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Campañas del pasado

Chile y la vieja política

Análisis sobre las elecciones en Chile y el impacto en la segunda vuelta.

ELECCIONES. La disputarán en diciembre Sebastián Piñera y Alejandro Guillier.
ELECCIONES. La disputarán en diciembre Sebastián Piñera y Alejandro Guillier. | Cedoc

Los últimos meses conversamos con dirigentes de varios países y conocimos a muy pocos con la preparación y los conocimientos para usar las modernas herramientas de análisis y acción política que son habituales en el partido que lidera Mauricio Macri desde hace años. La mayoría de ellos creen que lo saben todo, son verticales, suponen que la gente vota por ellos porque tienen ideas geniales, entienden la política como juegos de alianzas entre grupos de dirigentes que se reparten cargos y candidaturas. No entienden que la política contemporánea se hace respetando a los electores, comprendiendo sus ideas y sentimientos, estudiando más que intuyendo, formando equipos. Sin Macri, la última campaña presidencial argentina habría sido semejante a la chilena: candidatos que se dedican a hablar de sí mismos, a atacar a sus adversarios, invocando ideologías que sirven para dar a la pelea un aire trascendente.

Terminada la Guerra Fría, las diferencias se acortaron y nada cambia mucho por que gane uno de los candidatos. En el caso chileno, desde la dictadura militar se sucedieron gobiernos de izquierda y derecha sin que se diera un cambio importante en la realidad. Aunque las élites se entusiasman con las discusiones ideológicas, mantienen una continuidad que les ha permitido ser uno de los países más pragmáticos y exitosos de la región.

En estas elecciones se manifestó el cansancio de la población con la política tradicional. La participación, aunque a último momento fue más alta de lo que se esperaba, se situó en torno al 44%. Entre los jóvenes fue todavía más baja: casi ocho de cada diez no concurrieron a las urnas. Pasaron a la segunda vuelta Sebastián Piñera, con un porcentaje más bajo que el que decían las encuestas, el 37%, y Alejandro Guillier, candidato de la alianza en el gobierno con el 23% de los votos. La gran sorpresa fue Beatriz Sánchez del Frente Amplio, un grupo con discurso más radical, que obtuvo el tercer lugar cerca de Guillier. Quedaron más lejos José Antonio Kast, con el 8% de los votos, la demócrata cristiana Carolina Goic con el 6% y Marcos Enríquez Ominami con el 6%.

Con la mirada puesta en la segunda vuelta, los dirigentes y la prensa se dedican a discutir sobre los posibles resultados, discutiendo las alianzas que se pueden hacer. Desde ese punto de vista parece fácil que se sumen a los votos de Nueva Mayoría, los del Frente Amplio, a Democracia Cristiana, y los de Enríquez Ominami. Los únicos que podían plegar a Piñera podrían ser los de Kast.

Incluso en términos de la política tradicional, la situación de Piñera es débil y Guillier puede ganar las elecciones si hace una campaña sensata. Si hubiese pasado a la segunda vuelta Beatriz Sánchez, que venía de números más modestos pero representaba algo nuevo, habría sido muy fácil que triunfara. Con una estrategia bien armada pudo llegar primera. La crisis de las formas tradicionales de la política es universal. Pudieron pasar muchas cosas si se hubiera contado con investigaciones de fondo, que dieran la base para diseñar una estrategia profesional, que se dirigiera en primer lugar al 60% de electores que se siente fuera de la vieja comunicación política. Esa estrategia debía poner la base para ganar la segunda vuelta pensando en los electores cuyos candidatos iban a salir de la competencia, para que los vieran como mal menor.

Si Guillier cuenta con estudios sofisticados acerca de su propia imagen, la de sus adversarios, de los targets a los que puede llegar y del mensaje que puede moverlos, será fácil que gane. Si ninguno de los candidatos tiene una campaña moderna, como parece, será una competencia de olfatos. En cualquier caso, es central que quienes dirijan la campaña salgan de la burbuja del círculo rojo, comprendan que las elecciones no se ganan con marketing, ni con publicidad, ni discutiendo las doctrinas del siglo pasado ni buscando acuerdos con grupos de élite. Hay que ir directamente a la gente común, con honestidad y humildad. La inmensa mayoría de los chilenos dijo en las urnas que está cansada con el pasado, y puede ganar quien interprete ese desencanto y aparezca distinto.

* Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.