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recalculando medidas

Cambiar todo lo K, por cambiar, nomás

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Apremiado por mostrar lo que es el cambio, por cambiar lo que se pueda sin “cambiar lo que funciona bien”, tal vez demasiado confiado en sus fuerzas intelectuales, al “equipo” le están fallando algunas jugadas, y están cambiando, por cambiar, nomás.
Es difícil imaginar a un sector más afín al Gobierno que el mundo de las finanzas. Una gran parte de los cuadros económicos tiene formación, experiencia y gestión previa en el mundo de los negocios. El ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, a la cabeza. Por eso, es llamativa la coincidencia en la sorpresa escuchada entre empresas, bancos y financieras acerca de varios yerros en poco tiempo.
La que más trascendió, fue la frustrada colocación del Bonar 2020, un título pensado para canjear bonos que vencen el año próximo para darle un respiro a las cuentas del Tesoro. Pero también, se concibió para debutar con una emisión de deuda. Por el tramo de canje, logró estirar vencimientos por US$ 440 millones, pero no recogió interés para el tramo para inversores y declaró desierta la operación. “Es notable que hicieron todo mal. Dieron un sólo día para suscribir desde el exterior, no lo comunicaron bien, los inversores locales no tenían un incentivo claro para tomar ese bono, son errores de principiantes”, afirman en “el mercado”, esa entelequia que engloba testimonios coincidentes de banqueros y financistas.
No fue el único paso en falso. El viernes, autoridades de la Superintendencia de Seguros y de la Subsecretaría Pyme estaban abocadas a encontrar un modo para restablecer una medida adoptada también a principios de semana: la eliminación de la obligación de inversiones del “Inciso K”.
Tal vez con olor a vestigio de política y cultura kirchnerista, fue una respuesta oficial a un pedido de las compañías de seguros de suprimir la obligación de destinar una porción significativa de sus inversiones hacia papeles que financiaran a proyectos productivos, de bienes, infraestructura, agro, energéticas y, sobre todo, pymes. Al disponerse, en 2012, era una porción de entre 8 y 18%, que y, progresivamente, se incrementó significativamente.
En el último tiempo, las compañías de seguros se quejaban de que la obligación a la que estaban forzados, en los últimos meses, por obra de cambios regulatorios y de redireccionamiento de fondos a determinadas compañías, había distorsionado los precios de los activos.
El sistema implicaba que  las inversiones obligadas estaban dirigidas a fondos de inversión en cheques de pymes, que habían logrado reducir las tasas de financiamiento debajo de lo que cobraban los bancos, a unos módicos 20/25%. Pero ni bien el Gobierno dispuso que las inversiones del “Inciso K” de las aseguradoras serían optativas, la tasa de interés de los cheques de pago diferido para pymes subieron diez puntos: los fondos de inversión dejaron de comprarlos porque no tendrían inversores.
Así como “el mercado” no entendía qué había sucedido, también lo atribuye más a una torpeza que a una decisión política de castigar a las pyme. Sin embargo, hay elementos de cuidado.
“Cambiaron los técnicos, es gente que sabe y que tiene buenos modales y a quienes conocemos de actuar juntos,  pero si no se apuran a avanzar con cambios reales, por ahora parece que se fueron los kirchneristas pero que no están escuchando, lo mismo que hacían ellos”, dijo un banquero. “Todavía no apareció, dentro del nuevo oficialismo una voz crítica que les permita balancear, contrapesar opiniones”, opinó uno de los principales consultores macroeconómicos. “Ese espacio quedó acallado cuando Macri se decidió por Prat-Gay”, agregó.
Aunque prefieren caracterizarlo como un problema de “infancia” del Gobierno, la duda que quedó sembrada es acerca de la capacidad de gestión para cuestiones más complejas. Por ejemplo, llamó la atención el doble mensaje respecto de la negociación con los buitres. Mientras que para Macri las negociaciones son un problema que no anda bien, para el ministro es apenas una cuestión de dos puntos del PBI.