ejemplo, también es descripta como molestia por el Presidente. El reclamo a Recalde por construir una supuesta industria del juicio se explica como circunstancia que trabaría la inversión y no por su carácter de legalidad o ilegalidad. Si le hace un trabajador juicio a su empleador, lo que principalmente estaría haciendo es no dejar tranquilo en el presente a quien dirige la compañía.
En el kirchnerismo los otros seres, los “no uno mismo”, los otros, se reflejan como la supuesta obsesión cotidiana. Si bien el kirchnerismo se describe a sí mismo como una gesta cuya victoria sólo se produciría a largo plazo contra los enemigos, la gestión del trabajo y el hambre y del consumo, sólo son aceptables en el presente. La lucha contra el imperialismo requiere de un “hoy” confortable. En la economía kirchnerista el concepto de productividad es una anécdota ilusoria de discusiones del primer mundo. Los televisores de Tierra del Fuego son ideales porque dan trabajo hoy; el desarticular su fabricación local es dar trabajo en la esperanza futura.

Vive en Cambiemos la batalla por la reconversión del país y de su sociedad. Su generación de dirigentes expresa mediante ese objetivo central su rechazo al desarrollo del país hasta hoy, particularmente del peronismo y de bastantes cuestiones que éste representa. Con la meta de lograr crecimientos sustentables y con una economía productiva, el tiempo necesita desplazarse todo el tiempo hacia adelante. Por culpa del pasado, el presente es esta terrible transición, y sólo se puede sostener el porvenir olvidando lo que sucede, mientras se llega a la meta.
El no marcar el presente expone a descuidos como los de Bergman. Nadie estaría mirando más que hacia la promesa mágica del mañana y no se verían ni las televisiones imposibles. Deberían todos ser ciegos.

En el comienzo, Maldonado podría describirse como desatención, como aquello de lo que puede no ocuparse tanto. Justamente los que reclaman que él y su búsqueda se conviertan en presente son los opositores al Gobierno. El caso Maldonado se politiza y cobra volumen de expansión porque se ubica en un conflicto de intereses respecto al uso del tiempo entre futuro y presente.
La consecuencia electoral, algo que naturalmente se activa como hipótesis inmediata, es decir en términos de impacto en el volumen de votos, tendería a ser nula. La lectura del
caso es en realidad una adaptación de preferencias políticas ya existentes. Todas las sociedades realizan enormes esfuerzos de justificación para dar vida a los mundos que ellos mismos producen. En Maldonado su caso no es sólo el de su desaparición, sino el de facciones opuestas haciendo uso de su no presencia para la confirmación de sus identidades.

*Sociólogo - Director de Quiddity.