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El llanto de los editores

Los editores siempre lloramos. Tenemos un botón automático listo, basta apretarlo levemente y ahí nos largamos.

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Los editores siempre lloramos. Tenemos un botón automático listo, basta apretarlo levemente y ahí nos largamos. Los que hemos leído algo de historia de la edición, o biografías y memorias de editores, de nuestro país, de nuestra región, de nuestro idioma y de otros países, regiones e idiomas, nos reconocemos inmediatamente cuando leemos de penurias, de desilusiones, de resignaciones o, en todo caso, de un pasado feliz en el que, en general, “éramos tan jóvenes”… El llanto de los editores está en general justificado, ya que es un negocio lleno de ineficiencias estructurales: hacemos más libros de los que necesitamos, los lectores no encuentran lo que buscan, los autores no publican como quieren, y el futuro parece cada vez más incierto.

Sumemos los males vernáculos de turno, que afectan a todo argentino o residente en estas tierras, y tendremos siempre buenas razones para quejarnos. Más allá de lo objetivo y subjetivo (digamos, los pesimistas y los optimistas), es importante ver el panorama completo.

La edición en Argentina ya transita la misma transformación que las industrias editoriales en el resto del mundo, aunque de manera menos visible o pública. Las oportunidades de la era digital se están adoptando una a una, aunque estemos a mitad de camino. Según la encuesta Entre Editores que hicimos en diciembre pasado, el 70% de los editores ya utiliza la impresión digital bajo demanda, lo que permite imprimir pocas cantidades a buen precio, para adaptarse a un mundo de mucha mayor variedad de oferta, pero de menos demanda por título, además de poder mantener vivos los catálogos, mandando a imprimir a pedido. El 40% de los editores ya vende directo a través de su propia página web, con mayor margen de ganancia y abriendo el canal de diálogo y marketing directo a sus compradores, potenciando además la edición más certera de libros que respondan a intereses declarados de lectores reales. Y durante 2018 empezaremos a publicar, consumir y escribir sobre… audiolibros, que muchos consideran que será el formato digital definitivo del libro.

También 2018 será el año del desembarco de nuevos jugadores locales e internacionales, que ofrecerán marketing digital creativo, nuevos aprovechamientos de stocks varados en librerías de pocas ventas, nuevas plataformas de distribución digital y, si las cosas salen bien, empezará a despejarse la nube de información en la que vivimos sumergidos. Saber qué libros se venden, cuántos, a qué precio, en qué lugar y en qué momento, es la gran asignatura pendiente del mercado editorial. Y mejor nos damos prisa, ya que vamos a llorar en serio cuando ya sea tarde para ser los dueños de la información. Amazon se instalará y dominará no solo el canal de venta en todas sus formas, sino la preciada información para nuestro propio desarrollo como editores.


*Directora de V&R Editores, ex presidenta de la CAP y editora del Libro Blanco de la Industria Editorial Argentina.