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¿Dolarizar?

Se le echa la culpa a la falta de una moneda que no se devalúe, pero la economía es compleja y cualquier simplificación en solo un elemento genera confusión.

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Pólemica entre Rattazzi y el fundador de PERFIL. | Aballay

Cristiano Rattazzi nunca tuvo pelos en la lengua: “Estoy encantado de que el FMI sea el auditor de lo que hace Argentina. Es un buen auditor para el país. Yo lo hubiese hecho antes”, le dijo a CNN en español. Ya en enero, cuando el dólar había pasado de 17 a 20 pesos, me crucé con Rattazzi en un aeropuerto y, mientras yo estaba preocupado por las consecuencias de la fatídica conferencia de prensa del 28 de diciembre que cambió las metas de inflación, él estaba satisfecho con el aumento del dólar porque el precio previo le parecía muy bajo. Hace semanas, cuando comenzaron las turbulencias cambiarias que terminaron llevando el dólar de 20 a 25, Rattazzi apareció en televisión resaltando las ventajas de la devaluación, y mientras el Gobierno hacía esfuerzos vendiendo dólares para mantenerlo a 23 pesos, él decía: “El dólar debería seguir subiendo hasta que se estabilice. Un buen precio de equilibrio para el dólar sería de 26 pesos”. Y agregó: “Dolarizar la economía podría ser una solución”.

Nos volvimos a cruzar con Rattazzi el viernes en el hotel Park Hyatt, compartiendo el panel de clausura sobre competitividad en el Segundo Seminario Internacional de Líderes de Brasil y Argentina. Previamente, habían expuesto los presidentes de los bancos Santander Río y Bradesco, de Toyota, de Volkswagen, de Ternium (Techint), de Andreani, de Los Grobo, de Natura y de General Motors, todas empresas que actúan en Brasil y Argentina, además de autoridades de ambos países, sus embajadores, las cámaras empresarias de ambos países, el Sherpa del G20, la futura procuradora nacional y la vicepresidenta argentina. No menciono sus nombres para no ocupar más espacio en esta columna: ya alcanzó para contextualizar.

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Allí Rattazzi expuso que la inflación es una droga muy difícil de erradicar una vez que se asienta, se quejó del atraso cambiario que impone combatir la inflación gradualmente, transmitió su impaciencia por que se demore tres años más en bajarla a un dígito y puso el ejemplo de su propio país de origen, Italia, que también tenía un crónico 20% de inflación anual y solo el cambio de la lira por el euro, una forma de convertibilidad, pudo terminarla.

Y comenzamos una polémica con Rattazzi porque yo sostuve que este tipo de devaluaciones abruptas no terminaba mejorando la competitividad porque se volvía a trasladar a precios el incremento del dólar. Y frente a una audiencia donde la mitad eran brasileños expliqué la diferencia entre la economía argentina, donde el 68% de nuestro PBI es generado por productos de sedes locales de multinacionales, y la de Brasil, donde sucede solo con el 24%. Que como las subsidiarias locales de las multinacionales están obligadas a hacer sus balances en dólares para consolidarlos con los de sus casas matrices, nunca planificarán en pesos y toda la devaluación pasará más temprano que tarde a precios. Que es la consecuencia de que los argentinos, durante la convertibilidad, vendieron sus empresas a extranjeros y los brasileños no. E irónicamente dije que Fiat en los 90 era del Grupo Macri.

Y como Rattazzi había contado que no podía ser que se consiguiera una cajita de una marca por un dólar en Estados Unidos y la misma costara en la Argentina 4, en broma le dije que eso se solucionaría colocando el dólar a 80 pesos.

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El presidente del banco Bradesco, Octavio de Lazari,  comentó que desconocía esa diferencia entre la importancia de las multinacionales en Argentina y Brasil y que ahora entendía el diferente paso a precios de una devaluación entre su país y el nuestro. Bradesco es el segundo mayor banco de Brasil y el 30º mayor del mundo. Un diplomático de Brasil, cuyo nombre omito por haber sido este un comentario en off, agregó que la velocidad con que en Argentina los actores económicos entran en pánico, aceleran sus decisiones y desatan una corrida es asombrosa y tiene en parte que ver con la concentración de todos en una sola ciudad, Buenos Aires.

Rattazzi aclaró que venía en representación de la UIA, de la que es vicepresidente, porque Miguel Acevedo estaba en la asamblea general de la OCDE y la reunión del B20 en París. Quien sí estaba en el Hyatt presenciando nuestro debate fue José Roriz Coelho, el nuevo presidente de la Federación de Empresarios de San Pablo, la poderosa Fiesp, a la que siempre se dice que la UIA debería parecerse. Hace exactamente una década, Rattazzi me preguntó en broma si quería terminar con la UIA por la controversia que yo había tenido con su presidente de entonces, Juan Lascurain, quien durante el reportaje largo de PERFIL titulado “No sé qué es el capitalismo de amigos” se la pasó defendiendo al kirchnerismo, y fue un diálogo muy áspero que de alguna manera anticipó lo que terminó sucediendo: en marzo pasado, Lascurain fue detenido por el cobro de un anticipo de 50 millones de pesos por una obra en Santa Cruz que nunca se inició.

Archivo | Lascurain: "No sé qué es el capitalismo de amigos"

El kirchnerismo es el responsable de haber recreado la inflación, y comparto con Rattazzi su impaciencia para erradicarla, pero no creo que las soluciones de competitividad de un país se resuelvan principalmente devaluando o entregando el control de la inflación a extranjeros para dolarizar o eurizar la moneda.

Resulta paradójico el ejemplo italiano: allí, después de 15 años de euro, el presidente Sergio Mattarella tuvo que vetar el nombramiento de un ministro de Finanzas favorable al retorno de la lira, en un contexto donde los partidos que obtuvieron más votos, Cinco Estrellas y la Liga, se quejan de que la Unión Europea trata a Italia como una colonia porque el PBI hoy es el mismo que hace dos décadas, y en los diez países más ricos, entre 2007 y 2017, mientras en EE.UU., Japón y Canadá la riqueza privada creció el 20%, en Australia se duplicó, en India se triplicó y en China se cuadruplicó, en los países europeos hubo caídas: 2% en Inglaterra, 11% en Francia y 19% en Italia.

Los italianos le echan la culpa al euro y extrañan la lira; en Argentina, otros le echan la culpa a la falta de una moneda que no se devalúe, pero la economía es compleja y cualquier simplificación en solo un elemento genera confusión. La misma que tuvo Macri cuando en 2015 creyó que erradicar la inflación era muy fácil y pronto lloverían dólares.