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PANORAMA / mentiras (no) esperables

Centroderecha, bajá la inflación

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TUIT OFF. Desde el 27 de abril que el ministro de Hacienda dejó su fuerte actividad en Twitter, donde supo contar días enteros de gestión, comunicar indicadores o publicar hasta animaciones. Llegan días de malas noticias. | Cedoc Perfil

Había mentiras esperables del gobierno de Cambiemos. Que siguiera el Fútbol para Todos, como decían en la campaña, sonaba raro. Que no iban a recortar presupuesto en Ciencia, mmmm. Que no iban a limpiar Conectar Igualdad, como hicieron hace unos días, no se podía tomar muy en serio. Que no iban a devaluar, como decía Mauricio Macri en el debate presidencial, era tan insostenible que solo estaban en discusión las formas. Que no iba a haber ajuste fiscal también era un bleff previsible cuando el Estado te esperaba con una terrible ensalada de variables macro, reconocidas hasta por los kirchneristas que han podido romper el termo.
Sin embargo, había una mentira que nadie veía venir: que el Gobierno no pudiera o no supiera bajar la inflación, la promesa económica central en la carrera electoral de parte de una fuerza política de técnicos y gerentes que presuntamente se las sabían todas. Por eso el propio Macri llegó a tirar que conseguirlo era su responsabildad y algunos de sus ministros, a decir que se resolvía “fácil”. Bueno, después de la corrida cambiaria, el costo de vida pinta para ubicarse a fin de año entre el 26 o el 28% según quién haga el cálculo. O sea, en el tercer año de mandato, Macri va a tener más inflación que en el segundo (24,8%). Una catástrofe para la credibilidad del Presidente. Una tesis: esa desilusión primaria es lo que en el fondo explica el derrumbe sostenido en las últimas semanas de los indicadores de confianza del consumidor, de credibilidad en el Gobierno y de aprobación del propio Macri.
Es poco lo que en definitiva se le termina pidiendo y reconociendo a una administración. Si es de algo similar a la centroizquierda emergida tras una gran crisis, como los mandatos de Néstor y Cristina Kirchner, le vas a encontrar todas sus falacias, robos y sanatas pero, por ser de ese palo, le reconocés gasto social fuerte y derechos humanos arriba en la agenda. La Asignación Universal por Hijo y los milicos en cana. Después, llevate todo. El relato, el chamuyo, los afanos, la hipocresía, los hoteles, la macro enquilombada.

Ahora a vos, Cambiemos, que venís como un gobierno de centroderecha, o directamente de derecha, como quieras, te pido una sola cosa, casi lo único que prometiste en serio, cumplí con bajar la inflación. ¿Querés tener off shore, guita afuera, blanqueo para parientes, deuda externa? Metele nomás. Pero bajame la inflación, papá. Sos la centroderecha moderna y la mar en coche, llena de técnicos con posgrados. Sos el Newman, la Di Tella, Maryland, Harvard, Chicago. Dale.
Ya sé. “Somos la Argentina, bicho de inflación por siempre”. “La gente está acostumbrada al 25% for ever”. Te lo tomo. “El gobierno anterior tuvo un momento ideal de superávit gemelos e inflación baja y mientras la región lo aprovechó, ellos se lo fumaron”. Totalmente. “Acá todo el mundo es gataflora, no quieren ajuste, ni deuda”. Okey.
Pero llegaste prometiendo hacerte cargo de todo eso. ¿Y? No te pido ni plan productivo, ni boom de consumo popular, ni desarrollo sostenido, ni siquiera las obras de infraestructura que pueden ser por ahora lo único que haya tangible como impronta de tu gestión. No te estoy pidiendo inteligencia artificial en las escuelas. No te pido machine learning en las fábricas. Centroderecha, te pido un solo hit. Si vas a arruinar el país más o menos como todos, dejá una marca: bajá la inflación. El resto que sea la mugre que es. Así de modesto todo.
Pero sí, está todo tan difícil que hace exactamente un mes que el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, ni si quiera tuitea. Ni siquiera después de convertirse en José Coordinación. Y para un hombre que entre las virtudes que lo llevaron al Gobierno tenía la comunicación, es mucho decir. No bien asumió, a fines de 2016, publicaba videos con resúmenes de sus jornadas de trabajo; más tarde sumó gifs y animaciones para remarcar los indicadores de lo que “estamos haciendo juntos”, una costumbre que se extendió hasta marzo, cuando empezó a espaciar más sus apariciones hasta el silencio actual, donde la cosa se puso tan peluda que cambió las redes sociales por un café con los gurúes más añosos de la City,  alejados de cualquier retuit o me gusta, y habituados a elogiar en sus papers y reuniones a los gobiernos que se animan a tomar medidas impopulares y con costo político. Un anticipo de lo que viene.