COLUMNISTAS
homenajes

A todo esto

¿Qué puede decirse del crápula de Harvey Weinstein que no se haya dicho hasta ahora?

Imagen Default de Perfil
Portal Perfil.com | Perfil.com

¿Qué puede decirse del crápula de Harvey Weinstein que no se haya dicho hasta ahora? El muy canalla se aprovechó de su lugar de poder (en las empresas y las instituciones, como sabemos, los lugares de poder siguen siendo mayoritariamente ocupados por varones) para obtener consentimientos sexuales que no habría obtenido sin esa maniobra artera, sin ese ardid, sin esa infame extorsión, sin tanta vileza.

Lo deplorable del proceder de Weinstein no fue que quisiese seducir a esas mujeres que se le presentaban, sino precisamente lo contrario: que prescindió de la seducción y la suplió, así sin más, por el uso del puro poder, el poder de decidir a qué actriz iban a contratar y a qué actriz no iban a contratar en cada caso. El feminismo, como movimiento emancipatorio, contribuyó decisivamente a la lucha por la liberación sexual; por eso fueron más que oportunas las advertencias en contra de una regresión pacata, la mojigatería y sus moralinas, dispuestas para la represión de lo erótico, así como de la perspectiva machista que supone a las mujeres siempre y por definición a merced de los hombres, inermes y pasivas ante sus avances, sus miradas, sus palabras, sus intenciones.

Lo de Weinstein fue otra cosa: se valió del poder que tenía, como productor, para hacer que las postulantes se acostaran con él, y favorecerlas a cambio. Sus víctimas hoy descubren que lo fueron y deploran, en retrospectiva, el juego al que se prestaron: juego perverso que se libró en un punto de disociación entre lo que ellas querían (porque querían obtener un determinado papel) y lo que deseaban o no deseaban (porque, en sentido estricto, no deseaban acostarse con Harvey Weinstein).

Esto no le gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

¿No es extraño que se siga postulando una entera y simple identidad del sujeto consigo mismo, no es extraño que se siga postulando así sin más la completa mismidad del sujeto con su cuerpo, pasando tan obstinadamente por alto lo mucho que se ha dicho y escrito sobre las posibles divergencias, conflictos y equívocos que cada cual puede llegar a tener consigo, consigo o con su propio cuerpo? Sin eso, según creo, no se entiende el accionar de Weinstein. Su abogado se deshizo, de taquito, de la imputación por violación, por presunto forzamiento directo del cuerpo o de la voluntad de sus víctimas. Porque el cretinismo de Weinstein se aplicó en verdad sobre ese flanco en el que una voluntad se parte (se parte entre lo que quiere: un papel, y lo que no desea: acostarse con Harvey Weinstein) y quiebra esa ilusión de cohesión asignada con frecuencia a las personas (cuando se le hace hacer al cuerpo lo que el cuerpo, de por sí, no haría: acostarse con Harvey Weinstein).

Entretanto, y estando el tema tan en el tapete, tan en los medios y en las conversaciones, me llama la atención lo poco que se ha pensado (si es que se ha pensado) en esas otras víctimas de Weinstein: las que no subieron al escenario a recibir premios, las que no pudieron hacer formidables discursos ni elegir el color del vestido, las que no obtuvieron el papel, ni actuaron, ni ganaron fortunas. Es decir, concretamente, las que a Weinstein le dijeron que no, las que ofrecieron una resistencia firme a sus manejos de poder, las que no quedaron en el casting porque no accedieron a acostarse con él. ¿Alguien las mencionó? ¿Alguien las recordó? ¿Alguien se preguntó quiénes son, cómo se llaman, dónde están, qué fue de ellas? ¿Alguien se preguntó qué pasó con sus carreras: si se abrieron paso, pese a todo; si quedaron relegadas y cayeron en papeles menores; o si trabajan, hoy en día, de otras cosas, en lugares ignorados de ciudades que nadie sabe?

Ellas fueron, también, las víctimas de Harvey Weinstein. Plantaron su lucha de género en el sitio justo y en el momento justo. Dijeron que no y se mantuvieron firmes. Dijeron que no y pagaron las consecuencias. Otras fueron las elegidas, para otras fueron los puestos, el dinero, la fama, los premios, los discursos, los vestidos. De ellas, que yo sepa, nadie ha hablado. Para ellas, que yo sepa, no se hicieron homenajes todavía.

La razón, yo no la sé. Me la pregunto.