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Corrupción o bolsillo, qué va a definir cómo vota la sociedad.

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BATAllA LEGISLATIVA Mauricio Macri | PABLO TEMES

Las categorías son fundamentales para vivir, organizan el mundo social y permiten clasificar lo bueno y lo malo de acuerdo con un ordenamiento que proviene del exterior del sujeto.

Metodológicamente, construir un sistema de categorías significa encontrar qué aspectos o atributos son reconocibles en un concepto. Por ejemplo, si se trata de definir el nivel educativo de una persona, se lo puede clasificar en una escala que va desde sin instrucción hasta posgrado, pasando por los niveles intermedios. Borges, con su Funes el memorioso, se reía de las categorías, el personaje de ficción era incapaz de tener ideas generales, incluso “le molestaba que el perro de las tres y catorce (visto de perfil) tuviera el mismo nombre que el perro de las tres y cuarto (visto de frente)”. En este sentido, una de las tareas más difíciles en estos días es conocer las categorías con las cuales los ciudadanos seleccionarán su voto el día 13 de agosto.

Motivos. ¿Podrán, al igual que para Irineo Funes, existir tantos motivos como ciudadanos que voten? En la lejana época de las identidades políticas los ciudadanos votaban la lista radical o la peronista sin dudarlo: eran radicales o peronistas. Pero en cambio, en agosto de 2017 es probable que quienes elijan a los diferentes candidatos en la provincia de Buenos Aires lo hagan por razones de distinto orden. Parte de los que voten por la ex presidenta lo harán para castigar al gobierno de Macri porque están pasando un mal momento en lo económico, otros votarán para que vuelva a ser presidenta en 2019, y unos terceros porque valoran su fuerza y liderazgo.

Muchos de quienes coloquen la boleta de Esteban Bullrich lo harán para que no vuelva Cristina, otros para sostener al proyecto político de Macri, y unos terceros porque vinculan al ex gobierno con la corrupción.

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En cambio, las razones de quienes van a votar a Massa se sitúan en la búsqueda de una alternativa frente a la grieta entre kirchnerismo y macrismo, mientras que otros valoran que presente propuestas para bajar los precios o para la inseguridad. Paradójicamente, los votos de la izquierda responden en mayor medida a una identidad política.

Leading case. Crear nuevas categorías políticas e instalarlas en la sociedad es una tarea de alta ingeniería social y una demostración de poder. En este sentido, el macrismo en su tiempo de gobierno ha convertido a la corrupción en uno de los elementos claves de la agenda política. Frente a la necesidad de expandir esta categoría en la sociedad, el oficialismo comenzó a urdir una estrategia emergente digna de House of Cards con el caso De Vido. Esta idea se inicia con los rumores de que la Justicia pediría el desafuero del ex ministro. Aunque esto no ocurrió, quedó planteada la idea de excluir al multiprocesado ex funcionario del Congreso con un ojo puesto en el estancamiento de la campaña electoral en la provincia de Buenos Aires. Se sabía desde un principio que la estrategia no prosperaría por fuerza de las matemáticas –reunir a las dos terceras partes de la Cámara baja–, pero sí sería eficaz para mostrar a un kirchnerismo aislado, defendiendo lo indefendible. La misión poseía la bandera redentora de la lucha contra la corrupción,  pero también poseía algunas patas flojas, como que De Vido era diputado desde que jurara en diciembre de 2015; que Carlos Menem ha sido condenado por la Justicia a siete años de prisión y catorce de inhabilitación por el tráfico de armas a Croacia y Ecuador durante su mandato, y no pesa pedido de expulsión sobre él, y también la presencia de muchos funcionarios del actual gobierno procesados por la Justicia sin ser motivo de apartamiento. El resultado de la votación (138 positivos-95 negativos- 3 abstenciones y 20 ausentes) produjo realineamientos políticos, donde muchos gobernadores peronistas eligieron que sus diputados voten en forma negativa a la propuesta de expulsión e incluso se generaron diferencias en otras bancadas, como el Frente Renovador, con ausencias notables a la hora de votar, como las de Marco Lavagna y Facundo Moyano, así como algunos peronistas no K. Los votos negativos de los diputados del FIT y de Proyecto Sur enfurecieron al oficialismo más que la derrota propiamente dicha, porque quebraba la idea del aislamiento. Estos votaron en contra con un argumento que apela a épocas oscuras de la humanidad: “Van a buscar excusas para expulsarnos a nosotros”.

Más allá de la real intención del procedimiento impulsado por el oficialismo en el recinto, no hay dudas que logró acaparar la atención de la opinión pública, y dejaron miguitas de pan de un futuro conflictivo con la abierta advertencia de Elisa Carrió a Axel Kicillof: “El próximo sos vos”, y las declaraciones sobre impedir la jura de Cristina F. de Kirchner, a quien dan por ganadora de la banca de senadora. Esto resulta llamativo porque la elección está trayendo consecuencias antes de su realización.
 
Temores. La pregunta final es si la mise-en-scène de la Cámara de Diputados traerá o no beneficios electorales al oficialismo. Un objetivo de mínima es que Cristina no alcance el cuarenta por ciento, cota superior que había sido señalada por Jaime Duran Barba oportunamente. Para lograr esto, el oficialismo debe operar en el diez o quince por ciento del voto no duro de la ex presidenta.

Este es un grupo particular, pues no imagina ni quiere (por ahora) a Cristina presidenta en 2019, pero conoce las consecuencias de la derrota electoral del oficialismo en la provincia que concentra el 38% del padrón. El problema para torcer a este grupo es que en ellos se instaló un clima negativo por las dificultades para conservar el empleo, y para llegar a fin de mes.

Esta percepción ya no es monopolio de los sectores medios bajos, sino que se expande hasta arriba de la pirámide social, muchos de los cuales ya están experimentando el incremento sideral aunque silencioso de las tarifas de luz y gas. Sobre estos miedos y compromisos se sobreimprime la amenaza de un cruento ajuste poselectoral (casi inevitable a la luz de los números del Estado), saben que el Gobierno no vacilará en llevarlo adelante, y que será más profundo con un triunfo electoral entre sus manos. En ese marco, bolsillo mata corrupción en la lucha entre las categorías.

*Sociólogo (@cfdeangelis).